Influir o mandar
Para entender las desavenencias que viven CiU y el PP, en ocasiones es mejor recurrir a la vida cotidiana que al an¨¢lisis de los polit¨®logos. Lo de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Jordi Pujol puede ser visto como los dilemas que se les presentan a los que sostienen relaciones extramatrimoniales. Como es conocido, este tipo de relaci¨®n est¨¢ sometido a un fuerte desgaste emocional, acompa?ando momentos dulces con otros borrascosos, y son frecuentes los finales tr¨¢gicos. Despu¨¦s de a?os de amancebamiento, es normal que llegue un momento en que una de las partes pida a la otra legalizar la relaci¨®n. Acostumbra a ser la parte que se ve m¨¢s perjudicada la que exige pasar por el altar. Primero en la intimidad. Pero si el otro se muestra renuente, la presi¨®n pasa a ser m¨¢s p¨²blica, bajo el chantaje de una buena dote (cuatro ministerios y una vicepresidencia) y la sutil amenaza de romper la relaci¨®n, con perjuicio para los herederos.
Jordi Pujol vive, sin embargo, esta relaci¨®n de acuerdo con los moldes de conducta propios de la burgues¨ªa, bien reflejados en La saga de los Rius. Practica la hipocres¨ªa moral propia de los burgueses, consistente en defender las virtudes de la familia monog¨¢mica -especialmente por motivos patrimoniales- sin renunciar a la relaci¨®n extramatrimonial que le permita seguir disfrutando de la felicidad que da el poder. Su familia pol¨ªtica tolera bien esa relaci¨®n a la vista de los beneficios que produce. Y entre la alternativa de practicar el amancebamiento con la izquierda, los independentistas o la derecha, acaba diciendo lo mismo que dijo la esposa de Rius al ver a la amante de ¨¦ste en el Liceo: 'M'agrada m¨¦s la nostra'. Lo que no puede soportar es la pretensi¨®n de oficializar esa relaci¨®n; es decir, la pr¨¢ctica de la bigamia legal. Aunque venga acompa?ada de una oferta de una buena dote, como es el caso. Teme que una vez aceptada, la otra acabar¨¢ qued¨¢ndose con el patrimonio.
A mi juicio, la oferta de Aznar a Pujol no tiene nada que ver con una OPA hostil del PP a CiU. Estoy seguro de que es una decisi¨®n individual, no tratada ni con sus ¨ªntimos. Responde a la psicolog¨ªa del personaje y al papel hist¨®rico que parece encarnar. Aznar es un pol¨ªtico recio, que se siente impulsado por un designio proveniente de lo m¨¢s alto para llevar a cabo una tarea hist¨®rica: volver a cohesionar Espa?a y ponerla en el sitio que le corresponde en este mundo global. Hombre de palabra, modelo castellano viejo, su deseo es dejar una huella pol¨ªtica que le trascienda. No ha pedido a Jordi Pujol que abandone sus ideas nacionalistas. Lo que pide es oficializar la bigamia entre el ideal nacionalista y su idea de Espa?a. Y qu¨¦ mejor huella que la de unir los nacionalismos en un mismo destino hist¨®rico. Vamos, como lo de Isabel de Castilla y Fernando de Arag¨®n; al parecer, por cierto, otro ejemplo de pareja de hecho. Vaya herencia que dejar¨ªa. Sean cuales fueren las motivaciones profundas de la oferta de Aznar y las respuestas de Pujol, el hecho es que esa propuesta plantea un antes y un despu¨¦s para CiU. Nada ser¨¢ igual. Tanto si acepta (cosa del todo improbable) como si no, Artur Mas no puede plantear su estrategia pol¨ªtica de la misma forma que lo hizo hasta ahora Pujol. ?Se imagina alguien a CiU volviendo a utilizar el lema electoral de 'para ser decisivos en Madrid'? Aznar ha colocado a Mas en el dilema de decidir si en el terreno de la pol¨ªtica espa?ola y europea quiere influir o mandar.
Hasta ahora la opci¨®n de CiU ha sido influir, apoyando en Madrid al gobierno de turno para obtener ciertas ventajas leg¨ªtimas. Ese ha sido el verdadero comedero que han practicado todos los nacionalismos y regionalismos en Madrid. Si Mas, por escr¨²pulos ideol¨®gicos o c¨¢lculo pol¨ªtico, rechaza el mandar, tambi¨¦n le ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil de ahora en adelante influir. Respecto a los escr¨²pulos ideol¨®gicos nada he decir. Pero si el rechazo es por c¨¢lculo pol¨ªtico, puede equivocarse. Tiene que arriesgarse. De la misma forma que pide a los empresarios familiares que formen grupos de mayor dimensi¨®n y se internacionalicen, ¨¦l tiene que asumir ese mismo riesgo. No es seguro que pueda mantener en el corralito propio los votos hasta ahora obtenidos. La fuga le puede venir tanto de la aceptaci¨®n de la propuesta como de su rechazo. CiU tiene mucho votante que no le hace ascos al mandar en Madrid. Y una decisi¨®n de ese tipo puede traerle votos, aunque sea temporalmente, desde el ¨¢mbito socialista y el de los populares. Tiempo al tiempo. En cualquier caso, parece claro que se ha acabado lo de continuar como pareja de hecho.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
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