Chev¨¨nement, el tercer hombre
El ex ministro logra convertirse en el centro de atenci¨®n de la campa?a francesa al sumar apoyos de izquierda y derecha
Fiebre preelectoral en Francia: el primer ministro socialista, Lionel Jospin, mejora posiciones pr¨¢cticamente en todos los ¨²ltimos sondeos, mientras que el presidente, Jacques Chirac, gaullista, apenas se mantiene en cabeza. Pero ninguno est¨¢ haciendo a¨²n campa?a directamente. A estas alturas, Jean-Pierre Chev¨¨nement es el ¨²nico candidato a las presidenciales que critica a Chirac por haber 'destrozado la herencia del general De Gaulle', y que al mismo tiempo denuncia la 'falta de coherencia' de la izquierda y el 'pobre balance' de Lionel Jospin. Con todos estos ingredientes ha recorrido el camino que separa la nada de una intenci¨®n de voto por encima del 10% -alg¨²n sondeo le sit¨²an en el 14%-, lo cual le consolida como el tercer hombre de la campa?a electoral francesa.
Una de esas encuestas precisa que su voto procede del 13% de los que se declaran de izquierdas y del 7% entre los que convencionalmente se dicen de derechas. ?l acent¨²a la imagen de hombre de Estado por encima de los partidos tradicionales, capaz de romper la alternancia entre presidentes conservadores y socialistas, sin revelar a cu¨¢l de los otros candidatos preferir¨ªa apoyar en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. El estado mayor de los socialistas se muestra muy consciente de que negociar con Chev¨¨nement para la segunda vuelta ser¨¢ muy duro.
El ex ministro ha atemperado su euroescepticismo, pero a¨²n advierte de que la adopci¨®n del euro como moneda com¨²n va a consagrar la pol¨ªtica monetaria de un Banco Central Europeo 'sordo a los llamamientos de nuestros pueblos e indiferente a su suerte'. En el argumentario que desgrana durante sus viajes electorales no faltan la promesa de un refer¨¦ndum sobre los resultados de la Conferencia sobre el futuro de Europa y una propuesta para 'volverse hacia el sur' del continente. Pero el punto fuerte de sus discursos es el llamamiento a los franceses que 'no quieren un Estado del RPR [el partido gaullista] ni un Estado del Partido Socialista', todo ello sin dejar de mostrarse como un miembro activo del movimiento antiglobalizaci¨®n.
El tercer hombre ha demostrado tanto su falta de apego al poder como su capacidad para ser corredor de fondo, en una trayectoria pol¨ªtica que registra tres dimisiones sonadas. La primera se produjo en 1983, cuando era ministro de Investigaci¨®n y de Industria bajo la primera presidencia de Mitterrand: renunci¨® por desacuerdo con la pol¨ªtica de rigor econ¨®mico adoptada en ese momento. La segunda se registr¨® durante el segundo septenato de Mitterrand: era ministro de Defensa cuando estall¨® la guerra del Golfo, en 1991, y Chev¨¨nement dimiti¨® en desacuerdo con la participaci¨®n francesa, cuando las tropas a su mando estaban en plena batalla. Finalmente, en agosto de 2000 dej¨® la cartera de Interior, por considerar que las negociaciones de Jospin con los nacionalistas de C¨®rcega atentaban a la unidad de la Rep¨²blica.
Chev¨¨nement moviliza a los 'soberanistas o gaullistas', pero tambi¨¦n a la izquierda radical o comunista. Para ello se apoya en su capacidad para reunir desde un ex ministro de De Gaulle hasta antiguos comunistas, trotskistas y radical-socialistas, adem¨¢s de los fieles que le han seguido en el Movimiento de los Ciudadanos (MDC), el grupo pol¨ªtico que fund¨® tras abandonar el Partido Socialista. Esta manera de picotear en todos los campos no agrada a los dem¨¢s candidatos minoritarios, que el lunes, en un debate de la televisi¨®n p¨²blica, dedicaron buena parte de su atenci¨®n a Chev¨¨nement -ausente del plat¨®- en vez de defender sus posiciones.
Los sondeos presentan a Chirac y Jospin por encima del 20%, pero Chev¨¨nement intenta superar la barrera del 15% de intenci¨®n de voto para que 'uno de los dos salientes' -en alusi¨®n a los otros dos grandes contrincantes- caiga por debajo del 20%. 'En ese momento, Francia entrar¨¢ en turbulencia y los franceses tendr¨¢n derecho a una verdadera elecci¨®n', argumenta esperanzado.
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