Droga en Valencia
Casi todo el mundo da por hecho que Rita Barber¨¢ ser¨¢ alcaldesa de Valencia, y por mayor¨ªa absoluta, hasta que le venga en gana. Haga lo que haga o no haga lo que no haga. La ciudad puede irse cayendo f¨ªsica y moralmente a pedazos, da igual; quiero decir, a efectos de la perdurabilidad de Barber¨¢ en el cargo. Ruido exasperante, tr¨¢fico ca¨®tico, droga, delincuencia creciente, fealdad, n¨²cleos urbanos a pique, qu¨¦ m¨¢s. Los expertos en ecuaciones pol¨ªticas dense a todos los diablos y renuncien a desentra?ar la clave del ¨¦xito colosal de la alcaldesa de Valencia. Una oposici¨®n sin rostro definido, ciudadanos con muermo eternamente inoculado por Rold¨¢n, inopia democr¨¢tica, figuras televisivas de series hisp¨¢nicas, the woman next-door, la suegra que todos los casados quisieran tener. Milongas. El ¨¦xito de Rita Barber¨¢ consiste en algo de lo que ni Rita Barber¨¢ tiene idea, de lo que debe congratularse; pues un don que no tiene conciencia de s¨ª mismo es don de dioses y saberse es abrir la caja de Pandora.
Es cierto, acaso, que votar ciudad es m¨¢s arduo que votar autonom¨ªa o gobierno central. Parad¨®jicamente, el voto es m¨¢s fatalista cuanto m¨¢s cercano, si no hablamos de aldeas y pueblecitos. El habitante de la urbe llega a dar por bueno que los males de la urbe son consustanciales, que el caos del tr¨¢fico, por ejemplo, es m¨¢s arduo que una recesi¨®n econ¨®mica. Si Madrid y Barcelona son inhabitables -se justifica el consistorio- ?por qu¨¦ no hab¨ªa de serlo Valencia? De modo que nos quejamos de vicio, pero ni en los sondeos condenamos la pasividad de un Ayuntamiento cuyo deber es mirar m¨¢s lejos y a falta de imaginaci¨®n, de iniciativa o de ganas, imitar a las ciudades europeas que, sin estar libres de miserias, han sabido reducirlas y siguen en la faena.
Hablemos un poco de la droga. Cuando el r¨¦gimen chino era muy comunista -quiero decir, no el h¨ªbrido de hoy- profetizaba la autodestrucci¨®n de Occidente, a manos de la promiscuidad sexual y de la droga. Ahora se pide la legalizaci¨®n de esta ¨²ltima, que al entender de Rojas Marcos, experto en jefe del asunto en Nueva York, ser¨ªa un gran paso adelante hacia el cumplimiento de la profec¨ªa china. 'Se le enviar¨ªa a la juventud un mensaje negativo', dice. Voces al contrario, ¨¦sta parece ser todav¨ªa la opini¨®n mayoritaria en Europa, aunque existen razones a favor y en contra de la despenalizaci¨®n del consumo.
En contra, y puesto que el Ayuntamiento no tiene atribuciones para estar a favor, podr¨ªa decirse que lo legal acaba adquiriendo respetabilidad. Seguro que hay excepciones a esta regla, pero no m¨¢s que las de rigor. Muchas de nuestras normas y leyes amparan conductas que otrora fueron deshonrosas y que dejaron de serlo, en gran medida, gracias al enorme peso que la ley tiene sobre el cambio social. Legal¨ªcese la droga y detr¨¢s vendr¨¢ la respetabilidad y, en consecuencia, se acrecentar¨¢ el consumo per c¨¢pita y el n¨²mero de consumidores; que algo tendr¨¢ el agua cuando la bendicen. La droga est¨¢ aqu¨ª para quedarse, como se qued¨® el alcohol hace milenios y como me temo que ocurrir¨¢ tambi¨¦n con el rock and roll, tercer ¨¢ngulo del tri¨¢ngulo maldito. Pensar que a droga libre menos delitos asociados al consumo no me parece lo m¨¢s veros¨ªmil. Los narcos no se arruinar¨ªan, pues a m¨¢s de crear un mercado paralelo, derivar¨ªan caudales a negocios tanto o m¨¢s lucrativos: trata de blancas, prostituci¨®n infantil, esclavitud, inmigraci¨®n ilegal y lo que vaya surgiendo. La creciente complejidad tecnol¨®gica trae consigo m¨¢s bienes y m¨¢s males y cada individuo utilice su propia balanza. En cuanto a la droga, causar¨ªa menos v¨ªctimas entre los no consumidores, pero tantas o m¨¢s muertes de perro y de post¨ªn entre los consumidores; pues ninguna precauci¨®n m¨¦dica impedir¨ªa la progresiva destrucci¨®n de los cuerpos entre una clientela acrecentada a paso de gigante. En fin, no s¨¦.
