Pistas para entender el 'botell¨®n'
Los j¨®venes necesitan sentirse parte de un grupo y un espacio propio - La falta de l¨ªmites y de comunicaci¨®n en el seno familiar y la adolescencia prolongada explicar¨ªan el consumo abusivo de alcohol en la calle, seg¨²n los expertos
Comas et¨ªlicos, ruidos, suciedad, protestas de los vecinos, intervenci¨®n de la polic¨ªa, peticiones de que se rebaje el precio de las copas en los bares, reportajes, declaraciones de los pol¨ªticos y representantes sociales... Todo ello desencadenado por el botell¨®n. Miles de j¨®venes lo practican en la regi¨®n cada fin de semana; de ellos, 15.000 en la capital, seg¨²n la Polic¨ªa Municipal. ?Qu¨¦ ocurre?, ?es s¨®lo una cuesti¨®n de orden p¨²blico?, ?cu¨¢l es la responsabilidad de las familias, de los colegios?, ?qu¨¦ pasa en la sociedad? Psic¨®logos y soci¨®logos consultados por EL PA?S intentan explicar el fen¨®meno. Todos ellos coinciden en que hay que afrontar el problema de forma coherente y hacer primero un cuidado diagn¨®stico para buscar soluciones.
?QU? FUNCI?N CUMPLE? 'Les ayuda a establecer un ritual de transici¨®n al papel de adulto', explica Mar¨ªa Jos¨¦ D¨ªaz-Aguado, catedr¨¢tica de Psicolog¨ªa Educativa de la Universidad Complutense, especializada en programas de intervenci¨®n en conductas de riesgo. 'Los j¨®venes se hacen due?os de la calle. El fen¨®meno tiene varios componentes: apropiaci¨®n de un territorio y, adem¨¢s, a sus horas. Es un espacio que ocupan los adultos por el d¨ªa y luego lo ocupan ellos a sus horas', dice.
Y a?ade: 'Es un proceso un tanto m¨¢gico de integraci¨®n con los j¨®venes que les ayuda a compensar sus experiencias de estr¨¦s y de exclusi¨®n de toda la semana. Desempe?a una funci¨®n de fusi¨®n con un grupo de iguales'. Se trata de superar la experiencia de exclusi¨®n en la escuela, ya que la escuela genera fracaso. La 'pertenencia al grupo' y el 'estar all¨ª' prima en el fen¨®meno del botell¨®n. De ah¨ª la necesidad de dotarse de un espacio propio en el que los adultos no pueden estar.
Mariano Fern¨¢ndez Enguita, catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa en la Universidad de Salamanca y autor de un estudio sobre la jornada escolar para la Comunidad de Madrid, indica que, 'como toda forma masiva de actividad, el botell¨®n tiene una dimensi¨®n expresiva, la de sacar lo que tienen dentro, fuera del ¨¢mbito de los adultos, y les aporta una ilusi¨®n de comunidad, de sentir que forman parte del grupo'. ?ste ser¨ªa, seg¨²n ¨¦l, el lado positivo del fen¨®meno.
Para Roberto Dur¨¢n, psic¨®logo en el departamento de orientaci¨®n de varios colegios concertados, que los chavales se re¨²nan no es nada nuevo. 'La tendencia al agrupamiento es primitiva, hist¨®rica... antes fue la litrona o el guateque. Los adolescentes necesitan el grupo como referente, lo que altera esto es el consumo abusivo y neur¨®tico de alcohol'.
FRUSTRACI?N Y BEBIDA. Roberto Dur¨¢n comenta que los docentes se quejan de las familias porque han dejado el problema de la educaci¨®n en manos exclusivas de los centros y han hecho dejaci¨®n de sus responsabilidades en este terreno. Habla de cambio en los h¨¢bitos de comportamiento, en los que han influido factores como la incorporaci¨®n de la mujer al trabajo o la intervenci¨®n de los abuelos, que son m¨¢s tolerantes, en la educaci¨®n. 'Los padres, por falta de tiempo o por cansancio, no se ocupan de la educaci¨®n de los hijos, y nos encontramos con una generaci¨®n con unos niveles de tolerancia de la frustraci¨®n muy bajos y m¨¢s indisciplina que en otras generaciones'. Por ello, dice Dur¨¢n, los colegios tienen que educar antes de ense?ar.
