De enfermera a terrorista suicida
Wafa Idris fue la mujer que provoc¨® un atentado el domingo en Jerusal¨¦n
Shihaz al Amoudi nunca existi¨®. La dama negra de la Intifada palestina, que el pasado domingo se inmol¨® con una carga de dinamita en la calle de Jaffa, en Jerusal¨¦n Oeste, asesinando a un anciano de 81 a?os, hiriendo a m¨¢s de 150 viandantes, destruyendo una docena de tiendas y provocando el p¨¢nico en el centro de la ciudad, se llamaba en realidad Wafa Idris, era enfermera de profesi¨®n y trabajaba como voluntaria en la Media Luna Roja.
Wafa, la primera mujer bomba de la historia de la resistencia palestina, hab¨ªa nacido hace 27 a?os en el campo de refugiados de Al Amari, en las afueras de Ramala, una de las bolsas de pobreza m¨¢s olvidadas de Cisjordania, en el seno de una humilde familia oriunda de la ciudad ocupada de Lod, a medio camino entre Jerusal¨¦n y Tel Aviv.
'Siempre estaba contenta a pesar de sus desgracias', recuerdan sus vecinos del campo de refugiados
Esta muchacha era la ¨²nica hija de un clan de cuatro hermanos que hasta ayer dirigi¨® con pu?o de hierro y energ¨ªa una anciana, su madre, Im Jalil, que trataba as¨ª de sustituir la autoridad de un padre desaparecido hace poco menos de veinte a?os de un ataque al coraz¨®n. Wafa, que aprendi¨® a sobrevivir entre los meandros de penuria, creci¨® con la misma rapidez con la que su entorno, el campo de Al Amari, se deterioraba y pasaba de ser de uno de los centros m¨¢s ilustrados de la di¨¢spora palestina a lo que es hoy: un mercado de droga, coches robados, tr¨¢fico ilegal de armas y sobre todo un pozo de desesperanza, a poco menos de una decena de kil¨®metros de la frontera con Israel, donde los movimientos radicales palestinos se han enraizado con fuerza y tratan de conseguir adeptos.
Wafa, a pesar de todas estas circunstancias, hab¨ªa conseguido licenciarse como enfermera en una escuela de formaci¨®n media situada no lejos de su casa, para despu¨¦s pasar a convertirse en voluntaria permanente de la Media Luna Roja. Formaba parte de ese ej¨¦rcito de m¨¢s de tres mil personas que desde Cisjordania y Gaza colaboran de manera peri¨®dica con la primera red asistencial de Palestina. Los archivos de la Media Luna Roja de Ramala certifican que Wafa revalid¨® su compromiso con este voluntariado en las primeras semanas de la Intifada, cuando los muertos se contaban por decenas, y los heridos, por centenares, sobre todo los viernes, tras la gran oraci¨®n en la mezquita, cuando los muchachos iban a acosar con piedras a los soldados.
'Era una chica alegre, siempre estaba contenta a pesar de todas sus desgracias', aseguraban los vecinos de Al Amari, haciendo una velada alusi¨®n a su desgraciado matrimonio con un muchacho del campo al que conoc¨ªa de toda la vida, que qued¨® roto pocos meses despu¨¦s de contraer nupcias al quedar certificada su incapacidad absoluta para tener hijos. Algunos testigos, m¨¢s temerarios, aseguran que fue en este punto de su vida cuando decidi¨® comprometerse con la revoluci¨®n palestina, se afili¨® al partido gubernamental de Al Fatah, cuya sede juvenil se encontraba cerca de su domicilio, y pas¨® a convertirse en miembro activo de la nebulosa de los Tanzim, de la que meses despu¨¦s surgir¨ªa esa milicia secreta, la Brigada del Aqsa.
Los aprendices de bi¨®grafos de Wafa afirman que la muchacha hab¨ªa visto morir en los frentes de la Intifada a m¨¢s de setenta combatientes, cuando, formando parte del equipo de la Media Luna Roja, se desplazaba en las ambulancias a los puntos m¨¢s calientes de Cisjordania: desde Tulkarem a Nabl¨²s, pasando por Jenin y llegando a las mismas puertas de Jerusal¨¦n, en Ramala o en Aram. All¨ª -insisten-, Wafa empez¨® a tomar conciencia de la soledad y la desesperaci¨®n de un pueblo que ha sufrido a lo largo de un a?o m¨¢s de 1.500 muertos y millares de heridos, que vive asediado en sus propias ciudades, bajo la mirada constante de los tanques israel¨ªes y sometido a bombardeos insistentes de los hebreos.
'Tal vez en uno de esos momentos se quebr¨® algo en su interior, le dio la sensaci¨®n de que su trabajo no serv¨ªa para casi nada y cruz¨® la l¨ªnea que separa la vida de la muerte; se convirti¨® en una combatiente', contin¨²an sus vecinos, mientras recuerdan que el d¨ªa anterior a su suicidio se desped¨ªa de una amiga que part¨ªa en peregrinaci¨®n a La Meca con unas enigm¨¢ticas palabras, preludio de que se marchaba para siempre: 'Quiz¨¢s sea a m¨ª a quien debas decir adi¨®s'. El domingo, el cuerpo de Wafa saltaba por los aires en el centro comercial de Jerusal¨¦n Oeste.
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