'S¨®lo se puede escribir poes¨ªa en la lengua de la infancia'
A principios del oto?o pasado, Czeslaw Milosz rompi¨® con el ritual de pasar el invierno en California, cambiando aquel clima benigno por el fr¨ªo despiadado de Cracovia, ciudad a la que tantas veces ha sentido necesidad de regresar. Le gusta hablar de sus iglesias y cuando se oye el toque del hejnal desde la torre de Santa Ana cuenta la leyenda del vig¨ªa que cay¨® asaeteado por los t¨¢rtaros al alertar con su corneta de la proximidad del ej¨¦rcito enemigo. 'Por eso', dice sonriendo, 'la ¨²ltima nota es tan breve'. La entrevista tiene lugar en su casa, un piso muy sencillo del casco antiguo, con grandes ventanales, una tarde de sol y mucho fr¨ªo. Czeslaw Milosz aparenta muchos menos de los noventa a?os que tiene. Es alto, fuerte, l¨²cido, muy jovial y pregunta con gran curiosidad por Espa?a, evocando una visita al Museo del Prado que dej¨® en ¨¦l una honda impresi¨®n y provoc¨® la composici¨®n de El Jard¨ªn de las Delicias, uno de sus poemas m¨¢s representativos.
'De haberme quedado en Polonia no s¨¦ si hubiera tenido el valor de oponerme al realismo socialista'
'La poes¨ªa debe ser como un r¨ªo que lo arrastra todo: arenas, ramas, troncos y, por supuesto, pepitas de oro'
PREGUNTA. A lo largo de su vida, ha residido en numerosas ciudades. ?Querr¨ªa evocar las m¨¢s importantes?
RESPUESTA. La ciudad donde transcurri¨® mi infancia y curs¨¦ estudios es Vilno, la capital de Lituania, uno de los enclaves urbanos m¨¢s complejos de Europa, comparable a Trieste. Por aquel entonces conviv¨ªan all¨ª diversas denominaciones religiosas, nacionalidades y lenguas. Adem¨¢s de ruso y lituano, se hablaba yidish y polaco. Estas dos ¨²ltimas eran las lenguas predominantes. Ciudad de artistas y literatos eminentes, durante mi juventud Vilno era uno de los focos de cultura jud¨ªa m¨¢s importantes de Europa, sede de numerosas editoriales de literatura yidish. En segundo lugar est¨¢ Varsovia, donde la vida era mucho m¨¢s veloz y despiadada. All¨ª fue donde pas¨¦ la Segunda Guerra Mundial y durante la ocupaci¨®n nazi publiqu¨¦ dos libros clandestinos: el primero fue la traducci¨®n de ? travers le d¨¦sastre, de Jacques Maritain, originalmente publicado en Canad¨¢ y que traduje a?o y medio antes de que lo publicara en Par¨ªs Editions de Minuit. ? travers le d¨¦sastre fue un libro importante, a favor de De Gaulle y contra la postura colaboracionista del Gobierno de Vichy. La ca¨ªda de Francia supuso un golpe terrible para la intelligentsia polaca. Era como asistir al fin de Europa. Maritain estaba en contra de P¨¦tain, representaba a la Francia libre, y yo escrib¨ª un pr¨®logo en defensa del honor de Francia. El segundo libro fue una antolog¨ªa de poes¨ªa antinazi, titulada La canci¨®n invencible. Le cuento todo esto porque ilustra mi actitud durante la guerra. Aprend¨ª ingl¨¦s en Varsovia, durante la ocupaci¨®n nazi, y lo hice para no tener que aprender alem¨¢n (risas). No obstante, entre