Rev¨¢lida y 'litrona'
D¨¢maso Alonso sol¨ªa decir, medio en broma, que el inventor de la frase 'un siglo de siglas' hab¨ªa sido su amigo Pedro Salinas, a quien oy¨® referirse de esa forma al siglo XX all¨¢ por 1948. El propio D¨¢maso, que adem¨¢s de ling¨¹ista y director de la RAE fue un buen poeta en libros como Hombre y dios o Hijos de la ira, escribi¨® m¨¢s tarde La invasi¨®n de las siglas, un poema que trataba el asunto con evidente humor negro: 'USA, URSS, OAS, Unesco; / ONU, ONU, ONU. / TWA, BEA, KLM, BOAC, / ?Renfe, Renfe, Renfe! / (...) Legi¨®n de monstruos que me agobia, / fr¨ªos andamiajes en tropel: / yo querr¨ªa decir madre, amores, novia; / querr¨ªa decir vino, pan, queso, miel. / ?Qu¨¦ ansia de gritar / amar, amar, amar! / (...) ?SOS, SOS, SOS! / Oh, Dios, dime, / ?hasta que yo cese, / de esta balumba / que me oprime / no descansar¨¦? / ?Oh, dulce tumba: / una cruz y un RIP!'.
Sigmund Freud est¨¢ en todas partes, y por eso se me vino a la cabeza el poema de D¨¢maso Alonso mientras le¨ªa sobre esa cosa de la LOU, que es lo que ha llegado despu¨¦s de la ESO, la LOGSE, el BUP, el COU, etc¨¦tera. De entrada, ese l¨ªo de siglas que resumen el sistema educativo espa?ol y que cambian y se comen unas a otras como pira?as en un acuario no da buena espina, y uno se pregunta si no ser¨¢ que tras tantas may¨²sculas no hay ning¨²n argumento o si se trata siempre de lo mismo con iniciales diferentes. Aunque se me ocurre una pregunta que inclina la balanza hacia la segunda opci¨®n: ?para qu¨¦ se carg¨® el PP la selectividad: s¨®lo para cambiarla por la rev¨¢lida?
Parece evidente que algo hay que hacer y algo hay que cambiar en un pa¨ªs donde el fracaso escolar se acerca al 30% y donde los estudiantes se sit¨²an a la cabeza de los m¨¢s torpes de Europa. Parece evidente tambi¨¦n que una evaluaci¨®n general de los conocimientos de esos alumnos, se llame como se llame y se ponga en donde se ponga, resulta imprescindible antes de abrirles las puertas de la Universidad. Parece una locura que el Gobierno, a trav¨¦s del Ministerio de Educaci¨®n, tome medidas de ese tipo por las bravas, sin consultar con nadie excepto consigo mismo y dando una prueba m¨¢s de su idea de lo que significa una mayor¨ªa absoluta: el Gobierno manda y los dem¨¢s, presidentes aut¨®nomos, profesores o alumnos, obedecen. Y punto.
Estos d¨ªas, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido, finalmente, tomar cartas en el asunto de las litronas y enfrentarse al problema de la consumici¨®n de alcohol en la v¨ªa p¨²blica. La polic¨ªa ha controlado, por ejemplo, la plaza del Dos de Mayo y ha detenido el r¨ªo de cerveza que corr¨ªa cada fin de semana a los pies de Daoiz y Velarde, los h¨¦roes a quienes las bayonetas de Napole¨®n convirtieron en estatua. Personalmente, nunca me ha gustado el fen¨®meno de las litronas callejeras, con su juerga cutre de botell¨®n y tetrabrik y su reguero de desperdicios y cristales rotos; pero tampoco me parece que las ¨²nicas v¨ªctimas del fen¨®meno sean los vecinos de Malasa?a o de la plaza de Barcel¨®, que sufren las molestias evidentes que causa el fen¨®meno y tienen todo el derecho del mundo a dormir y a no ser molestados, sino que creo que los propios adolescentes, en su mayor parte, deben ser tambi¨¦n incluidos entre los damnificados. Los chicos, en muchos casos, beben cervezas y vino barato en la calle porque no tienen dinero para consumirlo en los pubs; porque ?lvarez del Manzano ha cerrado los locales de medio Madrid; porque no les dejan pasar a las discotecas de moda, en cuya entrada siempre hay uno de esos gorilas tan simp¨¢ticos que deciden qui¨¦n cruza la puerta y qui¨¦n no. O porque, sencillamente, no tienen nada mejor que hacer.
Eso es lo grave. No tienen nada mejor que hacer porque la formaci¨®n que reciben no los empuja hacia Cervantes o Baroja, sino hacia Gran Hermano, Operaci¨®n Triunfo y memeces parecidas; porque la sociedad en que viven no les habla de la inteligencia, sino del ¨¦xito; porque est¨¢n cercados por la banalidad; porque les han hecho creer que a las universidades no se va a buscar conocimientos, sino un trabajo. Por todo eso, no son delincuentes, sino v¨ªctimas de un mundo superficial y est¨²pido. Eso es lo que hay que cambiar. Y si no lo hacen, lo pr¨®ximo que tendr¨¢n que poner los pol¨ªticos sobre la LOU ser¨¢, como en el poema de D¨¢maso Alonso, un RIP.
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