El canalla en el cine
Extraordinaria la entronizaci¨®n de Serge Gainsbourg en este pasado decenio. Hasta el tiempo de su muerte (1991), en su pa¨ªs era considerado un profesional del exhibicionismo, un astuto explotador de tendencias, un simp¨¢tico provocador. Ahora, ocupa un lugar central en la cultura popular francesa; el m¨¢s reciente tomo del estudioso Pierre Saka, Guide de la chanson fran?aise et francophone, utiliza la imagen de Gainsbourg... en portada, dorso y contraportada.
Durante los 11 a?os sin Gainsbourg, hemos asistido a su revalorizaci¨®n fuera del hex¨¢gono, incluyendo el Reino Unido, donde el pop franc¨¦s siempre fue ridiculizado. Sus canciones han sido recreadas por Barry Adamson, Jimmy Sommerville, Mick Harvey, Malcolm McLaren, Psychic TV, Pet Shop Boys o Nick Cave. John Zorn le dedic¨® todo un volumen de su serie Gran m¨²sica jud¨ªa y hasta en Espa?a, donde nunca se lanzaron sus trabajos, se concibi¨® un disco de homenaje, Lucien forever (Pussycats Records, 2001) y est¨¢ en marcha otro tributo con artistas flamencos y cubanos. Obviamente, lo grabado por Gainsbourg y sus ninfas ha sido reeditado por la Polygram francesa y exportado. Aunque quedaba por explorar una de las facetas a las que Gainsbourg dedic¨® m¨¢s energ¨ªas: el trabajo para bandas sonoras (se rescataron canciones sueltas en L'int¨¦grale de Serge Gainsbourg). Un hueco que ahora se empieza a cubrir con Le cin¨¦ma de Serge Gainsbourg (Universal), un estuche con tres compactos que contiene gratas revelaciones. Gainsbourg debut¨® en la composici¨®n cinematogr¨¢fica en 1959, de la mano de Alain Goraguer, aficionado al jazz que sufri¨® en sus carnes la avidez del pianista por el dinero y el reconocimiento. Harto de que Gainsbourg firmara con su nombre lo que, asegura, eran colaboraciones, Goraguer rompi¨® con ¨¦l en 1963, aunque tuvo el detalle de recomendarle a un jovencito Michel Colombier como arreglista y director de orquesta. Colombier ser¨ªa su mano derecha hasta 1969, cuando Gainsbourg pasar¨ªa a utilizar los magn¨ªficos servicios de Jean-Claude Vannier y, a partir de 1976, los de Jean-Pierre Sabar.
En su filmograf¨ªa como compositor se evidencia que no goz¨® de la confianza de la plana mayor de la nouvelle vague, movimiento con el que coincidi¨®. Para Truffaut, Godard y compa?¨ªa, deb¨ªa parecer un mercenario, demasiado a gusto con las comedias localistas y el cine er¨®tico. Tampoco daba confianza a directores precavidos: a veces, compon¨ªa el score la noche antes de entrar a grabar. Adem¨¢s, insist¨ªa en que 'la m¨²sica de cine deber¨ªa, uno, ser un contrapunto y, dos, nunca caer en el pleonasmo'. As¨ª aterr¨® a Pierre Granier-Deferre cuando incluy¨® percusiones africanas y aires de spaghetti western en su Le horse (aqu¨ª, Justicia sin palabras), donde Jean Gabin es un patriarca de la campi?a normanda enfrentado a unos traficantes de hero¨ªna; hoy, el cineasta agradece aquellas incongruencias, que arrastran la pel¨ªcula 'hacia el cine, lejos de la realidad'.
Buena parte de las 30 pel¨ªculas -tambi¨¦n se incluyen trabajos hechos para cortometrajes y televisi¨®n- aqu¨ª representadas contaban con una canci¨®n, interpretada por el autor o por actrices como Anna Karina, Catherine Deneuve o su querida Jane Birkin; algunas cl¨¢sicas de Gainsbourg -de Requiem pour un con a Dieu fumeur de havanes- debutaron en el cine. Una de las sorpresas es un fragmento instrumental de Les coeurs verts; tres a?os despu¨¦s, con letra y gemidos, se inmortalizar¨ªa como Je t'aime... moi non plus. Otra delicia inesperada es la versi¨®n in¨¦dita del tema de Strip-tease cantada por Nico; considerando la fecha (1962), debe ser el (nada g¨¦lido) estreno discogr¨¢fico de la futura diosa de Velvet Underground.
Lo que confirma Le cin¨¦ma de Serge Gainsbourg es el talento mel¨®dico de Gainsbourg, la habilidad para personalizar las sucesivas m¨²sicas (del jazz al reggae) que le fascinaron, la prolongada seducci¨®n de unas piezas subordinadas que no contaban para destacar con su inventiva ling¨¹¨ªstica o la plataforma de la provocaci¨®n.
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