Cracovia y Varsovia est¨¢ Par¨ªs, una de las ciudades m¨¢s importantes de mi vida. La visit¨¦ primero en 1931 y luego pas¨¦ un a?o all¨ª, entre 1934 y 1935, con una beca. Fue un a?o de gran trascendencia para m¨ª, y en mis recuerdos de preguerra las ciudades de Vilno y Par¨ªs est¨¢n hermanadas. Despu¨¦s de la guerra, Varsovia estaba destruida, y en 1945 me mud¨¦ a Cracovia, que completa el tr¨ªo de mis grandes ciudades europeas. A finales de ese a?o me traslad¨¦ a Estados Unidos. Desempe?¨¦ funciones diplom¨¢ticas en Nueva York y Washington, representando al Gobierno de mi pa¨ªs. Jam¨¢s he sido miembro del partido, aunque era de izquierdas. Por fin, en 1950 fui nombrado primer secretario de la Embajada polaca en Par¨ªs, y un a?o despu¨¦s romp¨ª con el r¨¦gimen comunista y solicit¨¦ asilo pol¨ªtico en Francia. No volver¨ªa a mi pa¨ªs hasta treinta a?os despu¨¦s, luego de que se me concediera el Premio Nobel. En 1960 recib¨ª una invitaci¨®n para dar clases en la Universidad de Berkeley. All¨ª fui profesor de lenguas y literaturas eslavas, hasta que me retir¨¦. Despu¨¦s de la ca¨ªda del comunismo, empec¨¦ a pasar cada vez m¨¢s tiempo en Polonia.
P. En 1953 publica El pensamiento cautivo. Pese a la importancia que tuvo para usted, andando el tiempo, lleg¨® a convertirse en un lastre. ?Por qu¨¦?
R. Escribir ese libro me marc¨®. Me hizo conocido fuera de los l¨ªmites de mi lengua, pero tambi¨¦n me coloc¨®, en ese ¨¢mbito, en la inc¨®moda situaci¨®n de ser un poeta a quien no se conoce por su poes¨ªa, sino por un libro escrito por motivos pol¨ªticos. Siempre me he compadecido del sino de Bor¨ªs Pasternak, un gran poeta condenado a ser conocido por una novela, El doctor Zhivago, es decir, por algo tangencial a la esencia de su obra. Incluso el Premio Nobel se lo dieron por esa novela, cuando su vida para ¨¦l era su poes¨ªa. De manera semejante, se tend¨ªa a reducirme al papel de autor de un solo libro, casi como si mi poes¨ªa no existiera, y lo cierto es que me cost¨® much¨ªsimo trabajo zafarme de esa etiqueta.
P. ?Cu¨¢les son los cambios m¨¢s importantes de su evoluci¨®n?
R. He atravesado por numerosas fases, me he revestido -y me han revestido- de muchas m¨¢scaras, pero mirando hacia atr¨¢s desde mis 90 a?os me da la sensaci¨®n de que hay una continuidad que subyace a ese cambio incesante. Mi primera poes¨ªa era extraordinariamente compacta, muy rica y densa. Era una poes¨ªa casi ininteligible (risas). Poco a poco, con gran dificultad, tend¨ª a crear una poes¨ªa cada vez m¨¢s sencilla. Aunque hist¨®ricamente, pertenezco a la etapa de la vanguardia, siempre he mantenido una actitud de reserva y desconfianza hacia su est¨¦tica literaria. Siempre fui vanguardista a rega?adientes.
P. Para usted 'la verdadera poes¨ªa es una persecuci¨®n apasionada de lo real' y a?ade, citando a su primo, Oscar Milosz, que la misi¨®n del poeta es 'dar forma a las aspiraciones del gran alma del pueblo'. ?Podr¨ªa ahondar en esos conceptos?
