Dos equipos en su ley
La Copa necesita partidos como ¨¦ste de San Mam¨¦s, donde el f¨²tbol alcanz¨® una belleza que probablemente estuvo m¨¢s relacionada con la emoci¨®n que con la t¨¦cnica. Pero as¨ª es un juego que admite m¨²ltiples miradas y permite casi todos los matices. Pocos equipos est¨¢n m¨¢s distantes que el Athletic y el Madrid. As¨ª ha sido durante la larga historia de los dos equipos y as¨ª contin¨²an, prisioneros de su historia. El Madrid es clase. El Athletic es vigor y sacrificio. Del choque de estilos surgi¨® un encuentro apasionante que da dignidad a una competici¨®n maltratada en Espa?a. Todo acompa?¨®: la excelente arrancada del Madrid, la demostraci¨®n de calidad en el gol, la voluntad del Athletic para sobreponerse a sus carencias y a la incertidumbre que se apoder¨® del equipo. Y el escenario. Se llen¨® San Mam¨¦s con una hinchada que tiene a la Copa como propia, por encima de lo que parece un largo desafecto: 17 a?os sin alcanzar la final de un torneo que provoca una ebullici¨®n misteriosa en la tribu rojiblanca.
El partido dijo casi todo de los rasgos principales de los dos equipos. No hubo duda de la superioridad del Madrid en largos trechos del encuentro. A la capacidad de Zidane, Figo y Roberto Carlos para dominar el juego desde sus fant¨¢sticas condiciones se a?adi¨® la sensaci¨®n de poder que ejerci¨® el equipo. En esos instantes se observ¨® la diferencia entre el Madrid que est¨¢ acostumbrado a defender su prestigio en todas las grandes competiciones y el sufriente Athletic, ajeno al poder del f¨²tbol durante demasiado tiempos. Hab¨ªa mucha ingenuidad en su juego y numerosas carencias, principalmente en sus defensas, lacra que no acaba de arreglar el club. En unos d¨ªas donde cualquier equipo dispone de un par de defensas aseados con la pelota, el Athletic padece un calvario en estas cuestiones. La hipertensi¨®n de sus zagueros es la consecuencia de sus enormes limitaciones. El gol de Zidane, espl¨¦ndido en la resoluci¨®n, simplemente abund¨® en el problema de los centrales del Athletic. El error de Lacruz es conceptual: mal perfilado y sin recursos t¨¦cnicos para bloquear un pase sencillo.
Pero los m¨¦ritos del Athletic no pueden pasar inadvertidos. Se encontr¨® con el factor a?adido de la buena actuaci¨®n de Aranzubia. A la espera del mes¨ªas que acabe con la larga incompetencia de los porteros del Athletic, Aranzubia dio algunos motivos para pensar que es el guardameta sobre el que debe edificarse el equipo. Por lo dem¨¢s, el Athletic se pareci¨® a todos los athletics que han sido: unos jugadores que funcionan mejor a tambor batiente en los momentos m¨¢s dif¨ªciles. Y ¨¦ste fue uno de ellos. El encuentro parec¨ªa acabado en el comienzo del segundo tiempo, con el Madrid en su mejor versi¨®n. Pero le falt¨® el gol y quiz¨¢ le sobr¨® suficiencia. Se vio demasiado ganador. Y, como tantas veces ha ocurrido en las grandes citas de San Mam¨¦s, el Athletic no declin¨®. Sali¨® el abrumado Orbaiz, entr¨® Carlos Garc¨ªa, nadie desfalleci¨® y el equipo encontr¨® el hilo de la historia, el viejo juego directo que no da tregua. Al hermoso gol de Etxeberria sigui¨® un remate al palo de Urzaiz, y luego el segundo gol, y hasta un remate que exigi¨® la palomita de Casillas. En San Mam¨¦s se empez¨® de una manera y se termin¨® de otra. Hubo partido, por tanto. Y uno vibrante. Como se merece la Copa.
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