Desastre en el peor momento
La falta de intensidad y los errores en el tiro hunden a Espa?a frente a una Yugoslavia desahuciada
Despu¨¦s de una gran victoria, el batacazo es todav¨ªa m¨¢s grande. Espa?a enga?¨® a la concurrencia superando a Francia con comodidad. Ni siquiera entonces su juego brill¨® a gran altura, pero frente a los campeones del Mundo la motivaci¨®n les lleg¨® a los jugadores por si sola. Y el coraz¨®n les permiti¨® llegar a donde el juego global del equipo no les hubiera dejado. Sin embargo, ayer frente a Yugoslavia la motivaci¨®n deb¨ªa ganarse. Y el equipo de C¨¦sar Argil¨¦s pec¨® de falta de intensidad y encaden¨® una serie de errores que acabaron conden¨¢ndole al desastre, a la lucha por la s¨¦ptima o la octava posici¨®n (ma?ana, 12:00, ante Chequia).
La derrota cay¨® con el estr¨¦pito de una losa en las conciencias de los jugadores y del entrenador espa?ol. Nadie se imaginaba que Yugoslavia, un equipo que hab¨ªa logrado s¨®lo una victoria (ante Croacia en la primera fase) en todo el campeonato, acabara con las ilusiones espa?olas. Era un partido que se daba por ganado, un paso obligado para acceder a las semifinales y luchar por una medalla. Por eso, la confusi¨®n fue todav¨ªa mayor en las mentes de los jugadores: estaban pensando ya m¨¢s en el metal que en el partido.
ESPA?A 32| YUGOSLAVIA 35
Espa?a: Barrufet (Hombrados); Guijosa (2, 1 de p.), O'Callagham (2), Garralda (3), Lozano (2), Hern¨¢ndez (8, 2 de p.) y Entrerr¨ªos (10) -inicial-; Urdiales (1), Prieto (3) y Olalla (1) Yugoslavia: Peric (Petric); Jovanovic (6, 3 de p.), Maksic (1), Bojinovic (6,1de p.), Matic (3), Lisicic (9) y Skrbic (8)-inicial-; Grbic (2) y Sterbik. Parciales: 2-3, 5-6, 8-9, 11-11, 15-12, 15-15 (descanso). 17-16, 18-21, 20-25, 24-27, 27-31, 32-35. ?rbitros: Hansson y Olsson. 4.000 espectadores en el Rocklunda de Vasteras. Espa?a perdi¨® la opci¨®n de entrar en semifinales del Europeo. Jugar¨¢ el s¨¦ptimo u octavo puesto.
Y esa circunstancia tuvo un peso espec¨ªfico en todo el desarrollo del juego. Desde los primeros compases pudo comprobarse que resolver los ataques iba a convertirse en un aut¨¦ntico suplicio. M¨¢s que por el innegable acierto del portero Peric -una pesadilla para algunos jugadores-, por la mala selecci¨®n en el tiro que demostraban los lanzadores espa?oles. El caso del pivote Col¨®n fue el m¨¢s paradigm¨¢tico: vio como le paraban los tres primeros disparos, pr¨¢cticamente a bocajarro.
Sin embargo, la situaci¨®n se fue soslayando, mientras la defensa espa?ola y el portero, Barrufet, mantuvieron un tono aceptable de efectividad. Hasta entonces, la victoria de Espa?a sigui¨® flotando por la pista y la resignaci¨®n parec¨ªa cada vez m¨¢s impregnada entre el equipo balc¨¢nico. Pero no. Era un espejismo.
La realidad se apoder¨® del marcador justo cuando Espa?a ten¨ªa en la mano la primera posibilidad de clavar una estaca en el coraz¨®n de Yugoslavia. Faltaban cinco minutos para la conclusi¨®n del primer tiempo y el grupo de Argil¨¦s mandaba por 15-12. Entonces, los colegiados decretaron la exclusi¨®n de Entrerr¨ªos por dos minutos. Y en aquel momento el decorado cambi¨®. La inferioridad de Espa?a fue aprovechada con premeditaci¨®n y alevos¨ªa por Yugoslavia para irse al descanso con empate a 15.
La confirmaci¨®n de la falta de intensidad del equipo espa?ol, tanto en defensa como en ataque, lleg¨® pocos minutos m¨¢s tarde, cuando ya con desventaja de 17-19, una inferioridad de los balc¨¢nicos acab¨® con un parcial de 1-2. Es decir, que mientras Yugoslavia gan¨® tres goles con un jugador m¨¢s en pista, Espa?a perdi¨® uno con la misma situaci¨®n.
Fue un golpe excesivo. Porque de sopet¨®n, Espa?a se encontr¨® con un marcador de cuatro goles en contra, diferencia que fue ascendiendo hasta llegar a seis (21-27). Para entonces, los nervios se hab¨ªan apoderado ya del equipo espa?ol y la cara de Argil¨¦s, hundido en el banquillo y con la cabeza entre las manos, no dejaba lugar a dudas: la preocupaci¨®n ya le sobrepasaba.
Quedaban alrededor de 13 minutos para la conclusi¨®n. Hab¨ªa tiempo. Pero los yugoslavos se ocuparon de irlo derritiendo con defensas en 6-0 cerradas a ultranza, evitando las penetraciones tanto por el centro como por las bandas, y alargando las jugadas hasta el desespero.
Argil¨¦s tom¨® una decisi¨®n: buscar el robo de balones a trav¨¦s de una defensa agresiva pr¨¢cticamente al hombre. Y ello permiti¨® recuperar un ¨¢pice de esperanza (24-27). Pero otra vez, un par de errores de lanzamiento, o de paradas de Peric, impidieron situarse a dos goles y reabrieron la brecha. Luego, la locura individual, el desespero, las l¨¢grimas. Lo habitual en estos casos.
Espa?a perdi¨® una magn¨ªfica ocasi¨®n de luchar por las medallas. Y ahora se ver¨¢ obligado a recuperar la moral para afrontar en junio la fase de clasificaci¨®n para el Mundial de Portugal del pr¨®ximo a?o. Ser¨¢ la penitencia para una selecci¨®n que tiene calidad, pero que necesita tiempo para consolidarse.
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