R. Aunque ¨¦ramos de la misma familia, seguimos trayectorias muy diferentes. El suyo fue un destino muy peculiar. Escrib¨ªa en franc¨¦s y como poeta pertenece a la historia de la literatura francesa. Oscar Milosz ejerci¨® una influencia enorme sobre m¨ª, a trav¨¦s de sus obras herm¨¦ticas. La cita que invoca la tom¨¦ de una obra suya precisamente titulada Tratado de poes¨ªa. Aunque era cat¨®lico, lo era de un modo oscuro, no muy ortodoxo. Su obra dram¨¢tica Miguel de Ma?ara se tradujo al polaco e influy¨® mucho en el Papa actual, quien por aquel entonces formaba parte de un grupo de teatro aqu¨ª en Cracovia. La figura del protagonista, Miguel de Ma?ara, estaba modelada sobre un personaje a quien muchos consideran el Don Juan hist¨®rico. A la hora de su muerte, se arrepinti¨® de sus pecados. Hace unos a?os, el Papa actual le otorg¨® el t¨ªtulo de siervo de Dios, que es el paso que antecede a la beatificaci¨®n.
P. ?Otra de sus influencias es Simone Weil?
R. En Simone Weil encontr¨¦ ideas subyugantes, como que 'la distancia es la belleza del alma', aunque no sea siempre posible mantener esa distancia. Sobre todo, en Simone Weil encontr¨¦ una sanci¨®n que me permiti¨® aceptar las contradicciones interiores que me desgarraban. Su lectura, en cierto modo, me permiti¨® legitimizarlas. La inteligencia ha de utilizar todos los recursos a su alcance, a fin de superar las contradicciones que la afligen, pero hay un momento en que se llega a un callej¨®n sin salida, a un extremo en que dos supuestos fundamentales son incompatibles. Entonces no queda m¨¢s remedio que aceptar la contradicci¨®n, s¨®lo que al hacerlo cobramos conciencia de que se trata de una contradicci¨®n entre el determinismo ciego y la libre voluntad, entre la gravedad y la gracia.
P. En su discurso de aceptaci¨®n del Nobel, junto a los de Oscar Milosz y Simone Weil, cita el nombre del protagonista de un libro para ni?os, Nils Holgersson.
R. El libro de Selma Lagerl?f fue una de las lecturas fundamentales de mi infancia. En ¨¦l se cuenta la maravillosa historia de Nils Holgersson, el ni?o que vuela montado encima de un ganso, por encima de los campos y ciudades de Suecia, vi¨¦ndolo todo desde las alturas. M¨¢s adelante, me di cuenta de lo que entra?aba aquella imagen: a pesar de ir volando por el cielo, a gran distancia de las cosas, el peque?o Nils est¨¢ dotado de una visi¨®n que le permite percibir los detalles m¨¢s peque?os del mundo de abajo con enorme precisi¨®n. Me di cuenta de que esa doble visi¨®n bien puede ser una met¨¢fora de la vocaci¨®n po¨¦tica. Los dos atributos del poeta son la avidez de la mirada y el deseo de describir lo que ve. El poeta ha de volar a gran altura, observando el conjunto de las cosas desde lejos, con perspectiva, y al mismo tiempo ha de ser capaz de registrar la realidad en sus menores detalles.
P. ?Como poeta centroeuropeo, es importante para usted tener conciencia de la historia?
R. En cierto modo yo resulto una criatura ex¨®tica aqu¨ª en Cracovia por el hecho de haber nacido en Lituania. Seguramente estaba predestinado a tener una conciencia hist¨®rica particularmente aguda por el hecho de haber vivido en una ciudad con un pasado hist¨®rico tan complicado que resulta dif¨ªcil de seguir. La conciencia de lo hist¨®rico es algo muy arraigado en m¨ª, porque se basa en la memoria y en mi caso el pasado no es una abstracci¨®n sino un conjunto de im¨¢genes concretas. Durante muchos a?os fui profesor en Berkeley, y aunque mis estudiantes norteamericanos eran a veces muy brillantes, me daba cuenta de que carec¨ªan de la dimensi¨®n del pasado, no ten¨ªan ninguna conciencia de lo hist¨®rico. Mis estudiantes percib¨ªan esa dimensi¨®n en mi ense?anza, y les fascinaba; me hicieron ver la fuerza y la riqueza que se derivan del hecho de ser conscientes de las complejidades hist¨®ricas del pasado. Ense?aba literaturas eslavas, y cuando mis estudiantes le¨ªan a Dostoievski les hac¨ªa ver que sus obras novelaban la historia del esp¨ªritu ruso en el siglo XIX.
