La cultura pide paso en la gesti¨®n tur¨ªstica de las ciudades
El exceso de promoci¨®n tur¨ªstica de las ciudades monumentales es insuficiente si no se cambia el modelo de gesti¨®n
El turismo cultural aumenta cada a?o a una velocidad superior que el turismo de sol y playa. Las iglesias, los museos y las callejuelas que permiten so?ar al turista con otra ¨¦poca se hacen cada vez m¨¢s populares. De hecho, los expertos consideran que, en Espa?a, el turismo cultural est¨¢ cerca, si no lo ha hecho ya, de convertirse en un turismo de masas. Pero los expertos advierten de sus peculiaridades y recomiendan no s¨®lo dar informaci¨®n sino favorecer los 'sentimientos'.
Esto quiere decir que las ciudades est¨¢n obligadas a prepararse cada vez m¨¢s para avalanchas de turistas lo que debe obligar a los pol¨ªticos a buscar modelos de gesti¨®n que incluyan estas visitas en el desarrollo integral de la ciudad. Hasta ahora, dicen, los pol¨ªticos se han dedicado a vender m¨¢s que a gestionar.
No hay que confundir a las ciudades con monumentos con los parques tem¨¢ticos
El dilema con el que se enfrentan las ciudades con un importante patrimonio hist¨®rico no es peque?o: tienen que navegar entre las aguas de la conservaci¨®n de ese patrimonio y las del desarrollo econ¨®mico que les ofrece el turismo. La semana pasada se reunieron en Granada, para hablar de ello, expertos de varios pa¨ªses del mundo. Entre sus conclusiones principales est¨¢ la necesidad de dejar atr¨¢s el antiguo sistema de gesti¨®n: cultura y patrimonio por un lado, turismo por otro, urbanismo por otro. Para el futuro, cultura, patrimonio y turismo han de tomarse en consideraci¨®n de forma global para decidir qu¨¦ futuro se quiere para la ciudad. Es el 'modelo de gesti¨®n transversal de la ciudad'.
Miguel ?ngel Troiti?o, catedr¨¢tico de Geograf¨ªa Humana de la Universidad Complutense de Madrid, considera que hasta ahora 'los pol¨ªticos han llevado a cabo un exceso de promoci¨®n y un d¨¦ficit de gesti¨®n'. Esto presenta el riesgo, dice, de llevar mucha gente a sitios escasamente preparados en todos los niveles: patrimonio mal acondicionado, escasez de plazas hoteleras,...
Troiti?o sugiere una 'nueva ¨¦tica de uso de las ciudades hist¨®ricas' en las que, adem¨¢s, el residente de la propia ciudad se configure como parte esencial, tomando conciencia del valor hist¨®rico de su lugar de residencia, cuid¨¢ndolo y no considerando al turista como un ser impertinente que le molesta mientras ¨¦l o ella hacen su vida diaria.
Transmitir sentimientos
Se trata de que las ciudades patrimoniales, dice Troiti?o, no s¨®lo transmitan informaci¨®n sobre ¨¦ste o aqu¨¦l siglo, sino 'sentimientos'. Por ello, no hay que confundir las ciudades monumentales o hist¨®ricas con parques tem¨¢ticos. En estos todo es falso y lleno de figurantes. En aquellas, los residentes deben dar calor y vida al entorno. 'Hay, en fin, que superar el enfrentamiento turista-residente'.
Enrique Torres Bernier, profesor de Econom¨ªa de la Universidad de M¨¢laga y responsable t¨¦cnico de este congreso, incide en el asunto de los sentimientos. Seg¨²n ¨¦l, demasiadas veces, al turista se le acribilla con infinidad de datos hist¨®ricos sobre tal cuadro, edificio o lugar que a aquel le resulta imposible, en primer lugar, retener tantas cifras y, en segundo lugar, disfrutar de la visita. Por eso, Torres propone respuestas m¨¢s imaginativas para que estos turistas se vayan con 'recuerdos m¨¢s llenos de sentimientos que de cifras'. As¨ª, propone, por ejemplo, una 'teatralizaci¨®n' de las visitas a ciertos lugares que permita un verdadero viaje sentimental a la ¨¦poca de la que se trate.
Algunas de las quejas m¨¢s extendidas son tambi¨¦n 'la desatenci¨®n al patrimonio de supuesta menor entidad' y los problemas en el disfrute de parte de este patrimonio en lo referente a horarios, se?alizaci¨®n o reservas de entrada.
Reto de la gesti¨®n
En general 'las ciudades monumentales se enfrentan al reto de la gesti¨®n sostenible de la actividad tur¨ªstica', lo que conlleva necesariamente 'la adopci¨®n de medidas espec¨ªficas de regulaci¨®n de flujos de visitantes'. Por ello, los gestores municipales se enfrentan al reto de saber decir que no a la b¨²squeda sin l¨ªmite de turistas frente a la cantidad que su ciudad pueda acoger de modo que sean capaces de ofrecer al turista una visita inolvidable.
No en vano, por ejemplo, el 80% de los visitantes de Granada viaja hasta all¨ª porque alguien que ya ha estado antes se lo recomienda y no por campa?as publicitarias. Si un visitante lo pasa bien, otros le seguir¨¢n.
?Y si encuentran problemas? Siguiendo con el caso de Granada los visitantes se?alan tres inconvenientes: seguridad, tr¨¢fico y horario de los monumentos, principalmente de las iglesias. Dos dependen directamente del ayuntamiento; el tercero, mayoritariamente de la iglesia. Los expertos apelan al Ayuntamiento granadino a que acabe con el caos que reina sobre el asfalto de la ciudad con coches aparcados sobre las aceras, y obras.
Son elementos que no invitan al paseo. Tampoco las m¨²ltiples extorsiones a las que se ve sometido el paseante al salir de la Alhambra o andar por los alrededores de la Catedral. A veces, la falia de informaci¨®n sobre los horario supone otra impedimento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.