Samurai
Con una formidable eficacia esc¨¦nica, en su ¨²ltima revisi¨®n de Ubu president, Albert Boadella humaniza al patriarca Pujol hasta convertirlo en un personaje casi entra?able, asqueado por el poder y por su Familia. Sin embargo, a la manera del general Buend¨ªa, en los momentos cr¨ªticos el patriarca sale de su enso?aci¨®n y regresa al galope para poner orden en el melonar de sus sucesores. Estas ¨²ltimas semanas ha sido un aut¨¦ntico placer volver a o¨ªr la voz de piedra p¨®mez del patriarca, acongojando al personal como un profeta de los desiertos calcinados, desmelenado, bronco, veterotestamentario. S¨®lo le faltaba el trabuco para encarnar una figura m¨ªtica y serrana. Sus palabras, dictadas por la desesperaci¨®n, han sido un regalo para la izquierda verdadera.
El anciano president vino a decir que los ministerios son lugares en donde la 'gentecita' se llena el bolsillo con la excusa del bien p¨²blico. Y dijo 'genteta', que tambi¨¦n puede traducirse por 'gentuza'. Al calificar los ministerios de 'comederos', corroboraba lo que la izquierda verdadera siempre ha denunciado, a saber, que nadie debe creer a los altos cargos de la Administraci¨®n cuando juran estar sacrific¨¢ndose por el bien com¨²n o por la naci¨®n. De eso, nada. Como dice Pujol, est¨¢n dando de comer a sus secuaces, a quienes les auparon hasta el presupuesto, y a los que, en el futuro, les aseguren un retiro de platino a costa de los trabajadores.
Es admirable que alguien como Pujol, con tantos compromisos econ¨®micos y que tan de cerca conoce a sus consejeros y administradores, ose denunciar p¨²blicamente y con palabras irrevocables lo que la izquierda verdadera lleva siglos lamentando. Pujol lleva raz¨®n, la abyecta utilizaci¨®n de los mecanismos del poder en provecho de las oligarqu¨ªas locales y nacionales, incluida la Iglesia cat¨®lica, claro, es lo que destruye a las democracias y las convierte en s¨®rdidas demagogias.
Ahora que la izquierda oficial ya no se distingue de una ONG, o se vende por un plato de lentejas (y un seguro de vida) a los carlistas vascos, la pol¨ªtica radical recibe ins¨®litos aliados, hartos de tanta corrupci¨®n y farise¨ªsmo. Parece una pel¨ªcula de Kurosawa.
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