P. ?Qu¨¦ diferencia hay entre escribir poes¨ªa bajo un r¨¦gimen totalitario o en una democracia?
R. Yo viv¨ª durante un tiempo bajo un r¨¦gimen totalitario cuando en Polonia el poder estaba en manos del Partido Comunista y estuve al servicio del r¨¦gimen como diplom¨¢tico, en Washington, durante un par de a?os. Pero jam¨¢s escrib¨ª poes¨ªa ajust¨¢ndome a las prescripciones del realismo socialista. Y por supuesto, mi ruptura con el Gobierno, en 1951, en pleno apogeo del estalinismo, tiene una explicaci¨®n muy sencilla: de ning¨²n modo estaba dispuesto a servir al r¨¦gimen con mi pluma. Sin embargo, de haberme quedado en Polonia, no estoy seguro de que hubiera sido capaz de tener la entereza y el valor de oponerme a semejante tipo de escritura. Y es que la tentaci¨®n era muy fuerte. El r¨¦gimen me tentaba a conciencia, las autoridades comunistas me daban un trato de privilegio, eran muy amables y generosos conmigo, sencillamente porque quer¨ªan servirse de mi talento. Se me han quedado grabadas las palabras que me dijo uno de los prohombres del r¨¦gimen: 'Tu poes¨ªa es como una v¨¢lvula que tienes que ajustar a la tuber¨ªa del socialismo' (risas).
P. Cuando lleg¨® a Occidente, le pareci¨® que los poetas estaban demasiado pendientes de s¨ª mismos, encerrados en cuestiones est¨¦ticas, y se pronunci¨® contra la 'poes¨ªa pura'.
R. S¨ª. Como le dije antes, ten¨ªa reservas frente a la est¨¦tica de la vanguardia.
P. Su poes¨ªa evidencia un fuerte sentimiento de admiraci¨®n hacia la belleza del mundo natural, pero es muy consciente de la crueldad inherente a ese mundo.
R. Ha tocado un punto es muy importante, a saber: el horror que inspira en m¨ª la naturaleza, cuya esencia se desdobla en natura devorans y natura devorata. De joven fui cazador, y desde entonces siento horror hacia todo lo que sea matar, y soy muy sensible a todo sufrimiento que acaece en el mundo natural. Ello explica la fascinaci¨®n que ha ejercido siempre sobre m¨ª la herej¨ªa maniquea. Como sabe, a los maniqueos la naturaleza les inspiraba horror y por ejemplo una de las manifestaciones del manique¨ªsmo, la que se daba entre los c¨¢taros, consideraba que la procreaci¨®n era maligna porque aumentaba el sufrimiento que existe en el mundo. Ese aspecto maniqueo de mi personalidad es muy fuerte, de tal modo que si soy cat¨®lico, pertenezco a una variedad de un orden m¨¢s bien oscuro. Mi concepci¨®n del catolicismo est¨¢ muy pr¨®xima al budismo, que considera que el mundo es sufrimiento.
P. En En torno a Pasternak, sobriamente, sostiene que el poeta ha de ser una criatura pensante ?Cu¨¢l es la relaci¨®n entre filosof¨ªa y poes¨ªa en su obra?
