Historias del 'corralito'
Los argentinos se han visto obligados a alterar su vida cotidiana y a aprender miles de trucos para recuperar sus ahorros
El volc¨¢n argentino est¨¢ latente despu¨¦s de varias semanas de intensa erupci¨®n. La atenci¨®n informativa sobre lo que ocurre en este pa¨ªs incomprensible ha disminuido moment¨¢neamente, pero la pesadilla que viven sus habitantes es interminable. El corralito ha roto h¨¢bitos de comportamiento. El dinero en efectivo escasea y quienes ten¨ªan ahorros o deudas se devanan los sesos para recuperar sus dep¨®sitos bloqueados en los bancos. Por primera vez desde el estallido de la crisis, los argentinos fueron convocados anoche a un cacerolazo en todo el pa¨ªs, que el Gobierno del peronista Eduardo Duhalde intent¨® desactivar sembrando el miedo entre la poblaci¨®n. El centro de Buenos Aires y las principales ciudades fueron tomados por fuerzas policiales.
Hasta los delincuentes tendr¨¢n que modificar sus h¨¢bitos y cambiar la forma de asaltar
Los empleados de banca viven un aut¨¦ntico calvario para explicar a una clientela angustiada las consecuencias del corralito. Su trabajo consiste en buena medida en escuchar quejas y lamentos. La autoridad bancaria modifica una y otra vez las disposiciones. Comprender los efectos de la pesificaci¨®n de las deudas al tipo de cambio de 1 por 1, el estado de las deudas en d¨®lares no pesificadas o de las deudas no bancarias o de las excepciones al corralito requiere un cursillo acelerado y mucha paciencia. Algunos se lo toman con buen humor, como la familia Wakstein, que acudi¨® a su banco para reclamar por en¨¦sima vez los fondos de su plazo fijo. Recibi¨® la respuesta de siempre: el dinero est¨¢ en el corralito. Pero esta vez Marcelo, acompa?ado de su esposa y sus dos hijos con indumentaria de playa, se instal¨® en la sucursal bancaria con sillas plegables, esterillas, pelota, termo y mate, y despleg¨® una pancarta: 'Este banco se qued¨® con el futuro de mis hijos. Devu¨¦lvanselo'.
La p¨¦rdida de confianza en las instituciones y en el propio pa¨ªs es enorme. S¨¢lvese quien pueda parece la conclusi¨®n de muchos. Como la de aquella mujer coreana que fue detenida en el aeropuerto de Ezeiza por la Polic¨ªa Aeron¨¢utica cuando intentaba subir a un avi¨®n de Air Canada con destino a Brasil y con un inofensivo osito de peluche que ocultaba en su interior 70.000 d¨®lares (78.563 euros). Las restricciones en vigor proh¨ªben sacar del pa¨ªs m¨¢s de 10.000 d¨®lares en efectivo.
La falta de liquidez agudiza el ingenio, y el casino recibe hoy visitas insospechadas de aquellos que buscan dinero en efectivo. Llegan supuestos jugadores que compran mil fichas de un peso con tarjeta de cr¨¦dito. Despu¨¦s de un buen ejercicio de simulaci¨®n, vuelven a la caja para canjear las fichas que dicen haber ganado. De este modo consiguen mil pesos.
Otros recurren al empe?o de sus pertenencias m¨¢s valiosas. As¨ª lo indica el aumento de operaciones de la cartera encargada de los empe?os del Banco de la Ciudad de Buenos Aires. Joyas, cuadros, jarrones, vajillas e incluso electrodom¨¦sticos son el aval para obtener dinero en efectivo.
Las ventas han ca¨ªdo en picado, y de ello dan buena cuenta los supermercados, cuyos responsables explican que los clientes buscan y buscan los mejores precios y las ofertas del d¨ªa antes de empezar a llenar sus carritos. La gente compra lo justo y lo m¨¢s barato. Muchos comercios todav¨ªa no han recibido la m¨¢quina de tarjeta de d¨¦bito porque, al parecer, hay una larga lista de espera por exceso de demanda. La cadena de pagos est¨¢ rota en muchos sectores -los cheques rechazados ascienden a 431 millones-, lo que genera inconvenientes con la reposici¨®n de mercader¨ªa en los comercios. Hay restaurantes con problemas de abastecimiento que se traducen en la eliminaci¨®n de ciertos platos de la carta. Cada d¨ªa es m¨¢s dif¨ªcil conseguir prensa extranjera en Buenos Aires, porque la organizaci¨®n que distribuye los diarios brit¨¢nicos y estadounidenses no puede girar divisas al exterior. Como consecuencia, dos l¨ªneas a¨¦reas que vuelan a Buenos Aires han dejado de traer ejemplares.
En el sector de la vivienda, el 60% de los porte?os no paga gastos inmobiliarios, lo que impide el pago de servicios, impuestos y sueldos de los encargados de los edificios. Muchas administradoras de consorcios tienen fondos de reserva para las situaciones de emergencia que han quedado atrapados en el corralito.
Hasta los delincuentes tendr¨¢n que modificar sus h¨¢bitos y olvidarse del t¨ªpico asalto en un taxi, con la connivencia del conductor, en el que el pasajero deb¨ªa entregar su tarjeta de cr¨¦dito, que era vaciada hasta el l¨ªmite de 700 o 1.000 pesos. Las restricciones del corralito s¨®lo permiten extraer 300 pesos a la semana.
En el campo hay problemas para cobrar y pagar. No hay precio para el trigo. Estancieros con grandes propiedades y numerosas cabezas de ganado tienen problemas para pagar a los peones.
En las ciudades han vuelto las pintadas, despu¨¦s del auge de los a?os ochenta y su virtual desaparici¨®n en los noventa. Ahora ni los muros de los edificios hist¨®ricos se salvan de la 'bronca' generalizada, que se expresa en pintadas an¨®nimas de todos los tonos. 'Ya dejamos el chupete, ahora que nos quiten el corralito', pod¨ªa leerse en un muro del Cabildo de Buenos Aires.
La otra conclusi¨®n recuerda aquella gran pintada que apareci¨® un d¨ªa de los setenta en el aeropuerto de Montevideo: 'El ¨²ltimo, que apague la luz'. Las colas frente a los consulados van en aumento. Ya no son s¨®lo los descendientes de espa?oles e italianos. Recientemente, un buen contingente de jud¨ªos emigr¨® a Israel. Ahora son los de origen polaco los que acuden al consulado, porque ven el pa¨ªs de sus ancestros, con el que probablemente nunca so?aron, como la puerta a Europa cuando Polonia ingrese en la UE.
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