Televisi¨®n para ni?os

Acostumbrados a que nos expliquen c¨®mo debemos hacer las cosas, nadie se extra?e de que un padre y una madre se sienten a ver la televisi¨®n con sus hijos. Cualquier profesional de la televisi¨®n manifestar¨¢ que en s¨ª no es mala, la convierte en perniciosa el uso que hacemos de ella. Por este motivo, tambi¨¦n cualquier pedagogo aconsejar¨¢ a los padres que no usen la televisi¨®n como una herramienta de distracci¨®n de los ni?os. Los padres deber¨ªan compartir los programas infantiles con sus hijos fomentando su esp¨ªritu cr¨ªtico, aconsejando; en suma, guiando la progresiva maduraci¨®n de sus personalidades.

Pero ?qu¨¦ pensar cuando, en los intermedios de los programas infantiles, aparecen secuencias anunciando programas que no se van a emitir en horario infantil? En poco menos de un minuto, padres e hijos pueden presenciar varios tiroteos, unos cuantos muertos, alguna que otra violaci¨®n, ciertas palabras poco adecuadas. Acostumbrados a que nos expliquen c¨®mo debemos actuar, no sabemos muy bien qu¨¦ decir ni qu¨¦ pensar. ?Est¨¢n poniendo a prueba nuestras dotes pedag¨®gicas? ?Es un mensaje para que no dejemos a los ni?os solos ante el televisor? ?Acaso resulta que, en el fondo, la franja horaria tambi¨¦n est¨¢ dedicada a los adultos y es una forma de reclamar su atenci¨®n para otras horas del d¨ªa al precio moral que sea?

Lo de los contenidos de los programas infantiles, si no otra historia, es otra parte de la historia para la cual no disponemos de espacio.