Aplausos para las disparatadas '8 mujeres' de Fran?ois Ozon
Decepciona 'Bridget', nueva comedia neoyorquina de Amos Kollek
Fue aplaudida la comedia 8 mujeres, de Fran?ois Ozon, que llena estos d¨ªas los cines de Par¨ªs, gracias a las actrices que la interpretan. Todas manejan con gracia el tosco artificio c¨®mico en que las mete Ozon, y lo afinan y ennoblecen, pero Isabelle Huppert se sale de la pantalla, como de costumbre, y hace por su cuenta una sensacional exhibici¨®n de sus inagotables capacidades histri¨®nicas.
Sin el tir¨®n de Huppert, Ardant y Darrieux, el filme rozar¨ªa la inanidad
Fran?ois Ozon se ha convertido en poco tiempo en uno de los directores estrella del cine franc¨¦s. Salt¨® a los circuitos internacionales en 1998 con Los amantes criminales y llam¨® la atenci¨®n al a?o siguiente su original trabajo en Gotas de agua sobre piedras ardientes. Pero fue Bajo la arena la que en 2000 le convirti¨® en un cineasta de gran ¨¦xito, pese a ser ¨¦ste su peor trabajo. Ahora, con 8 mujeres, vuelve a hacer colas en las aceras de su ciudad y de nuevo con una obra ambiciosa pero que est¨¢ bastante por debajo de lo que pretende.
El fr¨¢gil tinglado de 8 mujeres se sostiene porque lo aguantan a pelo algunas de las extraordinarias actrices que lo asumen. Es una comedia de origen teatral, muy pobre, t¨®pica y sabida, a medio camino entre la legendaria Mujeres, de George Cukor, y el juego de averiguaci¨®n criminal de cualquiera de las adaptaciones al teatro de novelas de Agatha Christie. El autor de este h¨ªbrido enredo c¨®mico es un tal Robert Thomas, que escribi¨® esta pieza al principio de los a?os sesenta.
Ozon no reh¨²ye la tosca teatralidad del origen, sino que incluso la acent¨²a con una serie de interludios musicales muy primarios, elementales y completamente planos, filmados con el gui?o y la complicidad esc¨¦nica del 'cara al p¨²blico'. Acepta Ozon el hecho de que est¨¢ manejando escombros de viejo teatro y quiere que veamos -como ocurr¨ªa de otra manera en Gotas de agua sobre piedras ardientes- un sutil giro hacia lo complejo y lo estilizado en la sal gorda de ese desfile de materiales esc¨¦nicos de derribo. Hay que decir que la pel¨ªcula lo consigue a r¨¢fagas, y arranca varios buenos golpes de risa, pero son los destellos individuales del talento c¨®mico de dos veteranas actrices, Fanny Ardant y Danielle Darrieux, de las que tira con fuerza el arrollador genio histri¨®nico de Isabelle Hupert, los que logran que se produzca esa mutaci¨®n alqu¨ªmica del barro en oro.
El indicio de que esto ocurre as¨ª hay que buscarlo en los altibajos y desequilibrios interiores que deja ver el reparto de esas 8 mujeres. Es evidente la desarmon¨ªa y la diferencia de calidades, e incluso de registros gestuales, que hay entre ellas. Y esto pone de manifiesto que no existe en el filme una direcci¨®n de actrices bien vertebrada y cohesionada, sino dispersa, pues la mano directora de Ozon se ve en las actrices con menor singularidad y deja de verse en las que se sienten con poder para actuar por su cuenta y riesgo, sobre todo Huppert, que se burla con ferocidad de lo que hace en la pantalla y arranca con mordiscos de ingenio algunos instantes de irresistible expresidad c¨®mica. Y basta cerrar los ojos e intentar imaginar qu¨¦ ser¨ªa de esas 8 mujeres sin el tir¨®n de Huppert, y las sombras de Ardant y Darrieux, para deducir que aquello rozar¨ªa la inanidad, la pura y simple soser¨ªa e incluso la estupidez. Pero, dadas las peculiaridades del filme y su ¨¦xito de p¨²blico, no ser¨ªa descabellado vaticinar que esta vac¨ªa y simp¨¢tica pel¨ªcula puede estar entre las premiadas.
Soser¨ªa -pero sin los graciosos contrapuntos de una Isabelle Huppert redentora- es lo que inunda a Bridget, la nueva pel¨ªcula neoyorquina del israel¨ª Amos Kollek. Todo lo que convert¨ªa a su maravillosa comedia precedente, Fast food, fast women, en una ingeniosa delicia, se hace aqu¨ª trist¨®n y opaco. Es Bridget una mezcla disparatada de dram¨®n, thriller y comedia licenciosa, que no bate bien esos tan opuestos ingredientes gen¨¦ricos y ¨¦stos se aglutinan cada uno por su cuenta en la pantalla, formando una especie indigerible de mayonesa cortada, ante cuya amenaza m¨¢s vale irse a otro pesebre mejor cocinado.
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