?Qui¨¦n mat¨® a Jordi Berraondo?
El juez archiva el caso de un director de banco asesinado a tiros y exculpa a la esposa y el suegro, inculpados por la polic¨ªa
Hace 10 meses se cometi¨® en Barcelona un extra?o crimen. Jordi Berraondo, director de una oficina de La Caixa y hermano del periodista Eduard Berraondo, fue acribillado a tiros en su domicilio. Ocurri¨® el 22 de abril, un domingo, cuando el hombre estaba solo. Alguien entr¨® en la casa sin forzar la puerta, y le dispar¨® siete tiros que acabaron con su vida en el acto.
La polic¨ªa no pudo detener a ning¨²n sospechoso y el pasado mes de septiembre el juez archiv¨® el caso. Pero en las v¨ªsperas navide?as se reabri¨® despu¨¦s que los agentes de homicidios arrestasen a dos presuntos implicados. Nada menos que al suegro y a la mujer de la v¨ªctima. ?l, Josep Companys Ametller, de 68 a?os, fue acusado de ser el autor material. Ella, Mar¨ªa Dolores Companys Carulla, de 39 a?os, de cooperadora necesaria en el crimen. Los dos lo negaron desde el principio, algo habitual en estos casos. Pero no deb¨ªa de estar muy clara su participaci¨®n porque el juez de guardia los dej¨® en libertad. Ahora otro juez, el que lleva el caso y lo conoce al dedillo, ha archivado de nuevo las diligencias.
No hay indicios s¨®lidos para acusarles, s¨®lo sospechas m¨¢s o menos fundadas, dice el juez
La mujer cobr¨® 50 millones tras la muerte, pero la justicia descarta el m¨®vil econ¨®mico
'No aparecen indicios s¨®lidos que permitan implicar a los hoy imputados (...), sino sospechas m¨¢s o menos fundadas', asegura el auto de sobreseimiento dictado por el magistrado Jos¨¦ Grau, titular del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 7 de Barcelona. El abogado de la acusaci¨®n, del despacho de Pau Molins, ha insistido en estos dos ¨²ltimos meses en que los familiares son culpables, pero el juez no opina as¨ª. Por eso, el auto de archivo rebate todos los argumentos de la acusaci¨®n. Y para responder a esas acusaiones, al juez no le queda otro remedio que analizar la vida privada de la pareja para concluir que, en ocasiones, las cosas no son lo que parecen.
- Los detalles del crimen. Sostiene la acusaci¨®n que el crimen se produjo sobre las 10.30 horas, pocos minutos despu¨¦s de que la mujer y la hija de la v¨ªctima saliesen de la vivienda, porque los vecinos dijeron haber o¨ªdo ruido. Pero recuerda el juez que jam¨¢s se precis¨® cient¨ªficamente la hora del crimen y que bien pudo ser a las cuatro de la tarde, por lo que entonces todo cambia. Tambi¨¦n insiste la acusaci¨®n en que nadie m¨¢s que la mujer y el suegro ten¨ªan un juego de llaves de la casa, pero el juez aduce algo tan evidente como que pudo ser la propia v¨ªctima quien abriera la puerta a su asesino y que tampoco se ha podido demostrar que en la oficina de la calle de Escorial de La Caixa, que dirig¨ªa la v¨ªctima, no existiera una copia de esas llaves.
Seg¨²n la tesis de los abogados acusadores, el crimen no lo cometi¨® un profesional, aunque s¨ª se plane¨® a la perfecci¨®n y con garant¨ªa de ¨¦xito. 'No queda claro por qu¨¦ este indicio puede apuntar a los hoy imputados', dice el juez.
- El m¨®vil. Los abogados dicen que se descarta que personas ajenas a la familia hubiesen cometido el crimen movidas por un ¨¢nimo de venganza o robo, ya que consideraban a la v¨ªctima un director de banco ejemplar que no se hab¨ªa generado odios. Pero el juez afirma que el hecho de que la polic¨ªa no haya encontrado pruebas en ese sentido no significa que no existan. Tras la muerte, la esposa cobr¨® 50 millones de pesetas por los seguros de vida que ten¨ªa firmados Berraondo. Eso la convierte, seg¨²n la acusaci¨®n, en sospechosa, aunque el juez no opina igual. Dice el auto de archivo que a la mujer 'nada le faltaba' y que el marido le daba 140.000 pesetas mensuales para los gastos dom¨¦sticos. Adem¨¢s, las cuentas del banco estaban a nombre de los dos.
El suegro es sospechoso para la acusaci¨®n porque era un lud¨®pata y ten¨ªa deudas de juego, y adem¨¢s se relacionaba con ambientes marginales. Pero eso 'no le convierte en la ¨²nica persona capaz de conseguir un arma', que tampoco se ha investigado c¨®mo se logr¨®, dice el juez. Tampoco se ha demostrado que el suegro tuviera tantas deudas y se recuerda que desde hace tres a?os est¨¢ en tratamiento de la ludopat¨ªa.
- El comportamiento de los sospechosos. El juez no comparte la tesis de que la esposa y el suegro sean sospechosos porque estuviesen en las inmediaciones del piso el d¨ªa del crimen. La ¨²nica hija del matrimonio, de siete a?os, deseaba ir a un parque cercano en compa?¨ªa de su madre y su abuelo, algo natural, dice el juez. Y si el suegro de la v¨ªctima desapareci¨® 20 minutos fue porque no encontraba aparcamiento, a?ade.
Jos¨¦ Antonio Fontanilla, abogado de los dos acusados, asegur¨® que la resoluci¨®n judicial est¨¢ muy fundamentada porque no hay ning¨²n indicio que incrimine a sus clientes. La acusaci¨®n recurrir¨¢ contra el archivo ante la Audiencia, en un ¨²ltimo intento de que la justicia siga investigando qui¨¦n mat¨® a Jordi Berraondo.
Infidelidades y apartamentos
'No parece que la crisis matrimonial de una pareja, que por otra parte no consta que diera lugar en ning¨²n momento a un comportamiento violento por parte de alguno de los c¨®nyuges, sea m¨®vil suficiente para cometer un delito de homicidio'. As¨ª se expresa el juez para rebatir otra posible causa del crimen. Recuerda el magistrado que 'la infidelidad' de Berraondo hacia su esposa 'molest¨® mucho' al suegro y que ¨¦ste tambi¨¦n se disgust¨® porque su yerno oblig¨® a su hija a vender un apartamento en Calafell. 'En medio de una crisis matrimonial', el juez considera l¨®gico que el d¨ªa del crimen la mujer no llamase a su marido. Dice la resoluci¨®n que el hombre 'no estaba enfermo y ella no ten¨ªa por qu¨¦ preocuparse'. Lo extra?o hubiera sido que lo llamara cada media hora, a?ade.
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