Dejen de sermonearnos, bajen los precios
- In¨²tiles ojos de gato. 'Creo sinceramente que las tiras luminosas que suelen llamarse ojos de gato, en verdad, no sirven para nada', comenta Lucio, 'ya que todo el mundo cruza por encima como si tal cosa. Cierto es que resulta vistoso, pero dudo mucho de su eficacia', dice.
- Peligrosos cortejos. 'Los cortejos f¨²nebres por la M-30 me parecen muy peligrosos para los deudos, en particular, y para los automovilistas, en general', se?ala Amancio. 'El otro d¨ªa, durante el paso de una comitiva funeraria por la M-30, estuvo a punto de producirse una verdadera hecatombe, ya que los ritmos de circulaci¨®n de los veh¨ªculos de los parientes de los finados son sensiblemente distintos de los de las gentes normales, habitualmente mucho m¨¢s apresuradas. Creo que podr¨ªan ensayarse otras rutas, aunque me consta que se hace ya en ocasiones', destaca.
- Ojo al esc¨¢ner. 'Me pregunto yo si tanto esc¨¢ner de seguridad en las puertas de acceso y salida de tantos edificios p¨²blicos y algunos privados no traer¨¢ alg¨²n d¨ªa consecuencias malas para la salud', reflexiona Ignacio. 'Soy estudiante de F¨ªsicas y, aunque curso a¨²n segundo a?o, creo que el efecto de tanta radiaci¨®n, o de tanta onda electromagn¨¦tica, fotoel¨¦ctrica o de otro tipo sobre la piel ha de cobrarse alg¨²n d¨ªa un precio. No quiero pensar en lo peor pero, en la medida de lo posible, este tipo de chequeo deber¨ªa ser progresivamente suprimido, por lo que pueda suceder unos cuantos a?os m¨¢s adelante', propone.
- Adi¨®s a las modas. 'Es una faena que las modas en el vestir hayan desaparecido', protesta ?ngela. 'Ahora todo el mundo viste de la manera que le da la gana y, aunque eso es bueno por una parte, por la otra ya no puedes distinguir a casi nadie por su vestimenta, y eso, en ocasiones, confunde. No creo', se justifica, 'que lo que digo sea fr¨ªvolo'.
- V¨¦rtigo asesino. 'El v¨¦rtigo es algo s¨²bito que suele relacionarse mucho con el o¨ªdo', explica Mar¨ªa del Carmen. 'Por ello, me parece una locura esa gente que sube a andamios y camina por ellos como si estuviera a salvo de una oscilaci¨®n de las muchas que el v¨¦rtigo puede provocar en todo tipo de personas, a nada que su o¨ªdo sufra una transformaci¨®n que puede tener relaci¨®n con un simple cambio de temperatura. Recomiendo a los alba?iles', a?ade, 'que se protejan y que tengan en cuenta lo que la gente que sabe de accidentes laborales les sugiere'.
- Paradoja. 'El asunto del botell¨®n es algo especialmente intrincado', cuenta Rafael. 'Mientras el sentido de este acto es para muchos j¨®venes algo eminentemente grupal, incluso social, dir¨ªamos que una especie de agasajo compartido, sus efectos son especialmente aislantes para los individuos que lo protagonizan, porque a determinada cantidad de alcohol ingerido, una persona deja de ser social para blindarse por completo y perder su relaci¨®n con el mundo y la gente circundantes'.
- Bajen los precios de las entradas. 'No hay derecho a que los j¨®venes no vayamos al teatro, y ya casi tampoco al cine, por los elevados precios de las entradas. No digamos ya a la ¨®pera u otros espect¨¢culos, empezando por los propios conciertos, que se van convirtiendo en asunto de ni?os ricos', se lamenta ?scar. '?Hay alguien que piense en nosotros, los j¨®venes, salvo para sermonearnos con el rollo del botell¨®n y otras brasas?', se pregunta. 'Bajen de una vez los precios de las entradas, d¨¦jennos ver el teatro, establezcan una serie de localidades quiz¨¢ m¨¢s lejanas al escenario o a las pantallas, ya que al ser j¨®venes tenemos mejor vista, pero d¨¦jennos participar en la cultura y dejen ya de enriquecerse a costa de nuestra incultura', concluye enojado.
- Estrecheces en taxis. 'Deber¨ªa exigirse a los taxistas que adquieran autom¨®viles que pensaran un poco m¨¢s en la comodidad de sus clientes', pide Mario. 'Los conductores tal vez se arrellanen bien en sus butacas, lo cual es l¨®gico, pero lo que no lo resulta tanto es que en algunos modelos la estrechez oprima a los viajeros. No obstante', agrega, 'debo decir que, en general, se ha mejorado mucho, porque las cosas estuvieron muy mal. Se nota que al volante ha llegado ya una nueva generaci¨®n de taxistas, lo cual se agradece. Ahora s¨®lo falta que a los clientes, como yo, nos hagan un poquito de caso, porque estamos tan interesados como ellos en que su negocio funcione bien', subraya.
- Camareros pesados. 'Quisiera que los camareros de algunos restaurantes, incluso de post¨ªn, de entre los muchos que hay en Madrid', expone Marta, 'se dieran cuenta de que una cosa es servir bien una mesa, y otra bien distinta ser un camarero pesado que, para demostrar lo atento que ¨¦l es, en vez de pensar en sus clientes no deja en paz a los comensales y no para de molestarles constantemente'.
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