?Qu¨¦ est¨¢ pasando?
De acuerdo: una ense?anza de las ¨²ltimas elecciones vascas es que no se puede derrotar a la vez a ETA y al nacionalismo. Es cierto que ¨¦ste se beneficia del empuje del mundo violento, pero no son lo mismo. Adem¨¢s, ha ocurrido algo no previsto por nadie: el vaciamiento de HB, aparte de permitir al PNV conservar el poder, le ha proporcionado una coartada moral para su deriva soberanista. La de que sirve para arrebatar apoyos sociales al terrorismo, desplegando una pol¨ªtica paralela a la de los radicales, pero pac¨ªfica.
Sin embargo, no est¨¢ claro c¨®mo conseguir asociar al nacionalismo al frente contra ETA sin que el precio sea avalar su pol¨ªtica de ruptura del consenso estatutario. Ya no se plantea, como en el pacto con ETA, la exclusi¨®n, en tanto que enemigos de Euskal Herria, de los 575.000 votantes de PP y PSOE. Sino s¨®lo la de los 325.000 del PP. El nacionalismo de Arzalluz necesita un buen enemigo. Le servir¨ªa el PSOE, pero prefiere al PP. La acusaci¨®n de que Redondo se hab¨ªa entregado a La Moncloa fue un lugar com¨²n en la prensa nacionalista antes de ser incorporada al discurso de los que le hac¨ªan la cama. Lo que divide a los socialistas vascos no es la conveniencia de intentar recomponer la unidad con los nacionalistas frente a ETA -que nadie discute- sino si es aceptable esa condici¨®n impl¨ªcita del PNV-EA (aislar al PP, convirti¨¦ndolo en enemigo principal) para alcanzar acuerdos pol¨ªticos.
Hay un cierto voluntarismo en quienes sostienen que los nacionalistas han roto ya con la l¨®gica de Lizarra o que hay que restablecer los pactos con ellos para ayudarles a romper definitivamente. El mismo d¨ªa que se conoc¨ªa la retirada de Redondo, el portavoz del PNV declaraba la vigencia de Udalbiltza: la asamblea de municipios de Euskadi, Navarra y Pa¨ªs vasco-franc¨¦s ideada por ETA/HB como alternativa al Parlamento vasco. Tras la ruptura de la tregua, PNV y EA expulsaron de esa asamblea a los representantes de HB, que cre¨® la suya, pero la mantienen activa porque, dice Egibar, 'dentro de a?o y medio tenemos elecciones municipales' y 'la apuesta sigue vigente'. Ayer, el Parlamento vasco aprob¨®, gracias al respaldo de Batasuna, subvencionarla con 75 millones.
El nuevo presidente del PNV en ?lava, I?aki Gerenaberrena, declaraba el lunes a Gara que la ¨²nica soluci¨®n es 'un escenario al estilo de Lizarra', aunque ampliado con 'un partido espa?ol'. Un partido como el PSOE, que haga menos inveros¨ªmil, por ejemplo, la incorporaci¨®n de Navarra, donde el voto nacionalista no llega al 20%. Y que sirva de coartada pluralista a un proyecto excluyente. Por eso, m¨¢s importante que lo que digan las ponencias es el mensaje que la retirada de Redondo transmite al nacionalismo: el de una disposici¨®n a relativizar las condiciones y a eliminar los obst¨¢culos para el entendimiento. Sin reparar en gastos: el juego sucio utilizado al final hace sospechar que no s¨®lo hab¨ªa paranoia en la impresi¨®n de acoso de que habl¨® Redondo. Es cierto que ha cometido errores, pero ser¨ªa hip¨®crita ignorar que antes le hab¨ªan abandonado aquellos de los que parec¨ªa l¨®gico esperar apoyo. Los cuales no parecen considerar relevante el dato de que la pol¨ªtica que acab¨® encarnando (diferente a la anterior) ha sido respaldada por 253.000 votantes, cifra nunca antes alcanzada en unas auton¨®micas. Se repite lo que le hicieron a Garaikoetxea tras las elecciones de 1984.
?Qu¨¦ est¨¢ pasando? El lunes, tras la Ejecutiva Federal reunida en Barcelona, Zapatero dijo que Maragall le abrir¨ªa las puertas de La Moncloa. Es cierto que para triunfar en las generales el PSOE necesitar¨ªa ganar credibilidad venciendo antes en las auton¨®micas catalanas. Algo que s¨®lo puede conseguir, hoy por hoy, con un candidato como Maragall y un mensaje filonacionalista. Pero la encuesta del CIS confirm¨® ayer que la mayor¨ªa de los espa?oles considera prioridad m¨¢xima el problema de ETA. Para vencer a Aznar en toda Espa?a, el PSOE no puede hacer en Euskadi una pol¨ªtica muy diferente a la que encarnaba Redondo. Esos dos vectores contradictorios siembran la duda en la Ejecutiva, y esa duda ha creado el conflicto que ha dividido a los socialistas vascos. Eso est¨¢ pasando.
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