R. La especulaci¨®n filos¨®fica es algo que siempre me ha tentado. Hay sistemas de pensamiento que en cierto modo equivalen a construcciones po¨¦ticas. Es cierto que otros dan de m¨ª la imagen de poeta-pensador, pero son v¨ªas diferentes. En todo caso, aunque he le¨ªdo mucha filosof¨ªa, la poes¨ªa procede del dolor, de la experiencia personal. En la regi¨®n de Europa de donde procedo se da mucha importancia a la especulaci¨®n hist¨®rica, a la llamada historiosof¨ªa. Por supuesto yo sent¨ª en mi propia carne la mordedura de la tentaci¨®n hegeliana. Ser de izquierdas significaba estar completamente sometido a la f¨¦rula de Hegel y Marx. Tengo que decir que el hegelianismo inculc¨® la idea de necesidad hist¨®rica. La historia hab¨ªa de seguir una l¨ªnea de evoluci¨®n determinada, necesariamente. Y no puedo decir que supe resistirme a ello. De hecho no lo hice. Y como consecuencia de aquella lucha contra el concepto de necesidad hist¨®rica surgi¨® El pensamiento cautivo.
P. En su obra est¨¢ muy presente el inter¨¦s por escritores esot¨¦ricos como Blake o Swedenborg. Y hay una visi¨®n que contrapone la concepci¨®n cient¨ªfica del universo a otra que la ciencia no alcanza a explicar. Despu¨¦s de Einstein, ?es posible una s¨ªntesis?
R. El siglo XVIII fue testigo de una gran revoluci¨®n, de orden cient¨ªfico, pero el siglo XVIII, el siglo de la raz¨®n, tuvo otra dimensi¨®n, podr¨ªamos decir que de orden m¨ªstico, y que representan bien escritores como William Blake e Inmanuel Swedenborg. Sea como fuere, en aquella encrucijada hist¨®rica hubo gente que sinti¨® que la humanidad se adentr¨® por una senda errada, la de la raz¨®n emp¨ªrica. De modo que hubo gente que comprendi¨® el camino de la raz¨®n, pero tambi¨¦n trat¨® de buscar otro camino, un camino presidido por la imaginaci¨®n. Uno de ellos fue Blake, cuya visi¨®n era completamente opuesta a la de Newton. Lo mismo cabe decir de Goethe, estoy pensando en su teor¨ªa de los colores, por ejemplo. Goethe sent¨ªa que ten¨ªa que haber otro modo de acercarse a la realidad, una manera distinta al camino racional del XVIII. Me pregunta usted por Einstein. La esencia de los escritos de Oscar Milosz es una concepci¨®n del espacio-tiempo que coincide con la de Einstein en el sentido de que para ¨¦l el tiempo y el espacio no eran algo eterno, sino algo que surge s¨²bitamente... Supongo que habr¨ªa que decir, parad¨®jicamente, en un momento preciso. La idea de que el tiempo tiene un principio resulta fascinante. Cuando conoc¨ª a Einstein me pareci¨® un santo, porque todo eso fue antes de la teor¨ªa del Big Bang. ?Y qu¨¦ es la teor¨ªa del Big Bang sino la idea de que el tiempo y el espacio tienen un comienzo?
P. ?C¨®mo nace un poema?
R. Nos es dado. Siempre he tenido la sensaci¨®n de que no soy responsable de los poemas que escribo. Nos es dado. Es un don.
