Expulsi¨®n, exclusi¨®n
Nada prueba mejor la inspiraci¨®n en una orden religiosa a la hora de configurar Sabino Arana el patr¨®n org¨¢nico del nacionalismo vasco que el ¨¦nfasis puesto desde el principio, casi obsesivamente, en la disciplina. En el reglamento de su embri¨®n en 1894, el C¨ªrculo Euskeriano o Euskeldun Batzokija, se multiplican los mecanismos de control y los supuestos de exclusi¨®n. A la 'pena de expulsi¨®n', en uno de ellos, el m¨¢s grave, la oposici¨®n a los principios doctrinales del grupo, se suma nada menos que la amenaza de publicar 'su excomuni¨®n' (art. 49).
Ha pasado m¨¢s de un siglo y el c¨ªrculo de la libertad de pensamiento no se ha ensanchado para los nacionalistas vascos que sigan fieles a la funesta man¨ªa de pensar. Lo prueba el episodio Guevara, tanto m¨¢s significativo cuanto que su postura respond¨ªa tanto al funcionamiento legal del partido como a su doctrina oficial hasta que Arzalluz por su cuenta, y sin respetar el marco anterior a la Asamblea que confirm¨® la deriva 'soberanista', dio el vuelco de Lizarra. Para ¨¦l no hubo reglas. Arzalluz tampoco se cuid¨® de garantizar que la discusi¨®n sobre el viraje pol¨ªtico se desarrollase con unas m¨ªnimas garant¨ªas para que se expresara el pluralismo del partido. Ahora, al expulsar a Guevara se pretende ante todo dar ejemplo, con lo cual de paso queda una vez m¨¢s de manifiesto la intenci¨®n de atenerse a una estrategia de ruptura con el orden legal en cuyo marco se desenvuelve la acci¨®n del Gobierno nacionalista. El penoso episodio de la negociaci¨®n rota del Concierto ya lo hab¨ªa puesto de relieve. Despu¨¦s del 11-S no se ve bien por qu¨¦ resquicio el PNV y EA, apoyados indirectamente en lo para ellos innombrable, van a colar la marcha hacia la autodeterminaci¨®n y la soberan¨ªa permaneciendo en la Uni¨®n Europea. Pero no cejan, a pesar de una posici¨®n de inseguridad del Gobierno Ibarretxe que en la aventura de los Presupuestos ha rozado lo grotesco.
Todo indica que su ¨²nica baza pol¨ªtica descansa sobre una base moralmente impresentable: la resurrecci¨®n el a?o pr¨®ximo de Udalbiltza, a favor de una victoria en las municipales que vendr¨ªa favorecida por la imposici¨®n del terror sobre los eventuales candidatos constitucionalistas, y su consiguiente deserci¨®n de las candidaturas. As¨ª, a la sombra de los vac¨ªos creados por el miedo a la muerte, y con personajes como Od¨®n Elorza cerrando los ojos, los nacionalistas podr¨¢n esgrimir que Euskadi ha votado abrumadoramente por la soberan¨ªa. De otro modo, se encontrar¨ªan en un callej¨®n sin salida.
En estas circunstancias, con la econom¨ªa viento en popa, los ciudadanos vascos afectados por una creciente inseguridad, ETA contra las cuerdas y una irremediable posici¨®n minoritaria de los partidarios de la independencia, tiene poca explicaci¨®n la forma y el contenido con que se ha desarrollado la crisis del socialismo vasco. Es muy posible que Nicol¨¢s Redondo haya carecido de habilidad al afrontar las cr¨ªticas directas o indirectas contra su gesti¨®n, pero no lo es menos que los acontecimientos del ¨²ltimo mes vinieron a contrastar, por si ello fuese necesario, el acierto de su estrategia.
Desear la alianza con el PNV desde unos supuestos democr¨¢ticos supone tambi¨¦n recordarle que su apuesta por la autodeterminaci¨®n no se sustenta sobre la voluntad de los vascos sino sobre la existencia de ETA y que, en todo caso, entrar siquiera en el debate sobre la autodeterminaci¨®n a la sombra de las bombas, con los datos conocidos sobre las preferencias del electorado, no s¨®lo favorece el terror sino que es netamente antidemocr¨¢tico. Cuando ni siquiera se sabe si habr¨¢ candidaturas socialistas en muchos municipios y el PNV se lava las manos, de acuerdo con la escena b¨ªblica, dirigirse en plan de s¨²plica a Ibarretxe carece de sentido. Si el lehendakari no hizo del llanto pol¨ªtica antes del 13-M no lo va a hacer ahora, cuando los estragos del terror en las filas estatutistas constituyen su ¨²nica posibilidad.
De paso, la exclusi¨®n de Redondo, tras una 'cacer¨ªa' que acertadamente denunci¨® el interesado, pone sobre el tapete la dram¨¢tica ausencia de iniciativa pol¨ªtica por parte de la direcci¨®n 'estatal' del PSOE. Si hab¨ªa otra pol¨ªtica en perspectiva, bien estaba el relevo. Para volver sin Redondo al punto de partida o sembrar confusi¨®n, m¨¢s val¨ªa que el debate interno de los socialistas vascos siguiera su curso.
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