El veneno que lleg¨® al Rif desde el cielo
Tiraban algo as¨ª como azufre. La gente se quedaba ciega. Su piel se ennegrec¨ªa y la perd¨ªan. El ganado se hinchaba y despu¨¦s mor¨ªa. Las plantas se secaban de golpe. Durante semanas no se pod¨ªa beber el agua de los arroyos. Me dec¨ªan que el agua estaba envenenada'.
Mohamed Faragi, de 91 a?os, era un adolescente cuando en los a?os veinte el ej¨¦rcito espa?ol conquistaba el Rif, pero se acuerda a¨²n con nitidez del haraj (veneno) que lanzaban los aviones enemigos sobre los pueblos del norte de Marruecos.
'Las bombas ca¨ªan en todas partes', prosigue Faragi, contrariado por haber interrumpido la recolecci¨®n de jud¨ªas verdes para atender al periodista que le ha localizado en un huerto de la aldea de Tafdna, cerca de Alhucemas. 'La gente construy¨® cuevas para esconderse y tratar de proteger al ganado'. 'All¨ª se met¨ªan en cuanto o¨ªan el ruido de un avi¨®n'. 'Los ataques no duraron mucho tiempo'. Habou N'Amar Masoud, ex combatiente de las milicias rife?as, no tiene a sus 102 a?os unos recuerdos tan precisos. Sentado en el sal¨®n de su casa de Ajdid evoca vagamente algunos casos de asfixia entre los seguidores de Abdelkrim Jattabi, el hist¨®rico jefe de la resistencia a la invasi¨®n espa?ola. Cuando, por fin, los militares espa?oles penetraron en la aldea, le sorprendi¨®, eso s¨ª, su 'empe?o por comprar los fragmentos de bombas estalladas', como si quisieran borrar cualquier rastro.
Los historiadores profranquistas dejaron el tema de lado. El propio Estado marroqu¨ª nunca tuvo especial inter¨¦s en desempolvar estos mort¨ªferos episodios
'Tiraban algo as¨ª como azufre. La gente se quedaba ciega. Perd¨ªan la piel. El ganado se hinchaba y mor¨ªa. Las plantas se secaban de golpe'
'Bombas X'
Al veneno que menciona Mohamed Faragi o la asfixia de la que habla Habou N'Amar Masoud se les llamaba en un primer momento 'bombas especiales' o 'bombas X' en la correspondencia intercambiada entre el alto mando espa?ol en Marruecos y el Gobierno para evitar escribir su verdadero nombre: armas qu¨ªmicas.
Entre 1921 y 1927, el ej¨¦rcito espa?ol emple¨® sistem¨¢ticamente en el Rif fosgeno, difosgeno, cloropicrina y, sobre todo, yperita, un producto m¨¢s conocido con el nombre de gas mostaza. La primera prueba la aportaron en 1990 dos investigadores alemanes, Rudibert Kunz y Rolf Dieter M¨¹ller, en su obra Gas venenoso contra Abdelkrim. Alemania, Espa?a y la guerra del gas en el Marruecos espa?ol (1922-1927), sobre las ventas de Berl¨ªn al Gobierno espa?ol de armas qu¨ªmicas y la posterior ayuda alemana para construir la f¨¢brica de La Mara?osa (Toledo).
Media docena de historiadores m¨¢s, espa?oles y extranjeros, tocaron el tema de refil¨®n en la d¨¦cada pasada, pero el brit¨¢nico Sebastian Balfour, profesor en la London School of Economics, publicar¨¢ el mes pr¨®ximo el primer libro (Abrazo mortal, Editorial Pen¨ªnsula) que reconstruye la vertiente qu¨ªmica de la guerra colonial.
Su obra, fruto de cuatro a?os de investigaci¨®n, aporta numerosas novedades sobre la que fue la tercera utilizaci¨®n en la historia -despu¨¦s de la I Guerra Mundial en Europa, y por el Reino Unido, en Irak, en 1919- de un armamento prohibido por los tratados internacionales.
'Siempre fui refractario al empleo de los gases asfixiantes contra estos ind¨ªgenas, pero despu¨¦s de lo que han hecho y de su traidora y falaz conducta [en la batalla de Annual], he de emplearlos con verdadera fruici¨®n', escrib¨ªa en un telegrama, el 12 de agosto de 1921, el general D¨¢maso Berenguer, alto comisario espa?ol en Tetu¨¢n.