P. ?De qui¨¦n?
R. No lo s¨¦. Yo no Le nombro.
P. En 1960, estando en Par¨ªs, le llega un ofrecimiento de la Universidad de Berkeley. ?Qu¨¦ supuso Am¨¦rica para usted?
R. Cuando llegu¨¦ a Estados Unidos, el pa¨ªs no me resultaba enteramente ajeno, desde el punto de vista literario. Crec¨ª leyendo novelas que versaban sobre Am¨¦rica. Mi generaci¨®n, y no s¨®lo la m¨ªa sino varias generaciones de europeos, ten¨ªamos una visi¨®n rom¨¢ntica de Am¨¦rica: la confrontaci¨®n ¨¦pica entre las figuras arquet¨ªpicas del salvaje y la del pionero. Cuando llegu¨¦ a Am¨¦rica descubr¨ª que hab¨ªa toda una saga de escritores europeos de quienes los estadounidenses jam¨¢s hab¨ªan o¨ªdo hablar, como por el caso de Karl May, un escritor alem¨¢n, que sin haber puesto jam¨¢s un pie en Am¨¦rica escribi¨® novelas de aventuras, estando en la c¨¢rcel. Sobre m¨ª ejerci¨® una gran influencia la visi¨®n rom¨¢ntica de un novelista como Fennimore Cooper. La lectura de sus obras de cabo a rabo es de un aburrimiento mortal. Sin embargo, abreviadas y adaptadas para ni?os resultaban de lo m¨¢s interesante. Para m¨ª, Fennimore Cooper cuenta una historia pat¨¦tica: la de un hombre que se adentra en terreno salvaje, huyendo de la civilizaci¨®n. Se convierte en pionero, y la civilizaci¨®n lo persigue, y ¨¦l sigue huyendo, siempre hacia el Oeste y al final es un anciano que se entrega a la oraci¨®n. Esta historia, pat¨¦tica como digo, para m¨ª era una met¨¢fora de Am¨¦rica ya cuando llegu¨¦ al Nuevo Mundo. Pero sobre todo para m¨ª, Am¨¦rica era Walt Whitman. Siempre he admirado a Walt Whitman, porque en ¨¦l se cumple la f¨®rmula de la poes¨ªa entendida como la totalidad de lo real. Conforme a esta f¨®rmula, la poes¨ªa debe ser como r¨ªo caudaloso, que lo arrastra todo: arena, ramas, troncos de ¨¢rboles y, por supuesto, pepitas de oro. En eso radica la grandeza de Walt Whitman.
P. Desde que sali¨® de Vilno, su vida ha transcurrido en el exilio. ?C¨®mo le ha afectado?
R. Si hay algo de lo que no puedo hacer gala como individuo es de la condici¨®n de exiliado. El exilio es casi una condici¨®n universal, un destino compartido por millones de personas en el siglo XX. Son millones y millones los seres desarraigados por el progreso tecnol¨®gico, por las diversas formas de migraci¨®n, del campo a la ciudad, de un pa¨ªs a otro, impulsados por la pobreza o por la persecuci¨®n pol¨ªtica. En ese sentido no soy ni mucho menos una excepci¨®n.
P. A lo largo de su exilio, siempre ha encontrado refugio en la lengua, llegando a afirmar: 'Mi ¨²nica patria es la lengua'. Usted siempre ha escrito en polaco.
R. As¨ª es. En mi familia se habla polaco desde el siglo XVI, aunque seamos lituanos, y siempre me mantuve fiel a mi lengua. He vivido en Estados Unidos durante d¨¦cadas, y jam¨¢s he experimentado la tentaci¨®n de escribir en ingl¨¦s. Por supuesto que puedo escribir art¨ªculos o ensayos o cr¨ªtica en ingl¨¦s. Pero poes¨ªa, jam¨¢s. En mi opini¨®n, cuando se cambia de lengua se cambia de identidad. Y yo no quer¨ªa. Segu¨ª escribiendo en polaco. Estados Unidos tiene la grandeza de que hay gente que escribe en chino, en ruso, y otras lenguas. Escribir en mi lengua materna es una cuesti¨®n de apego, pero tambi¨¦n de rebeld¨ªa y ambici¨®n. Por un lado, no me daba la gana de bailar al son que marcaban las modas occidentales en literatura. Por otra parte, yo ambicionaba ser un buen poeta y en mi opini¨®n s¨®lo se puede escribir poes¨ªa en el lenguaje de la infancia.
P. Aunque considera que la poes¨ªa es muy superior a la novela, hay una excepci¨®n: Dostoievski. ?No le parece que hay un rasgo que su poes¨ªa comparte con las novelas del autor ruso: la polifon¨ªa, la existencia de voces contradictorias en el seno de un mismo poema?
