El rojo y el verde
No defraud¨® Rosa Mar¨ªa Sard¨¢ en su esperada reaparici¨®n como anfitriona de la ceremonia de los Goya. Si acaso, en su bien medida actuaci¨®n falt¨® un solo gag: preguntarle bien alto y en directo a la ministra de Cultura, para que se enterara toda Espa?a, qui¨¦n demonios la viste, y si con su modelo color verde mucosa iba incluida la mueca avinagrada que mantuvo en el transcurso de la ceremonia. Claro que no era para menos. Predomin¨® el rojo, y no s¨®lo en los atav¨ªos.
Dada la imposici¨®n del mencionado color en el atuendo de quienes subieron al escenario, resultaba f¨¢cil, desde el principio, aventurar qui¨¦nes subir¨ªan a repartir goyas. Bastaba con echar una ojeada a la platea. Lo que no estuvo claro, hasta el final, fue qu¨¦ pel¨ªcula, de entre las cuatro m¨¢s nominadas, acabar¨ªa llev¨¢ndose un mayor n¨²mero de estatuillas. Ni cu¨¢l de las dos tendencias imperantes acabar¨ªa imponi¨¦ndose: si vencer¨ªa la l¨ªnea integradora e internacionalista, representada por Los otros, o el neopatriotismo de tufo a lo de siempre defendido por Juana la Loca y por la actitud de su despechado director.
'La noche fue integradora. Hubo catalanes, alg¨²n que otro vasco, argentinos a tutipl¨¦n y, oh cielos, un moro. Como la vida misma'.
Como ustedes saben, se impuso lo primero. Lo cual quiere decir que a¨²n no nos hemos vuelto locos del todo.
Pero no fue s¨®lo eso. De hecho, a m¨¢s de uno se le pudo poner verde algo m¨¢s que la indumentaria al asistir a lo que fue una muy europea ceremonia de l¨ªnea progresista-trasnochada, que dir¨ªa alguno de los que ocuparon el mismo Palacio de Congresos en el fin de semana de la Operaci¨®n Triunfo Bis (magn¨ªfica la frase de Sard¨¢, refiri¨¦ndose al evento: 'Ya no tenemos edad para creer en fantasmas').
Progresismo evidente tanto en el rojer¨ªo de los vestidos de las se?oras como en la insistencia de la anfitriona y sus invitados en proclamar las ideas, las tendencias, la inevitable aunque a veces olvidada asociaci¨®n del cine con la mejor parte de la vida, la que no pasa ni de Afganist¨¢n ni de Guant¨¢namo ni de Palestina ni de pateras ni de mujeres maltratadas.Y si hubo intervenciones memorables, como la divisi¨®n de Santiago Segura en Torrente y Torrente 2 por arte de magia, hubo tambi¨¦n parlamentos que no por simp¨¢ticos dejaron de ser hondos: la poes¨ªa de Sard¨¢ que, titulada La magia del cine, habl¨® de la excelencia de los efectos especiales por encima de los efectos colaterales; las coletillas de Alberto San Juan respecto al viejo continente.
Y una aparici¨®n emocionante: la de Abdel, uno de los personajes reales de En construcci¨®n, la pel¨ªcula de Jos¨¦ Luis Guer¨ªn, que aprovech¨® la oportunidad para mencionar al pueblo palestino y la feroz aniquilaci¨®n a que est¨¢ siendo sometido. Francamente, queridos. Ni Susan Sarandon lo hubiera podido mejorar.
Tan rojo como los suntuosos y vaporosos tejidos que medio cubr¨ªan a algunas de nuestras actrices, un Goya de Honor en reconocimiento a toda su carrera que nos honra a todos: Juan Antonio Bardem, que hizo la pregunta de la noche ('?Hay alg¨²n productor en la sala?'), record¨¢ndonos que a menudo el reconocimiento y el desempleo no son incompatibles en una profesi¨®n y entre una gente que, dijo, es de lo mejor. 'There's no people like show people', dijo. Pues lo rojo no quita lo glamouroso.
La Sard¨¢ ha conseguido cuajar un personaje que deber¨ªa valerle, alg¨²n d¨ªa, el Goya a la mejor presentaci¨®n. Se hace mayor y quisquillosa delante de nosotros, y tiene arranques absolutamente geniales, como cuando se larga, refunfu?ando contra los camellos (es de esperar que de los del desierto), de quienes afirma tener amargas experiencias.
De modo que la noche fue integradora. Hubo catalanes por un tubo (qu¨¦ justo el premio a Eduard Fern¨¢ndez), alg¨²n que otro vasco, argentinos a tutipl¨¦n y, oh cielos, un moro. Como en la vida misma. Todos los argentinos, incluso los presentadores, como Juan Diego Botto, dirigieron su pensamiento a su tierra, y nosotros, los espectadores espa?oles que tanto hemos disfrutado este a?o con su cine, pudimos pensar tambi¨¦n en el pa¨ªs hermano, y en las crueles circunstancias que atraviesa.
Se premi¨®, y mucho, a una pel¨ªcula hablada en ingl¨¦s, se premi¨® demasiado a otra que, verdaderamente, me tiene fatigada de tanta locura de amor, y hubo un galard¨®n, que fue mi preferido, para la mencionada En construcci¨®n. La propia presentadora se gan¨® el suyo, lo cual nos dejar¨¢ tranquilos hasta el a?o que viene. L¨¢stima que no tuvimos en cuenta a Nicole Kidman, pero quiz¨¢ era pedir demasiado: con lo que tiene ya, la chica.
Hay que decir que, dentro de lo larga que siempre resulta, la ceremonia result¨® m¨¢s corta que nunca. Hac¨ªa tiempo que el rojo no luc¨ªa tanto y tan bien en un escenario.
Y, menos a¨²n, en ese madrile?o Palacio de Congresos, tan dado a ponerse verde mucosa, ¨²ltimamente.
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