Cuatro a?os despu¨¦s de aquella estrepitosa derrota, el rey Alfonso XIII afirmaba al agregado militar franc¨¦s en Madrid, al que recib¨ªa en audiencia, que hab¨ªa que dejar de lado las 'vanas consideraciones humanitarias', porque 'con la ayuda del m¨¢s da?ino de los gases' se salvar¨ªan muchas vidas espa?olas y francesas. 'Lo importante es exterminar, como se hace con las malas bestias, a los Beni Urriaguel y a las tribus m¨¢s pr¨®ximas a Abdelkrim', conclu¨ªa el monarca.
Tras un minucioso rastreo por los archivos espa?oles, franceses y brit¨¢nicos, Balfour fecha el primer ataque espa?ol con fosgeno en noviembre de 1921, en los alrededores de T¨¢nger. Disparado por la artiller¨ªa, el gas mostaza hizo su aparici¨®n en la batalla de Tizzi Azza, en julio de 1923. Hubo que esperar un a?o m¨¢s para que, por primera vez, la aviaci¨®n bombardease a una tribu, la de Beni Tuzin, con estas armas tan mort¨ªferas.
Los aeroplanos espa?oles 'han da?ado gravemente los pueblos rebeldes, usando con frecuencia bombas de gas lacrim¨®geno y asfixiantes que causaban estragos entre la pac¨ªfica poblaci¨®n', inform¨® poco despu¨¦s el mariscal Louis-Hubert Lyautey, la m¨¢xima autoridad del Marruecos franc¨¦s. 'Gran n¨²mero de mujeres y ni?os han acudido a T¨¢nger para recibir tratamiento m¨¦dico ...'.
H. Pughe Lloyd, un oficial brit¨¢nico que recorri¨® la zona, lo confirma en un despacho remitido a su ministro de la Guerra en enero de 1926: 'Muchos [rife?os] murieron y gran n¨²mero de ellos se entregaron en sectores no tan belicosos con la esperanza de recibir tratamiento. Sobre todo estaban medio ciegos o ten¨ªan muy afectados los pulmones'.
Balfour asegura que numerosos informes atestiguan que la estrategia militar espa?ola consist¨ªa en escoger las ¨¢reas m¨¢s pobladas y los momentos de mayor aglomeraci¨®n para lanzar las bombas qu¨ªmicas, hasta el punto que los rife?os abrieron los zocos comerciales por la noche, cuando el enemigo no ten¨ªa capacidad para atacar.
Hubo tambi¨¦n, sostiene el historiador brit¨¢nico, 'un n¨²mero relativamente alto de v¨ªctimas' entre los espa?oles' por la manipulaci¨®n negligente en los talleres de las armas qu¨ªmicas o por conquistar precipitadamente territorios reci¨¦n bombardeados antes de que se disipasen los mort¨ªferos efectos del gas.
Un tema inc¨®modo y silenciado
La guerra colonial acab¨® en 1927, y con la rendici¨®n de los ¨²ltimos rife?os esa faceta inhumana de la contienda cay¨® en el olvido durante 63 a?os. Balfour lo atribuye a que en 'las reuniones de pol¨ªticos y militares en las que se trataba el asunto de las armas qu¨ªmicas o bien no se levantaba acta o bien las actas eran destruidas o escondidas'. 'Todo ha sido cuidadosamente ocultado'.
Otros factores explican tambi¨¦n ese silencio. 'Los historiadores profranquistas, muchos de ellos militares, no se dedicaron a asuntos inc¨®modos o moralmente explosivos', se?ala Morten Heiberg, profesor agregado de la Universidad de Copenhague. 'Dejaron de lado el tema a causa tambi¨¦n de las dificultades de acceso, hasta principios de los noventa, a los archivos del protectorado espa?ol en Marruecos', a?ade Jean-Marc Delaunay, catedr¨¢tico de la Universidad de Par¨ªs.
El propio Estado marroqu¨ª nunca tuvo especial inter¨¦s en desempolvar esos mort¨ªferos episodios. La sublevaci¨®n de Abdelkrim fue, en cierta medida, una guerra por la independencia del norte de Marruecos, cuyo sult¨¢n colabor¨® con las potencias coloniales para aplastar a los rebeldes. El Rif se levant¨® de nuevo en 1958 y 1959, y fue entonces Hassan II, todav¨ªa pr¨ªncipe heredero, el encargado de sofocarlo.
El libro de los investigadores alemanes y otros trabajos posteriores han refrescado la memoria de los rife?os. Un pu?ado de notables fund¨® en julio de 1999 la Asociaci¨®n de Defensa de las V¨ªctimas de la Guerra del Gas Qu¨ªmico en el Rif. 'Pens¨¢bamos que las autoridades nos vetar¨ªan a causa de la palabra Rif, pero el permiso se obtuvo sin problemas', se?ala Aziz Benazouz, vicepresidente de la asociaci¨®n y secretario general de la CDT, el principal sindicato marroqu¨ª, en la provincia de Alhucemas.