R. Dostoievski era un hombre atormentado, y me imagino que el origen de sus novelas polif¨®nicas obedece a que ¨¦l quer¨ªa buscar todos los argumentos en torno a cuestiones como el ate¨ªsmo. Estaba expuesto a ideas contrapuestas, como le ocurri¨® a cuantos vivieron en el siglo XIX y si cabe a¨²n m¨¢s en el XX, y daba entrada a todas en su escritura. Siempre me he sentido a merced de fuerzas que me arrastraban en distintas direcciones. Las voces contradictorias que aparecen en mi poes¨ªa son las mismas que anidan en el fondo de mi ser. La estructura de mi Tratado de teolog¨ªa consiste en un trenzado de pros y contras.
P. En la antolog¨ªa titulada El libro de las cosas luminosas, reuni¨® a un considerable n¨²mero de poetas. ?Cu¨¢l fue el principio organizador del libro?
R. Como sabe, se trata de una antolog¨ªa no s¨®lo de poes¨ªa contempor¨¢nea, sino tambi¨¦n antigua. Hay muchos poetas chinos y japoneses de la antig¨¹edad. Buscaba un ant¨ªdoto frente al subjetivismo extremo de la poes¨ªa moderna. Me interesaba la perspectiva oriental en torno a la relaci¨®n entre el sujeto y el objeto. En la concepci¨®n oriental tiene lugar una suerte de identificaci¨®n con el objeto visto, como ocurre con el tao¨ªsmo. Extra?amente, la actitud hacia la realidad es m¨¢s objetiva. Y por supuesto est¨¢ la huella de Schopenhauer, de quien siempre he sido asiduo lector. Me interesa su concepci¨®n del arte. Para Schopenhauer las naturalezas muertas de la escuela holandesa eran el mayor logro de la pintura, porque en ellas se atrapa la esencia de la naturaleza, que se representa en un estado interno de paz y distanciamiento.
P. Entre los poetas antologados figura un espa?ol: Antonio Machado.
R. S¨ª, traducido al ingl¨¦s. S¨¦ el suficiente espa?ol como para seguirlo, con la ayuda de una versi¨®n paralela, pero no me atrevo a tocarlo, porque el espa?ol es un idioma demasiado bello. Willis Barnstone, buen conocedor de la poes¨ªa espa?ola y traductor de uno de los poemas de Machado que aparecen en la antolog¨ªa, ve una extra?a afinidad entre el poeta espa?ol y ciertos aspectos de la poes¨ªa china.
P. En Regreso a Cracovia en 1880, un poeta vuelve de las grandes capitales a una ciudad en el medio de un valle estrecho. Ahora el que ha regresado es usted.
R. En ese poema evoco el regreso de un poeta jud¨ªo, oriundo de Vilno, que despu¨¦s de haber pasado por una serie de movimientos y haber vivido en Par¨ªs, regresa en su ancianidad a Cracovia. En ese sentido es un pre¨¢mbulo a mi propio regreso.
P. ?Y c¨®mo se siente?
R. Trabajo por la ma?ana. Despu¨¦s leo, recibo invitados, o voy a alg¨²n lugar. Me siento muy bien en Cracovia. Aqu¨ª tengo a muchos amigos, a mis editores. Cuando salgo a pasear, la gente que me rodea habla mi lengua. Soy feliz.
