Un gigante en los bajos fondos
La NBA suspende por tiempo indefinido a Shawn Kemp por saltarse un programa de rehabilitaci¨®n por su adicci¨®n a la coca¨ªna
Hace seis a?os s¨®lo Karl Malone le discut¨ªa el t¨ªtulo de mejor ala-p¨ªvot de la NBA. Pero el tiempo ha pasado y Shawn Kemp enfanga d¨ªa a d¨ªa su carrera por su adicci¨®n a la coca¨ªna. Por segunda vez en menos de un a?o, el baloncestista del Portland Trail Blazers tiene que dejar la competici¨®n por culpa de las drogas. La NBA le ha suspendido sine die por no acudir a los programas de consulta y rehabilitaci¨®n que la propia organizaci¨®n le hab¨ªa propuesto.
Los estatutos de la Liga castigan hasta con seis meses de suspensi¨®n a los jugadores que no cumplan esta norma. Mientras que Kemp no se someta de nuevo con regularidad a su tratamiento y no siga los consejos del equipo m¨¦dico que se ocupa de su caso, no se le permitir¨¢ volver a jugar con los Blazers.
Ya en abril pasado, y a petici¨®n propia, el ala-p¨ªvot se integr¨® en una cl¨ªnica de desintoxicaci¨®n debido a su adicci¨®n a la coca¨ªna. Seg¨²n se coment¨®, y temiendo por su vida por la gran cantidad de droga que consum¨ªa, fueron sus propios compa?eros de equipo los que le aconsejaron tomar esa decisi¨®n.
Justamente cuando hab¨ªa mostrado cierta mejor¨ªa en su juego, ha llegado la sanci¨®n. En cuatro de los ¨²ltimos seis partidos hab¨ªa logrado dos veces n¨²meros dobles (m¨¢s de 10 puntos y 10 rebotes en el mismo encuentro). Por cada partido que no dispute, el jugador perder¨¢ unos 140.000 d¨®lares (casi 160.000 euros). Podr¨¢ entrenarse con el equipo pero no podr¨¢ estar en el pabell¨®n el d¨ªa de partido desde dos horas antes de su inicio y hasta dos horas despu¨¦s. Ni el entrenador del equipo, Maurice Cheeks, ni el presidente del equipo, Bob Whitssitt, conocen cu¨¢l es el motivo concreto de la sanci¨®n, ya que es confidencial.
'Sea por la raz¨®n que sea el traspaso lo cambi¨® todo'. La frase la pronunci¨® el a?o pasado el t¨¦cnico del Seattle Supersonics, Nate Mcmillan, y algunos compa?eros de Kemp en el equipo durante su mejor ¨¦poca. Reign man (el hombre que reina) era su apodo. La ciudad de Seattle le idolatraba. A la NBA lleg¨® sin pasar por la Universidad, enseguida destac¨® por su portentosas cualidades f¨ªsicas acompa?adas de una refinada t¨¦cnica. Era un cohete en la pista. Su rapidez y la compa?¨ªa de Gary Payton convirtieron al contraataque de los Sonics en un arma temida por todas las franquicias. No se recuerda a muchos jugadores que machacaran el aro con tanta violencia como ¨¦l. En 1996 llev¨® al equipo a disputar la final ante el Chicago Bulls. En septiembre de 1997 lleg¨® el traspaso que le envi¨® al Cleveland Cavaliers. Se vaticin¨® que ser¨ªa un error para la franquicia y para el jugador. El pron¨®stico se ha cumplido.
Nunca fue un jugador problem¨¢tico, ni con tendencia a las juergas. Nadie de los que le conocieron en su etapa en Seattle se explican c¨®mo ha llegado a esta situaci¨®n. Lleg¨® a pesar casi 140 kilos, el jugador r¨¢pido y explosivo se convirti¨® en un obeso que perdi¨® la piedra angular de su juego, su potencia descomunal. Se acabaron los contraataques y los mates. El Shawn Kemp de estos dos ¨²ltimos a?os es un jugador de movimientos en el per¨ªmetro sin demasiado sentido. Las malas compa?¨ªas y la borrachera de popularidad y dinero (los Cavaliers le ofrecieron un contrato de 100 millones de d¨®lares -unos 110 millones de euros-) acabaron con todo lo bueno de sus primeros a?os en la NBA. Incluso reconoci¨® que hab¨ªa tenido varios hijos con un n¨²mero indeterminado de mujeres.
Los gritos de aclamaci¨®n y asombro ante su juego se transformaron en risotadas de mofa. 'Tienes 31 a?os pero parece que tienes 40', le dec¨ªan. Fuera de la cancha tampoco las cosas le fueron bien. Reebook le rescindi¨® los dos a?os de contrato firmados tras declarar en un peri¨®dico que no hab¨ªa zapatillas como las de Nike. La imagen del Kemp que todas las navidades se pon¨ªa el traje rojo para repartir regalos entre los ni?os m¨¢s necesitados ya queda lejos. Ahora, el que fuera su t¨¦cnico en los Sonics cuando estaba en lo m¨¢s alto, George Karl, reconoce, 'mi historia triste es la de Shawn'.
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