En Espa?a, puerta europea de este tr¨¢fico, hay poco m¨¢s de dos mil agentes dedicados a combatirlo; sus medios son escasos y para colmo de da?os los cuerpos policiales rivalizan entre s¨ª a causa de las competencias respectivas. Las potestades de los ayuntamientos son escasas ante una situaci¨®n que requiere el trabajo conjunto y bien coordinado de las tres administraciones involucradas. De modo que ser¨ªa abusivo culpar s¨®lo a do?a Rita y su elenco del estado de cosas en la ciudad de Valencia. Pero entonces, ?por qu¨¦ se comprometi¨® ella -en 1991- a poco menos que erradicar la droga si ganaba las elecciones a la alcald¨ªa? A mayor abundamiento, lo hizo ante notario, golpe teatral destinado a los cartagineses, que son legi¨®n. Un contrincante audaz hubiera replicado pidiendo jurar ante el rey y de rey abajo ninguno. Naturalmente, yo no cre¨ªa ni creo que Barber¨¢ iba en serio, pues prefiero los maquiav¨¦licos golpes de efecto a la ingenuidad. As¨ª en la tierra como en el cielo, aunque sin am¨¦n.
Quedamos pues en que la alcaldesa puede prometer una y otra vez, impunemente, terminar con el terrible problema de la droga en su feudo. Lo que no puede es cumplir su promesa. ?Podr¨ªa al menos intentarlo con mayor vehemencia e imaginaci¨®n? Algo es algo y menos da una piedra, seg¨²n que piedra, dicho sea de paso. Aqu¨ª, lejos de haberse resuelto nada, polic¨ªa, camellos y clientela juegan al rat¨®n y al gato que es un divertido espect¨¢culo para espec¨ªmenes de tierna edad. Hoy te persigo en Velluters, ma?ana en Campanar, nos vamos a Mislata, ahora al supermercado del cauce. Toda una atracci¨®n tur¨ªstica. Los agentes de la nacional, como he dicho, est¨¢n mal equipados y son pocos, cosa no achacable a Barber¨¢ ni a la Generalitat, las cosas como sean. En Espa?a entera los delitos de toda ¨ªndole se disparan mientras disminuye el n¨²mero de agentes del orden, no sabemos por qu¨¦ regla de tres. Pero, ?qu¨¦ me dicen de los guardias urbanos? ?Existen en Valencia, excepto los que se dedican a regular el tr¨¢fico o a eso parece que se dedican? Vi a una pareja en Campanar y a otra en Malilla, pero jurar¨ªa que era la misma. Y, ?son in¨²tiles las narcosalas? Funcionan en varios pa¨ªses de vanguardia y cabe perfeccionarlas. Ya hay sentencias contra el botell¨®n. Con la droga hay que convivir, pero que la resignaci¨®n no lleve a la inercia y/o a la rutina. Leo que las ratas cumplen una funci¨®n en el subsuelo, pero no por eso les vamos a echar queso ni est¨¢n de sobra los raticidas. ?Cree alguien que en la ciudad de Valencia se hace lo humanamente posible para contener la droga y la cada vez m¨¢s alarmante delincuencia callejera? ?Cree alguien que el Ayuntamiento no puede dar m¨¢s de s¨ª a pesar de las restricciones a la FEMP?
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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