Nueva era
Este caudillo cristiano liban¨¦s, Hobeika, mat¨® con sus manos y las de sus milicias, no menos cristianas, unas setecientas personas musulmanas, palestinas, en un campo de refugiados. Mujeres, ni?os y ancianos, se dec¨ªa: o sea, no combatientes ni armados. Pasaron muchos a?os, y ahora en B¨¦lgica se quiere juzgar al primer ministro de Israel, el general Sharon, por aquellos cr¨ªmenes, que fueron cometidos con su anuencia, quiz¨¢ por su orden: ¨¦l era el guardi¨¢n que no s¨®lo dej¨® matar, sino que luego no dej¨® entrar a quienes trataban de socorrer y recuperar heridos. El asesino cristiano iba a declarar contra ¨¦l en ese juicio que va a ser imposible: le han matado. Fuera testigos. Oigo la noticia junto a otra: una radio me cuenta que Estados Unidos estudia la posibilidad de romper las relaciones con Arafat. En raz¨®n de que es un terrorista. En septiembre, cuando el desastre de las Torres -por los asesinos musulmanes-, Bush declar¨® que estaba decidido a crear el Estado palestino: ahora ayuda a deshacerlo. O a crear otro, un Estado bajo protectorado de Israel. Un compa?ero me cuenta de otro que llega de Ramala: la casa donde vive Arafat sin poder salir ni a la ventana est¨¢ rodeada de m¨¢s de veinte tanques de Israel. Los ca?ones apuntan a cada una de las habitaciones. En un momento, la casa entera podr¨¢ volar por los aires: el destino de los terroristas designados. No describo nada nuevo: vivimos sobre cementerios de asesinados.
Lo que cuento es algo m¨¢s grave: la rotura de una civilizaci¨®n basada en una moral y una ¨¦tica, en un honor y unas leyes que trataban insensatamente -por imposible- de meter piedad donde s¨®lo hab¨ªa fuerza: aunque s¨®lo fuera por un juego de reciprocidad. Siempre he cre¨ªdo que moral y ¨¦tica, y honor y piedad, y otros sin¨®nimos, eran una creaci¨®n del Poder para que los que no lo tienen no los agredieran. La manera en que ellos mismos declaran que hasta esa ¨¦poca ha terminado es lo realmente significativo. Es el desastre en que nos vamos hundiendo, es el tiempo en que le quitan a la justicia la venda de los ojos: que mire bien a quien mata, no vaya a ser uno de sus inventores. Hubo uno que dec¨ªa que 'el fin justifica los medios': pero ?c¨®mo se justifica el fin? Otro dijo que no hay l¨ªmites en la defensa de la libertad, pero ?de qu¨¦ libertad?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.