Declarado 'no persona'
LA INFANCIA y juventud de Czeslaw Milosz (Szetejnie, Lituania, 1911) transcurrieron en la ciudad b¨¢ltica de Vilno, donde public¨® sus primeros vol¨²menes de poes¨ªa y form¨® parte del grupo vanguardista conocido como los catastrofistas. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue miembro de la resistencia antinazi y al final de la contienda desempe?¨® cargos diplom¨¢ticos como representante del r¨¦gimen comunista polaco en Washington, Nueva York y Par¨ªs. En 1951, tras una visita a Varsovia en pleno apogeo del estalinismo, comprende el verdadero alcance de lo que est¨¢ ocurriendo en la Europa del Este y rompe con el Gobierno de su pa¨ªs. Dos a?os despu¨¦s publica El pensamiento cautivo, uno de los documentos m¨¢s sobrecogedores jam¨¢s escritos sobre la forma de operar de la mentalidad totalitaria. Con escalofriante lucidez, Milosz desvela los sutiles mecanismos de ocultamiento y autoenga?o en virtud de los cuales el alma del artista creador pone su talento al servicio del poder. En el pr¨®logo, Karl Jaspers escribe: 'Al leer este libro, uno se ve forzado a interrogarse acerca de s¨ª mismo. Lo que est¨¢ en tela de juicio es la posibilidad misma de comportarse como hombre'. La ruptura de Milosz con un gobierno que, lejos de perseguirle, lo cortejaba por su talento, da la medida del c¨®digo ¨¦tico por el que siempre se ha regido. Para ¨¦l, la primera obligaci¨®n del escritor ha de ser la autenticidad. El precio a pagar fue muy elevado pues para un poeta no hay tragedia mayor que perder el contacto con la lengua viva de su pueblo. Durante sus a?os como refugiado pol¨ªtico, Milosz lleva una existencia precaria, pero de incesante creatividad. En 1960, la Universidad de Berkeley le ofrece un puesto docente y Milosz se traslada a Estados Unidos. Su llegada al continente americano a una edad en la que muchos escritores entran en una fase de asentamiento o declive marca el comienzo de una nueva etapa. La concesi¨®n del Premio Nobel de Literatura en 1980 supone para ¨¦l la posibilidad de volver como visitante a su pa¨ªs. Treinta a?os despu¨¦s, el r¨¦gimen que lo hab¨ªa declarado 'no persona' y prohibido sus libros, autoriza una edici¨®n de sus poes¨ªas, de la que se venden 200.000 ejemplares. En Gdansk, los obreros de Solidaridad erigieron un monumento a las v¨ªctimas del r¨¦gimen en el que figuraban dos inscripciones: una frase de la Biblia y un verso del poeta. En Milosz coexisten tres ¨®rdenes de preocupaciones: metaf¨ªsicas, ¨¦ticas y est¨¦ticas. Su mayor logro es haber sabido forjar un lenguaje sencillo capaz de expresar ideas de gran complejidad. La suya es una poes¨ªa que oscila entre la duda y el asombro. Autor de numerosos libros de poes¨ªa, entre los que se cuentan Poema sobre el tiempo detenido (1933), Tratado de poes¨ªa (1957), Del sol que se levanta (1974), La tierra inalcanzable (1986) o Esto (2000), Milosz ha escrito ensayos que comprenden -adem¨¢s de El pensamiento cautivo- t¨ªtulos como ?mbito nativo (1968), El emperador de la tierra, La tierra de Ulro (ambos en 1977), Visiones desde la bah¨ªa de San Francisco (1982), El testigo de la poes¨ªa (1983) o Comenzando con mis calles (1992), adem¨¢s de dos novelas: El poder cambia de manos y El valle del Issa (ambas de 1955). Recientemente se ha publicado en Estados Unidos New and Collected Poems, un volumen en el que se recoge la larga trayectoria de Milosz como poeta. Su lectura despierta el eco de unas palabras de Joseph Brodsky, premio Nobel en 1987: 'No tengo la menor duda al afirmar que Czeslaw Milosz es uno de los poetas m¨¢s grandes de nuestro tiempo, tal vez el m¨¢s grande'.
BIBLIOGRAF?A
DE CZESLAW MILOSZ El valle del Issa. Tusquets, 1999. Poemas. Tusquets, 1984. El pensamiento cautivo. Tusquets, 1981. Otra Europa. Tusquets. 1980. El poder cambia de manos. Destino, 1980. REFERENCIAS DEL POETA Simone Weil. La gravedad y la gracia. Trotta, 1998. Oscar Milosz. Miguel Ma?ara. Encuentro, 1991. Oscar Milosz. Los or¨ªgenes ib¨¦ricos del pueblo jud¨ªo. ?rdora, 2001.
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