Un palestino causa 30 heridos al disparar contra la multitud en el centro de Jerusalén
El Ejército israelí mata en Nablús a cuatro responsables de Hamás en Cisjordania
"Están tirando, están tirando", gritaba la multitud enloquecida, mientras corría calle abajo por el centro de Jerusalén Oeste, tratando de alejarse del estruendo de los disparos. Un francotirador palestino, armado con un fusil Kalásnikov, había abierto fuego contra un grupo de viandantes, que esperaban bajo una marquesina la llegada del autobús. El ataque, que se saldó con treinta heridos, se había desencadenado pocas horas después de que las tropas de Israel abatieran en Nablús, al norte de Cisjordania, a cuatro responsables del ejército secreto de Hamás.
La calle Jaffa, a medio camino entre la pizzería Sbarro, donde el pasado 9 de agosto un comando suicida de Hamás asesinó a 15 personas, y la plaza de Sión, en la que el 1 de diciembre otro radical mató a 10 israelíes, se vio ayer sumida en el pánico cuando un tirador suicida palestino disparó sobre la multitud. 'Lo hizo de manera fría. Sacó el fusil de debajo del abrigo. Puso el cargador en el arma. Y empezó a disparar desde el centro de la calzada contra la gente que estaba esperando el autobús', explicaba Yussef Turner, de 37 a?os.
El tiroteo había durado diez minutos interminables, hasta que el hombre agotó su cargador. Unos agentes de policía dispararon sobre él. Su cuerpo quedó tendido sobre el asfalto, el tiempo suficiente para que las fuerzas policiales se aseguraran de que no llevaba ninguna bomba encima. Sólo entonces la ambulancia se llevó el cadáver.
La agresión fue reivindicada al mismo tiempo por las Brigadas de Al Aqsa, milicia vinculada Al Fatah, y por las Brigadas de Ezzedine al Kassam, brazo militar de Hamás. La doble autoría confirmaría una vez más la unidad de los grupos radicales palestinos. Todos coinciden en reconocer que el nuevo shahid (mártir) es Said Ibrahimi, de 24 a?os, vecino de la aldea de Atil, cerca de Nablús, militante de Al Fatah.
El ataque suicida se producía 12 horas después de que un comando de las fuerzas israelíes, protegido por tanques y vehículos blindados, irrumpiese en la ciudad autónoma de Nablús, norte de Cisjordania (100.396 habitantes), en una operación destinada a desarticular un laboratorio de Hamás en el que se fabricaban explosivos.
La maniobra se saldó con la muerte de cuatro dirigentes del ejército secreto de Hamás, entre los que se encontraban Jaser Samro y Nisam Abu Ros, responsables de esta milicia en Cisjordania. La operación fue calificada por el mando israelí como un éxito, y por los palestinos, como un nuevo episodio de 'guerra sucia'.
Los portavoces de Hamás anunciaron ayer desde Gaza y Cisjordania que desencadenarán una 'guerra total' contra Israel. Según un comunicado oficial, dan por acabada la tregua abierta en navidades, bajo las órdenes de Yasir Arafat. 'Esta matanza ha abierto las puertas a la guerra total, que golpeará a los sionistas en todas partes y con todos los medios de que disponemos', asegura el comunicado.
A la misma hora en la que Hamás anunciaba venganza, millares de militantes islámicos se lanzaban a las calles de Nablús para asediar la prisión palestina y reclamar la libertad de los fundamentalistas detenidos. Los enfrentamientos entre la policía autónoma y los fundamentalistas generaron el temor a una revuelta general contra la Autoridad Nacional Palestina. La turba sólo se calmó cuando, a última hora del mediodía, vio aparecer por la puerta de la prisión a uno de sus dirigentes, liberado gracias a una orden firmada por el propio Arafat.
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