Escucha, ciudadano director general
Nos dirigimos a ti para denunciar una decisi¨®n discrecional que en los pr¨®ximos d¨ªas pretendes adoptar. En principio, parece un tema menor, absolutamente secundario si lo comparamos con las graves medidas que toma el Gobierno para garantizar el bienestar de la Espa?a de hoy. Parece, en efecto, que el asunto que te proponemos es un tema secundario de unos padres lastimeros. Al fin y al cabo, decisiones toscas o precipitadas de las autoridades no son una rara excepci¨®n, sino una propensi¨®n antigua, antiqu¨ªsima, la propensi¨®n de decidir sin contar con las personas afectadas. Sin contrapesos, la tecnocracia y la gesti¨®n son eso: la decisi¨®n de experto que no se sustenta en el inter¨¦s de los administrados.
Sin embargo, desde los cl¨¢sicos liberales, desde esos mismos referentes que el PP invoca y que luego no siempre hace propios, sabemos que la pol¨ªtica no es dictar el camino recto ni hacer el bien ni pretender lograrlo a costa de lo que sea y de quien sea. Gracias a esos cl¨¢sicos liberales, en los que nos reconocemos y a los que rendimos tributo, sabemos que la toma de decisiones pol¨ªticas debe hacerse ocasionando la menor cantidad de da?o posible, ya que el Estado no est¨¢ para agravar las cosas ni nuestros representantes est¨¢n para agrandar nuestros males. Pues bien, uno de los males intervencionistas es el que afecta a la escuela o, mejor, a la instrucci¨®n p¨²blica. Escucha, director general de Centros, la escuela p¨²blica fue un gran invento liberal, norteamericano especialmente. Thomas Jefferson sab¨ªa muy bien cu¨¢l era el fin de la instrucci¨®n: formar a ciudadanos y asegurar que esos jovencitos supieran cu¨¢ndo y c¨®mo defender la democracia. 'Consideramos estas verdades como evidentes por s¨ª mismas: que todos los hombres son creados iguales; que est¨¢n dotados por su creador de ciertos derechos naturales; que entre estos derechos se cuentan la vida, la libertad y la b¨²squeda de la felicidad'. Fij¨¦monos: ideales tan nobles que los populares dicen hacer propios, son, sin embargo, olvidados, porque con ciertas decisiones intervencionistas se deteriora ese ideal democr¨¢tico de ciudadan¨ªa responsable y se quiebra el espacio de sociabilidad que la escuela y el instituto han creado.
La asociaci¨®n de padres y madres del Col.legi P¨²blic Pare Catal¨¤ (Benimaclet) rechaza una decisi¨®n que la Consejer¨ªa de Educaci¨®n tiene previsto adoptar en los pr¨®ximos d¨ªas y que es la de dividir a todos los ni?os de esa escuela llegados a la ESO. La intenci¨®n es separar en dos grupos a antiguos compa?eros con destino a dos institutos diferentes. Como la ESO no se estudiar¨¢ en la escuela primaria, los responsables de la consejer¨ªa quieren tomar la decisi¨®n terminante de dividir a los muchachos en funci¨®n de no sabemos bien qu¨¦ criterios: unos al Instituto Ferrer i Gu¨¤rdia y otros al Instituto Benlliure. Sean cuales sean los criterios utilizados para la divisi¨®n, esos supuestos son siempre un baremo discutible y muy dudoso, porque las relaciones, amistades y sociabilidades que se crean en la Escuela no se atienen a los arbitrios de la consejer¨ªa. La vida de los muchachos es m¨¢s amplia, m¨¢s rica, m¨¢s compleja, m¨¢s sutil, que las decisiones administrativas. Nos parece un criterio rechazable separar a unos de otros porque esa decisi¨®n mandar¨¢ a una parte de los ni?os a un instituto (Benlliure) que no pertenece al barrio (Benimaclet) en que esos ni?os (de 12 a?os a¨²n) han crecido, conviviendo, haci¨¦ndose ciudadanos. El mundo de un adolescente debe tener fronteras bien visibles que le den seguridad y asideros obvios. De lo contrario, la vida del p¨²ber se vuelve inestable y cr¨ªtica, m¨¢s inestable de lo que la propia edad le inflige.
?Por qu¨¦ pretende hacer esto la consejer¨ªa? Por la falta de inversiones en el Instituto Ferrer i Gu¨¤rdia. Si las hubiera llevado a cabo, ese gasto habr¨ªa permitido ampliar sus instalaciones. A¨²n hay tiempo de hacer ese desembolso que, adem¨¢s, es modesto para los vol¨²menes que se manejan en el Gobierno aut¨®nomo, tan predispuesto, por ejemplo, a la largueza presupuestaria con la televisi¨®n. A¨²n hay tiempo para reunir a todos lo estudiantes del Pare Catal¨¤ en el Ferrer i Gu¨¤rdia. Suponemos, no obstante, que un tema como ¨¦ste les parecer¨¢ a casi todos un asunto particular de unos padres enrabietados del que no tiene por qu¨¦ dar cuenta la prensa. Sin embargo, confiamos en la sensibilidad de los medios de comunicaci¨®n para apreciar lo que se dirime. Detr¨¢s de toda decisi¨®n particular hay siempre una consecuencia universal, un rescoldo u eco de nuestras acciones que a todos afecta: nos la jugamos todos siempre, aunque sea en temas menores. ?No era Sartre quien dec¨ªa que cuando elijo lo hago en nombre de la humanidad y, por tanto, acabo siendo responsable de una acci¨®n que me implica a m¨ª y a todo el g¨¦nero humano? Un ensayista muy estimable, Neil Postman, nos recuerda en El fin de la educaci¨®n que la escuela y la instrucci¨®n p¨²blica norteamericana fueron ejemplo y modelo de ciudadan¨ªa, que fueron el gran instrumento de transmisi¨®n de las virtudes p¨²blicas, justamente porque hab¨ªa un itinerario de ciudadan¨ªa que se no truncaba. Su actual deterioro, insiste Postman, que es producto de la p¨¦rdida de referentes y de continuidad emocional y axiol¨®gica, s¨®lo puede acarrear graves trastornos sociales y una anomia creciente entre chicos desorientados que no saben qu¨¦ deben esperar de la educaci¨®n y de sus maestros. Esperemos que eso no sea al futuro que les aguarda a nuestros muchachos. La consejer¨ªa nos debe reconocer la buena voluntad, y nos debe agradecer esta muestra de responsabilidad, que es virtud liberal. Que unos padres se responsabilicen y hagan p¨²blica su protesta no es ejemplo de individuos insolidarios y levantiscos, sino emblema de ciudadan¨ªa. A nuestros muchachos les adeudamos una provisi¨®n de futuro y un sentido coherente del mundo que se asiente y se desarrolle en cada recinto p¨²blico a los que confiamos su custodia, su formaci¨®n, su elevaci¨®n y su mejora. Esc¨²chalo, ciudadano director general.
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