Al amigo... eterno ya

Cuando un amigo sincero y verdadero sale del Tiempo y se va de lo temporal de este mundo en el que seguimos estando quienes le vemos irse y sentimos con lamentos internos y externos su separaci¨®n de lo nuestro, no nos deja empero solos, porque sigue haci¨¦ndonos part¨ªcipes de grand¨ªsima parte de todo lo valioso suyo, como son sus memorias, recuerdos, a?oranzas. Su amistad misma, rica siempre por su verdad y su sinceridad, queda con nosotros, sigue anim¨¢ndonos con esp¨ªritu vital y realidad permanente. Nos deja todo eso si nosotros somos capaces de recibirlo por nuestro sentimiento comprensivo de lo suyo en el Tiempo, si es que este sentir nos anim¨® e impuls¨® en amistad genuina a admirarle y a tenerle por maestro. Nos deja eso, pero se lleva, por su potente atractivo, algo nuestro tambi¨¦n: ansias de afecto y amistad, afanes de perfecci¨®n espiritual, esperanzas de bien. Caemos por ello en una peculiar y aparente pobreza, que no lo es en puridad, porque nos compensa con creces en valor la riqueza inmensa que nos ha dejado con la sincera verdad de su amistad ¨²nica y sin par.

Quisiera yo que no se tomara esto por mera ret¨®rica y vano decir, pues tiene sentido indudable, creo, si quien nos acaba de dejar, porque ya no est¨¢ en el Tiempo, es sincero y verdadero en su vida siempre -aqu¨ª y fuera de aqu¨ª ya- porque conoce profundamente en su esencia lo que los sentimientos buenos son, lo que expresan, lo que sienten ellos mismos, y con mayor intensidad, si cabe, porque conoce con amplitud excelsa lo que la Amistad es en este mundo y porque demostr¨® ese conocimiento suyo y lo demuestra a¨²n fuera del Tiempo con los apoyos y contrafuertes de la sinceridad y la verdad.

Lo precedente se aplica con rigor y con vigor indiscutibles a Jos¨¦ Ortega Spottorno, ya que se ha librado del Tiempo y, en lo material aparente, se ha ido, pero en lo espiritual profundo sigue con nosotros haciendo ya intemporal su amistad, y vive siempre entre nosotros prolongando su aleccionador ejemplo. Desde lo intemporal, externo y eterno ya, nos sigue ense?ando, y continuar¨¢ con su ense?anza perdurable, porque las almas siguen viviendo fuera del Tiempo y son por eso capaces de prolongar y extender en toda dimensi¨®n su ense?anza a quienes a¨²n estamos aqu¨ª... Todo paneg¨ªrico fr¨ªo es torpe, porque sugiere a veces venir forzado por las circunstancias y obligar a quien lo intenta a cierta ficci¨®n no verdaderamente arraigada en la realidad sincera. Decir de alguien que ya no est¨¢ en el Tiempo lo que fue parece razonable y cabe dentro de la l¨®gica congruente de lo humano, pero en ciertos casos, como ocurre aqu¨ª y ahora, es mejor todav¨ªa decir con ¨¦nfasis claro y comprender con seguro conocimiento lo que todav¨ªa ese alguien es y seguir¨¢ siendo, lo que es y ser¨¢ siempre Jos¨¦ Ortega Spottorno para los que aqu¨ª queden -para los que quedemos- en este Tiempo, nuestro todav¨ªa, que acaba deshaciendo al fin lo material, pero que, pese a todo, no tiene armas eficaces para debilitar -y no se diga ya para exterminar- la riqueza espiritual que, como Jos¨¦ Ortega Spottorno, nos deja quien sigue viviendo para nosotros en el misterioso m¨¢s all¨¢; quien, como ¨¦l, es ya el amigo eternal.

Eliseo ?lvarez-Arenas es almirante de la Armada y miembro de la Real Academia Espa?ola.