'Salamandria'
Habituada a la adversidad, apenas necesita cuidado. Nada que ver con la atenci¨®n que demandan otras vidas m¨¢s delicadas y empalagosas. Los vientos de esta parte del Mediterr¨¢neo, la escasez de agua y la aridez de un terrero arenoso y salino la han hecho resistente. Germina en campos devastados, y solo demanda un resquicio de luz para crecer. Su floraci¨®n es repentina y violenta. Su hermosura, salvaje y agresiva. No despierta unanimidad, pero tiene la belleza exagerada de lo inveros¨ªmil. Podr¨ªa ser un cactus, pero se trata de la vida cultural en Almer¨ªa.
En este panorama desolador a veces germinan proyectos imposibles. Como los arbustos olorosos que brotan entre las grietas del asfalto a lo largo de la infernal carretera que atraviesa el desierto de Tabernas, las lecturas del Aula de Poes¨ªa, las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro o la revista Salamandria son algunos de los milagros que sobreviven en el p¨¢ramo cultural de Almer¨ªa con las cuatro gotas de lluvia que caen ocasionalmente del cielo.
Salamandria, revista literaria de este sur naci¨® de lo que nacen estas cosas, de la vocaci¨®n editora y del entusiasmo. Quienes la hacen cada tres meses son gente rara, adictos que obtienen un extra?o placer acariciando la rugosidad de una p¨¢gina; personas extravagantes, capaces de encontrar belleza en un car¨¢cter tipogr¨¢fico y de apreciar matices en la pigmentaci¨®n de la tinta o en la calidad con la que esta se estampa en las fibras del papel; enfermos a los que leer versos les pone tanto como olerlos. S¨ª, s¨ª, olerlos. Lo primero que hace este tipo de gente al comprar un libro o al recoger los ejemplares de la imprenta es abrir las p¨¢ginas, meter las narices, percibir la frescura de la tinta e inspirar el aroma seco del papel. Est¨¢n locos. Hay que estar loco para hacer una revista aqu¨ª.
Salamandria, que tiene varios a?os de vida y once n¨²meros en la calle, no repite jam¨¢s formato. Cada n¨²mero es un libro nuevo, un objeto diferente con su propia cabecera, su propio tama?o, su propio papel, su propio tipo de letra y una cantidad variable de colaboraciones in¨¦ditas, breves, alrededor de un asunto que va cambiando con las estaciones. El cipote de lobo, el pez¨®n, la siesta, el sudor o el crimen son algunos de los motivos que han inspirado o que inspirar¨¢n a conocidos escritores, a los poetas y pintores que colaboran en sus p¨¢ginas junto a nombres menos sonoros.
Y naturalmente el que la hace la paga. Al menos los primeros n¨²meros. En el ¨²ltimo que ha llegado a mis manos, correspondiente al oto?o y dedicado al haiku, veo el anagrama de la Diputaci¨®n, de la Concejal¨ªa de Juventud y de la compa?¨ªa Asisa. Me llama la atenci¨®n la ausencia de la Concejal¨ªa de Cultura. Supongo que los carteles de apoyo a David Bisbal, el gasto de las llamadas al n¨²mero 906 y el espect¨¢culo organizado en Plaza Vieja para seguir no s¨¦ qu¨¦ votaciones celebradas el otro d¨ªa en televisi¨®n se habr¨¢n chupado gran parte del dinero destinado a las actividades culturales. Casi es mejor as¨ª, porque estas inveros¨ªmiles y on¨ªricas plantas nacidas en el desierto est¨¢n tan acostumbradas a la adversidad, que se echan a perder si reciben mucha agua.
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