El pr¨ªncipe consorte est¨¢ triste
Enrique de Dinamarca se retira a Francia insatisfecho con su papel en la corte
Treinta a?os despu¨¦s de la coronaci¨®n de la reina Margarita de Dinamarca, su esposo, el pr¨ªncipe Enrique de Laborde de Mont-pezat, ha hecho un repaso de su vida como consorte y ha sacado una dolorosa conclusi¨®n. Su papel a la sombra de la soberana del reino m¨¢s antiguo del mundo ya no le llena, especialmente ahora que su hijo mayor y heredero al trono, Federico, acumula compromisos oficiales. Todo iba bien cuando era el n¨²mero dos, detr¨¢s de su majestad. Pasar a un tercer lugar ha sido m¨¢s dif¨ªcil, dice en una entrevista publicada ayer por el diario dan¨¦s BT. El pr¨ªncipe, de 68 a?os y origen galo, ha contado sus cuitas desde el sur de Francia, donde medita sobre su futuro en el castillo y vi?edos de su propiedad. El rotativo publicar¨¢ hoy la continuaci¨®n de su charla, que no ha generado a¨²n una respuesta oficial por parte de la casa real danesa.
El marido de la reina Margarita medita en su castillo sobre su futuro, abrumado por la falta de responsabilidades
Hijo de condes, Enrique de Montpezat no emplea la palabra depresi¨®n durante la entrevista. Tampoco habla de separaci¨®n conyugal, si bien no aclara cu¨¢nto durar¨¢ su retiro y emprender¨¢ el regreso al palacio de Amalienborg, hogar de la familia real danesa desde 1760. Lo que le abruma es la falta de atenci¨®n y aut¨¦nticas responsabilidades cuando todav¨ªa se siente ¨²til y una abdicaci¨®n a favor del pr¨ªncipe Federico parece lejana. Claus von Amsberg, esposo de la reina Beatriz de Holanda, ha tenido problemas similares desde que ¨¦sta accediera al trono en 1966. Hace tiempo que el pr¨ªncipe, tambi¨¦n consorte, es el miembro m¨¢s respetado de la casa de Orange, pero las depresiones han minado su salud hasta el extremo de haberse visto obligado a hacer acopio de fuerzas durante semanas para poder asistir, el pasado s¨¢bado, a la boda de su primog¨¦nito, Guillermo Alejandro, con la joven argentina M¨¢xima Zorreguieta. Un enlace al que la reina de Dinamarca acudi¨® sola causando sorpresa entre los holandeses. Antes de que su marido decidiera viajar a Francia, la propia Margarita II confesaba a principios de enero a la revista ?Hola! lo dif¨ªcil que resultaba para una reina encontrar un compa?ero. 'La felicidad matrimonial consiste en que dos personas se entiendan bien y puedan sorprenderse mutuamente de vez en cuando', afirmaba, para despu¨¦s admitir que hab¨ªa temido ser una reina soltera. 'Tampoco quer¨ªa casarme sin amor s¨®lo para poder reinar, porque hubiera enga?ado a mis padres y a Dinamarca', a?ad¨ªa.
En medios de la agencia de noticias danesa Ritzaus Bureau, no se dudaba ayer del cari?o que se profesa la pareja, pero se suger¨ªa que tal vez el pr¨ªncipe consorte echara de menos un papel oficial relevante ante la opini¨®n p¨²blica. Una posibilidad que la Constituci¨®n danesa no prev¨¦ hoy para las parejas de sus soberanas. Mucho antes de sentirse tan vac¨ªo como asegura al rotativo BT, el conde Enrique de Montpezat ejerc¨ªa de tercer secretario de la embajada de su pa¨ªs en Londres. Eran los a?os sesenta y la capital brit¨¢nica viv¨ªa una de sus d¨¦cadas m¨¢s conflictivas socialmente a la vez que productivas en el terreno art¨ªstico. All¨ª se traslad¨® la entonces princesa heredera danesa, que hab¨ªa estudiado en la Universidad de Cambridge y se graduar¨ªa luego en Econom¨ªa y Sociolog¨ªa en la London School of Economics. La pareja contrajo matrimonio en 1967 en la antigua iglesia naval de Copenhague y tuvo enseguida dos hijos, los pr¨ªncipes Federico y Joaqu¨ªn.
'Mi marido es mi mejor cr¨ªtico y ejerce una gran influencia sobre m¨ª, sobre todo en el terreno art¨ªstico', aseguraba Margarita II a principios de enero. Ella, que pinta, ilustra libros infantiles, dise?a vestuarios de ballet y teatro y traduce al dan¨¦s a cl¨¢sicos franceses, admite que a sus 62 a?os ha acumulado muchas experiencias que la han ayudado a madurar y sentirse m¨¢s segura de s¨ª misma. Una fortaleza de car¨¢cter que los daneses no saben a¨²n si echar de menos en su pr¨ªncipe consorte. Una figura en cierto modo oscurecida por la enorme popularidad de una reina digna e informal cuando la situaci¨®n lo requiere y que admite disfrutar mucho con su regio trabajo.
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