Ocho empresarios controlan los 39 'after hours' que funcionan en Madrid
Los due?os de estas salas ilegales escapan a la polic¨ªa cambiando los nombres de las sociedades
S¨®lo ocho empresarios son los que controlan el negocio de las discotecas matinales o after hours, pero por sus manos pasan las recaudaciones millonarias que salen de las cajas de los 39 locales de este tipo que funcionan en la capital, y que son ilegales. Seg¨²n fuentes de la Polic¨ªa Municipal, cada uno de estos empresarios tiene a su cargo varios after hours. Para evitar las sanciones, los due?os de los locales disuelven las sociedades con las que alquilan las salas y dan nombres y direcciones falsos. La Polic¨ªa Municipal cerr¨® el a?o pasado 60 after hours, la mayor¨ªa en Centro.
En la capital, seg¨²n fuentes municipales, hay ahora mismo al menos 39 discotecas matinales. En Centro se contabilizan seis y en Chamber¨ª otros seis. En los ¨²ltimos meses han surgido, adem¨¢s, locales de este tipo destinados a captar al p¨²blico latinoamericano, sobre todo en Tetu¨¢n y en Latina. Todos son ilegales, porque su actividad no est¨¢ regulada por la Ley Regional de Espect¨¢culos P¨²blicos. El m¨¢ximo horario que puede tener un local en Madrid es hasta las tres y media de la ma?ana (los bares especiales) o hasta las seis (las salas de fiestas y discotecas). Pero los after hours abren sus puertas despu¨¦s, a partir de las siete de la ma?ana y hasta m¨¢s all¨¢ del mediod¨ªa.
Seg¨²n fuentes de la Polic¨ªa Municipal, ocho personas controlan el negocio de estos locales en Madrid. Se conocen entre s¨ª y cada fin de semana recaudan m¨¢s de 12.000 euros de caja (dos millones de pesetas), eso sin contar las ganancias por el tr¨¢fico de drogas que se produce en la mayor¨ªa de los locales (sobre todo venta de coca¨ªna y de pastillas ¨¦xtasis). Las sustancias las ofrecen los propios due?os o parte del personal de seguridad, seg¨²n las mismas fuentes.
Las zonas de venta de droga suelen ser los servicios o los almacenes. Por ejemplo, Jes¨²s Amado P¨¦rez Arnau, propietario de un after hours en el barrio de Salamanca que en teor¨ªa funciona como gimnasio, fue detenido all¨ª hace dos semanas por llevar una bolsa con 20 pastillas de ¨¦xtasis. La junta del distrito de Salamanca ya tiene la orden para cerrar este local.
El a?o pasado, los agentes de la Polic¨ªa Municipal que investigan los after hours cerraron unos 60 locales, 25 de ellos en el distrito Centro. Tambi¨¦n actuaron en la zona de Azca (Tetu¨¢n), donde los vecinos hab¨ªan denunciado varias veces a distintos locales. A partir de las denuncias, la Polic¨ªa Municipal abre expediente y solicita el cierre a la junta de distrito.
Para evitar los procedimientos sancionadores, los due?os de estas discotecas matinales disuelven las sociedades con las que alquilan los locales y dan continuamente nombres y direcciones falsos. Por ejemplo, la junta de Retiro tiene registrada la sociedad de un local que en el ¨²ltimo a?o ha cambiado seis veces de nombre. El ¨²ltimo fue El Marciano Frito Europeo.
Delito fiscal
Adem¨¢s de perseguir estos locales y cerrarlos, la Polic¨ªa Municipal va a empezar a utilizar otra baza para acorralar a los responsables de los after hours: el delito fiscal. 'Esta gente gana cantidades millonarias cada fin de semana y no lo declaran. Que sepan que, a partir de 90.000 euros anuales sin declarar est¨¢n cometiendo un delito fiscal', advierten desde la Polic¨ªa Municipal. La moda de los after hours lleg¨® a Espa?a a finales de los a?os ochenta, importada desde Londres. Un grupo de madrile?os que viajaba con asiduidad a la capital inglesa observ¨® el gran negocio econ¨®mico que supon¨ªa abrir un local cuando el resto cerraba y todav¨ªa quedaban miles de j¨®venes con ganas de seguir de juerga. As¨ª que decidieron implantar la idea en Madrid.
