Ortega, el fundador
Con la muerte de Jos¨¦ Ortega Spottorno, a los 85 a?os, se va el hombre que en los primeros a?os setenta aglutin¨® a un grupo de ciudadanos diversos en torno a la idea de fundar un nuevo peri¨®dico para un nuevo tiempo que empezaba a vislumbrarse en Espa?a. Aquella aventura de las postrimer¨ªas del franquismo se convertir¨ªa el 4 de mayo de 1976 en el diario EL PA?S. Primero como presidente y luego en calidad de presidente de honor, don Jos¨¦ ha acompa?ado siempre este proyecto profesional que desde su humildad inicial ha crecido hasta convertirse en una instituci¨®n central de la democracia espa?ola, tal y como so?¨® su fundador. Puede sentirse orgulloso de ello: en una buena parte es obra suya. Aplastado por la ingente obra editorial de su padre, Jos¨¦ Ortega y Gasset, seguramente el fil¨®sofo espa?ol m¨¢s influyente, hora es de reivindicar la iniciativa cultural de Ortega Spottorno.
En los primeros a?os setenta, siguiendo la estela familiar, activ¨® el proyecto de sacar a los quioscos un peri¨®dico riguroso, dem¨®crata, tolerante. Uni¨® con su iniciativa a centenares de inversores que apostaron su dinero a una aventura incierta de la que nacer¨ªa EL PA?S. ?Cu¨¢ntos de esos accionistas han recordado luego que entraron en ese proyecto ciegamente s¨®lo porque se lo pidi¨® Jos¨¦ Ortega! Una vez que EL PA?S sali¨® a la calle, despu¨¦s de superar m¨²ltiples vicisitudes, su fundador dej¨® su impronta en los principios ideol¨®gicos del diario. En 1977 Ortega proclam¨® que 'EL PA?S debe ser un peri¨®dico liberal, independiente, socialmente solidario, nacional, europeo y atento a la mutaci¨®n que hoy se opera en la sociedad de Occidente. Liberal, a mi entender, quiere decir dos cosas fundamentales: el estar dispuesto a comprender y escuchar al pr¨®jimo aunque piense de otro modo y no admitir que el fin justifica los medios. Liberal implica tambi¨¦n en nuestro tiempo el reconocimiento de que la soberan¨ªa reside en el pueblo, es decir, en el conjunto de todos y cada uno de los ciudadanos, titulares de iguales derechos'. Las palabras de Ortega se unieron al Libro de estilo del peri¨®dico, de obligado cumplimiento para todos los que trabajan en ¨¦l. No ha habido acontecimiento en la historia del peri¨®dico, positivo o triste, en el que sus trabajadores no se hayan visto acompa?ados de un solidario Ortega que consideraba a EL PA?S su 'cuarto hijo'.
Aunque siempre consider¨® a este diario como el proyecto m¨¢s importante de su vida, no fue ¨¦sta su ¨²nica iniciativa editorial. Antes se hab¨ªa hecho cargo de Revista de Occidente, la publicaci¨®n fundada por su padre, as¨ª como de la editorial del mismo nombre, sacando a la luz la obra de autores espa?oles perseguidos o ninguneados por la dictadura y dando continuidad a un proyecto minoritario e intelectualmente riguroso, de los que tan necesitada estaba la Espa?a de la posguerra civil. A mediados de los a?os sesenta fund¨® una de las editoriales de referencia de nuestro pa¨ªs: Alianza. Con ella puso en contacto a las j¨®venes generaciones universitarias con los autores de nuestro tiempo. Freud, Toynbee, Proust, Smith, Marx, Brenan, Clar¨ªn y tantos otros ocuparon un lugar en las bibliotecas espa?olas a un precio asequible -pues introdujo en Espa?a el libro de bolsillo de calidad- y penetraron con fuerza en nuestra cultura. S¨®lo por estas dos iniciativas hubiera merecido un lugar propio en la historia cultural espa?ola del siglo XX.
El Ortega emprendedor cultural no oscurece al intelectual que ha sembrado de art¨ªculos este diario hasta el final, que incorpor¨® a muchos de sus coet¨¢neos al mismo, que ha novelado la realidad y aportado a la historiograf¨ªa las memorias de los Spottorno y de los Ortega, obra a¨²n in¨¦dita. Testigo de un siglo sangriento, Ortega Spottorno padeci¨® de joven los avatares de la guerra civil y de la II Guerra Mundial. Quiz¨¢ por ello, cuando el rey Juan Carlos le llam¨® para que ocupase un lugar en el Senado, acept¨® sin demora el compromiso. Desde el esca?o del Senado y desde los art¨ªculos y libros, su mensaje fue siempre de concordia, de cimentaci¨®n de las libertades a trav¨¦s de la cultura, de consolidaci¨®n de la sociedad civil.
No son palabras. Lo ha dejado en la cultura de este peri¨®dico. Sus trabajadores se lo reconocieron hace unos meses con un largo aplauso cerrado en su ¨²ltima aparici¨®n p¨²blica, cuando se celebraron los primeros 25 a?os de la historia de EL PA?S. Era el reconocimiento colectivo a su labor, al que Ortega respondi¨® con emoci¨®n. Tanto nos ha acompa?ado a los que hacemos el peri¨®dico, que le echaremos mucho de menos a partir de hoy, aunque nos queda su obra: la individual y la emprendedora. En lo que nos concierne, nos comprometemos a que sea f¨¦rtil y tenga continuidad. No lo olvidaremos.
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