Algodoneros
La entrada de los algodoneros en la estaci¨®n de Santa Justa de Sevilla, cantando el himno de Andaluc¨ªa, ha evocado im¨¢genes de otro tiempo. Se manifiestan contra una orden ministerial que impone, como '¨²nica' forma de regular el sector, la rotaci¨®n del cultivo. Han querido hacerse o¨ªr por el ministro de Agricultura quien, hasta este momento, hace o¨ªdos sordos, mientras el delegado del Gobierno en Andaluc¨ªa, Jos¨¦ Torres Hurtado, evita por todos los medios a su alcance que la protesta llegue a Madrid. Para los algodoneros no hay ministro, pero hay delegado del Gobierno para reprimir su protesta. Opinan algunos que la intervenci¨®n en el conflicto del consejero de Agricultura de la Junta de Andaluc¨ªa, Paulino Plata, apoyando las reivindicaciones de los agricultores, es pura demagogia y ganas de sacar provecho electoral del conflicto y, sin embargo, parece razonable que para cosas como esas de no dejar sola a la gente cuando se cree que tiene raz¨®n, deben estar los pol¨ªticos. Plata se arriesga cuando invita a los algodoneros a sembrar, a pesar de la prohibici¨®n, y a ir a Bruselas a explicarlo, aunque dicen quienes saben que el riesgo no es tal porque, efectivamente, la orden protestada no viene de la UE, aunque desde all¨ª se pida regulaci¨®n, sino que sale del Gobierno y, seg¨²n los propios algodoneros, sirviendo a intereses de unos pocos grandes que pretenden, al olor de las subvenciones, desplazar a quienes han sostenido el cultivo del algod¨®n durante a?os. Pero lo m¨¢s chocante es la capacidad del Gobierno de hacer tranquilamente o¨ªdos sordos, la falta de respuesta a la petici¨®n de di¨¢logo, como si no fuera con ¨¦l. O s¨ª, porque lo cierto es que si bien no se ofrece al di¨¢logo, s¨ª se manifiesta con actuaciones policiales muy discutibles, tanto como la carga policial en la estaci¨®n de Santa Justa, no porque la polic¨ªa no deba evitar que se corte la salida del AVE, ese es el trabajo de la polic¨ªa, pero no est¨¢ escrito en ning¨²n sitio, ni debe estar nunca, que a la gente se la reprima a porrazos en la cabeza. La profesionalidad de la polic¨ªa y, sobre todo, de quien la manda se demuestra, precisamente, evitando el exceso y la sangre. No es tremendismo, es verdad que hubo heridos. Por lo dem¨¢s, tras los palos, no hubo m¨¢s.
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