Cada uno de estos empresarios controla varias discotecas matinales y los fines de semana se dedican a visitar los locales para comprobar que todo funciona a la perfecci¨®n. A su cargo tienen unas ocho personas en cada local, entre porteros, camareros y aparcacoches. Tambi¨¦n, seg¨²n la polic¨ªa, mantienen contacto con empresarios en el extranjero que tienen el mismo tipo de negocio. 'El p¨²blico de los after hours es muy dependiente, y los responsables se dedican, con el boca a boca, a mover a la gente de un lado para otro', explican fuentes policiales. 'Estos tipos act¨²an de varias formas: o tienen un bar con licencia, por ejemplo, de cafeter¨ªa, y lo usan como after hours, o alquilan a una discoteca la sesi¨®n a partir de las siete de la ma?ana, o utilizan cualquier inmueble para montar all¨ª las fiestas', a?aden.
La Polic¨ªa Municipal reconoce que el proceso para cerrar uno de estos locales es 'dilatado'. 'Lo primero que se hace es tomar medidas cautelares para evitar las molestias a los vecinos. Pero tambi¨¦n se les puede acusar de competencia desleal por abrir cuando el resto de bares est¨¢n cerrados, por incumplimientos del aforo o por no tener las medidas de seguridad adecuadas', relatan desde la polic¨ªa. 'Hay locales que son muy cutres. No tienen ventilaci¨®n, los sistemas el¨¦ctricos est¨¢n desprotegidos, no hay salida de humos y en el suelo tienen moqueta', subrayan.
Dos d¨ªas bailando y sin dormir
Varias personas hacen footing cerca del centro cultural Galileo. Es s¨¢bado al mediod¨ªa. Un cartel anuncia en la fachada: 'La tarde m¨¢s joven', iniciativa del Ayuntamiento para promocionar el ocio sin alcohol. Un dibujo de dos chavales de apariencia sana incita a pas¨¢rselo bien sin tener que beber. Hace sol y la calle est¨¢ tranquila.
Cien metros m¨¢s adelante. Un local tiene el cierre medio echado. Al llamar a la puerta, aparecen dos hombres con pinta de duros.
-Hola, ?cu¨¢nto cuesta pasar?
-Nada, s¨®lo que traigas buen rollito.
Uno de los hombres echa la llave en la puerta y se la guarda en el bolsillo. Hay otra puerta y, detr¨¢s, una habitaci¨®n donde doscientas personas bailan funky, techno y house a un ritmo fren¨¦tico. La gente se agolpa en la barra. Tres chicas bailan al ritmo de chunda-chunda como si estuviesen pose¨ªdas, y no dan abasto para atender a los clientes. Como no se les oye, se sirven de los dedos para indicar cu¨¢nto cuestan las consumiciones.
Las copas valen nueve euros (1.500 pesetas). Para los que quieran emociones m¨¢s fuertes hay otras opciones: medio gramo de coca¨ªna por 30 euros (5.000 pesetas); pastillas de ¨¦xtasis (pirulas) a seis (1.000 pesetas). Todos sonr¨ªen y se muestran cari?osos. A ti te doy un beso. Ahora un abrazo. El Red Bull, en lata y con pajita, para seguir aguantando. 'Buen rollito', 'fiesta' y 'joder, no tengo sue?o' son frases que saltan de un grupo a otro. Uno dice que lleva dos d¨ªas sin dormir. Otro le contesta que ¨¦l una vez aguant¨® hasta tres. Se encaran, se empujan, se r¨ªen a carcajadas y siguen bailando.
La sala est¨¢ medio a oscuras. S¨®lo hay un foco que cuelga peligrosamente de un lado de la barra. Hay mucha gente que est¨¢ dentro con las gafas de sol puestas. Tambi¨¦n hay muchos extranjeros, mucho tatuaje y mucho piercing. Las paredes est¨¢n decoradas con dibujos de marcianos. Uno de los pilares de sujeci¨®n est¨¢ lleno de boquetes. Alguien, aprovechando uno de los huecos, escribe 'Carmen'. No hay salida de incendios ni ventanas.
Una chica baja al ba?o a vomitar. 'Ay, qu¨¦ mal...', musita. El suelo del servicio est¨¢ encharcado y tiene un color indescriptible. En los ba?os, las pirulas y la coca saltan de unas manos a otras. Hay un grupo de tres amigos intentando salir del local, pero la puerta est¨¢ cerrada. 'Joder, qu¨¦ angustia. ?Y qu¨¦ hacemos?'. Uno de los chicos se va a buscar al due?o del local mientras los otros dos forcejean con la puerta. El due?o aparece, saca la llave de su bolsillo y abre. Los chicos salen. Sigue siendo s¨¢bado al mediod¨ªa.
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