?Qu¨¦ pretende la asociaci¨®n? 'Queremos, primero, que Espa?a reconozca sus cr¨ªmenes y pida perd¨®n', contesta. 'Queremos tambi¨¦n que nos financie una investigaci¨®n sobre las causas de los altos ¨ªndices de c¨¢ncer en el Rif y, si se establece una relaci¨®n con el uso de las armas qu¨ªmicas, pediremos que el Estado espa?ol nos indemnice colectivamente construyendo un hospital oncol¨®gico, del que carece la regi¨®n, y mejorando las infraestructuras'.
Buena parte de la familia de Benazouz, como la de Ilias el Omari, presidente de la asociaci¨®n, y la de otros muchos rife?os muri¨® de c¨¢ncer, una causa de mortandad m¨¢s frecuente en el Rif que en el resto del pa¨ªs. Hasta el propio director del Instituto Nacional de Oncolog¨ªa en Rabat, el profesor B. el Gueddari, lo reconoci¨® en una conversaci¨®n telef¨®nica con este corresponsal: 'S¨ª, el ¨ªndice es en el Norte algo m¨¢s elevado, pero no se puede establecer cient¨ªficamente cu¨¢l es la raz¨®n'.
Reivindicaciones
La asociaci¨®n fue autorizada, pero sus intentos por airear sus reivindicaciones mediante la celebraci¨®n de congresos han sido prohibidos por el Ministerio del Interior marroqu¨ª sin explicaci¨®n alguna. 'Sospecho que es para no enturbiar a¨²n m¨¢s las deterioradas relaciones con Espa?a', apunta Ilias el Omari.
Curiosamente, toda la prensa marroqu¨ª, incluida la que es af¨ªn al r¨¦gimen, ha protestado con vehemencia contra las restricciones de informaci¨®n. 'Una prohibici¨®n inaceptable', titulaba en primera p¨¢gina el diario Al Bayane, ¨®rgano del PPS, un partido integrado en la coalici¨®n gubernamental. 'Las v¨ªctimas no logran hacer o¨ªr su voz', se lamentaba el rotativo Aujourd'hui le Maroc.
La negativa de Interior a permitir los congresos parece m¨¢s bien achacable a las connotaciones nacionalistas rife?as de la asociaci¨®n, que comparte sede y cuadros directivos con otras organizaciones culturales que fomentan, por ejemplo, el uso del amazigt, la lengua de los bereberes; solicitan la transformaci¨®n en museo del cuartel general de Abdelkrim o reivindican la repatriaci¨®n a Ajdir, su lugar de nacimiento, del cad¨¢ver, enterrado en El Cairo, donde muri¨®.
No en balde, el propio hijo de Abdelkrim, Said Jattabi, exiliado voluntariamente en El Cairo, se ha puesto a la cabeza de la reclamaci¨®n. 'Espa?a', escribi¨® en una carta abierta publicada la semana pasada por los diarios Al Alam y Al Bayan el Yom, 'debe ahora compensar sus faltas y ayudar en serio a la regi¨®n a recuperar el tiempo perdido durante la colonizaci¨®n espa?ola'.
'No nos malinterprete', interviene Omar Mussa, otro de los responsables de la asociaci¨®n de Alhucemas. 'Somos autonomistas, no separatistas, porque creemos que la descentralizaci¨®n es la mejor manera de salir de la marginalizaci¨®n a la que hemos estado sometidos durante d¨¦cadas'. 'Reivindicar el Rif es hacer una aportaci¨®n a la democratizaci¨®n en marcha en Marruecos', a?ade Aziz Benazouz.
Durante su largo reinado, Hassan II no pis¨® nunca la regi¨®n que se rebel¨® contra su padre. Su hijo, Mohamed VI, quiso reconciliar a la corona con el Norte, y es all¨ª d¨®nde efectu¨®, en 1999, su primer viaje oficial. Es en Tetu¨¢n tambi¨¦n, donde, por primera vez, tuvo lugar en julio la ceremonia de la beia, el juramento anual de fidelidad al monarca. Y ya entrado el oto?o, el soberano anunci¨® que la regionalizaci¨®n de Marruecos empezar¨ªa por el S¨¢hara y por el Norte. 'Pero aqu¨ª transcurre mucho tiempo de las palabras a los hechos', se queja un habitante de Alhucemas.
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