Atrapados por el sufrimiento
SON TANTAS las impresiones que podr¨ªa retomar de La inmensa soledad, de Fr¨¦d¨¦ric Pajak (Hautes-sur-Seine, 1955), y recrearlas para compartirlas, que me paralizo. Entonces dejo pasar las horas y los d¨ªas, con la esperanza de que la lectura se asiente y deposite en m¨ª ¨²nicamente lo esencial. El problema est¨¢ en que el libro sigue en ebullici¨®n dentro de m¨ª, estado que me dificulta seleccionar lo insistente y tratarlo como si fuera lo fundamental.
Dice Pajak que no es la biograf¨ªa de Nietzsche, pero lo es; y que no es la de Cesare Pavese, pero tambi¨¦n lo es. Y el autor sostiene que no es para nada su autobiograf¨ªa: ni la historia, el esoterismo, la religi¨®n ni la arquitectura de la ciudad de Tur¨ªn: como no lo es la presencia psiqui¨¢trica en el Museo de Antropolog¨ªa Criminal, hecha de los archivos que el doctor Lombroso recogi¨® de las c¨¢rceles y los manicomios de Tur¨ªn para clasificarlos antes de morir, en 1909: pero lo es.
La inmensa soledad es todo esto y m¨¢s; lo es en los dibujos, de la autor¨ªa del propio Pajak, y en las innumerables citas de viajeros como Montaigne y Montesquieu; en las de pintores como De Chirico, cuya obra es su lectura particular de Nietzsche; en el retrato de Pavese que escribe Natalia Ginzburg de ¨¦l, su amigo, del que se pregunta por qu¨¦, si Tur¨ªn era su ciudad como no lo era de nadie m¨¢s, escogi¨® morir en ella, en un hotel de estaci¨®n, en la forma en que lo habr¨ªa hecho un extranjero.
Son las coincidencias; es el entrelazamiento de todo esto; es la superposici¨®n de todo sobre todo: la intuici¨®n de todo: la base de todo; el todo atravesado por todo, cruzado, so?ado, aceptado y rechazado por todo; por todo; es esto, este todo, lo que constituye este libro, este interminable poema, esta enso?aci¨®n, como se refiere a su escritura ilustrada, a sus dibujos con pies de p¨¢gina, el propio Pajak; este paseo de la mano con los 'dos enfermos terminales de melancol¨ªa', Nietzsche y Pavese, dos atrapados por el sufrimiento, acorralados, orillados a haber sido ni?os tristes, en busca de un pap¨¢ que los abandon¨® temprano porque muri¨® joven, de muerte violenta; en fuga de una mam¨¢, de una hermana: voraces, dominantes; detenidos, poetas incapacitados para mostrar lo que sent¨ªan, debido a una imposici¨®n, a un mandato implacable que los coaccion¨® a llorar en silencio, a dirigirse al pasto en vista de que mam¨¢ Pavese no entend¨ªa sus palabras. 'A m¨ª no me escribas en ese tono', orden¨® mam¨¢ Nietzsche, la v¨ªspera de que ¨¦l, para alcanzar la libertad, franqueara la frontera y se volviera loco.
Hab¨ªa escrito su obra en Tur¨ªn cuando, una noche, baj¨® de su buhardilla a pasear y, al ver c¨®mo un cochero maltrataba a su propio caballo, Nietzsche se abalanz¨® al cuello del animal y lo bes¨® llorando. Su casero lo rescat¨® y lo condujo a su habitaci¨®n, para que, en los d¨ªas que siguieron, no se oyeran salir de ella sino gritos, acordes de piano enloquecidos, frases sin sentido en ning¨²n idioma. El amigo que viaj¨® a auxiliarlo declarar¨ªa que habr¨ªa sido mejor quitarle la vida que dejarlo encerrado en un asilo. 'Dame un poco de salud', pidi¨® a uno de los m¨¦dicos en el sanatorio.
C¨®mo no va el lector a identificarse con alguna de las tipolog¨ªas psiqui¨¢tricas seg¨²n Pajak, la mirada del melanc¨®lico, por ejemplo; o con alguno de los paisajes, la v¨ªa de tren desnuda, una calle desierta, la silla de Van Gogh revisitada, un t¨²nel, una carretera, un barco de noche en el oc¨¦ano. O la 'escalera sin palacio', seg¨²n la describe el Presidente de Brosses (Charles de, escritor franc¨¦s, 1709-1777, llamado Presidente de Brosses) para referirse a 'una de las m¨¢s hermosas escaleras que hay en el mundo', la del Palazzo de Madama, a cuyo final 'no existen habitaciones', as¨ª que 'no busque nada m¨¢s', se trata de 'una escalera sin palacio', en carta a Madame de Neuilly.
'Habr¨¢ otros d¨ªas, / habr¨¢ otras voces... / Sonreir¨¢s muy sola. / Lo sabr¨¢n los gatos. / Y oir¨¢s palabras viejas, / palabras cansadas y vanas / como trajes ya olvidados / de las fiestas de anta?o', hab¨ªa escrito Pavese, bajo el t¨ªtulo de The Cats Will Know. Cuando un camarero llama a la puerta del hotel en el que Pavese se alojaba y nadie contesta, entra a la fuerza, y ve un gato que se desliza en el interior.
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