Para Norma Ferro, esa falta de tolerancia a la frustraci¨®n explicar¨ªa el consumo de alcohol, ya que los j¨®venes y adolescentes buscan una satisfacci¨®n inmediata y el alcohol es m¨¢s barato que la droga. Ferro es psicoanalista y psiquiatra y directora de la Escuela de Psicolog¨ªa Cl¨ªnica de ni?os, adolescentes y adultos. D¨ªaz-Aguado, por su parte, resalta la tendencia de los j¨®venes al consumo abusivo de cualquier cosa, y considera, por ello, importante educar en el consumo responsable, con l¨ªmites, y ayudarles a diferenciar entre consumir y ser.
Gonzalo Cabello, psic¨®logo en un centro escolar concertado, es tajante: 'El alcohol es una droga institucionalizada. El alcohol mueve millones de euros. Los mayores consumen y dan ejemplo; para los chavales, beber es como un rito inici¨¢tico. Me parece una aberraci¨®n esa petici¨®n de d¨ªas atr¨¢s de que los bares de copas rebajen sus precios; lo que hay que hacer es atacar esa conducta de riesgo que lleva a los comas et¨ªlicos que se repiten cada fin de semana por una manera compulsiva de beber. Con esa forma de m¨¢ximo consumo tan evasiva de la realidad pueden llegar a hacerse alcoh¨®licos. Unos beben para desinhibirse y ligar m¨¢s y otros por presi¨®n del grupo', precisa.
Fern¨¢ndez Enguita observa que cuanto m¨¢s se beba en la calle, m¨¢s incontrolado ser¨¢. 'Es un fen¨®meno masivo entre los menores que genera accidentes, peleas, consumo de drogas... y hacen falta leyes para abordar esos problemas', afirma. Pero matiza que las f¨®rmulas prohibitivas tienen que ser consensuadas.
Emilia Mar¨ªa Mej¨ªas, psic¨®loga y responsable del ¨¢rea de acogimiento de la Comunidad, reconoce que el botell¨®n 'es un tema que se nos ha ido de las manos'. 'Tanto educar para la salud, contra las drogas, el tabaco... y somos muy permisivos con el consumo de alcohol, que cada vez empieza en edades m¨¢s tempranas'. La permisividad social con el consumo de alcohol es tan grande, dice, que aunque los chavales lleguen muy borrachos a casa es algo que no crea alarma social.
PERMISIVIDAD EN LAS FAMILIAS. Los expertos coinciden en que las relaciones entre adultos y adolescentes han cambiado. 'Se ha pasado de un modo de educaci¨®n autoritario, por supuesto inaceptable, a una permisividad total, no se ponen ponen l¨ªmites', se?ala Mar¨ªa Jos¨¦ D¨ªaz-Aguado. Y recalca: 'No hay una ense?anza de la disciplina democr¨¢tica. Nos hemos equivocado. A los chavales s¨®lo se les habla de derechos. Es un discurso desequilibrado, hay que ense?arles que no hay derechos sin deberes'.
Fern¨¢ndez Enguita es rotundo al denunciar un pacto que se produce en muchas familias: 'T¨² no molestas en casa y yo te dejo hacer lo que quieras fuera'. Lo explica as¨ª: 'Tras el franquismo, hay una cierta desorientaci¨®n en las familias, que creen que a los ni?os hay que dejarles hacer lo que quieran'.
Para Norma Ferro, el fen¨®meno del botell¨®n tiene que ver con la crisis en la familia, en la que, afirma, 'hay una deficiencia funcional': falta la funci¨®n del padre y de la madre. 'El cambio producido en la sociedad espa?ola no ha sido asimilado, se ha pasado de la represi¨®n absoluta a la cama redonda; no se digiri¨® ese cambio y los padres creen que como han sido frustrados no deben frustrar, y se llega a la exageraci¨®n; en ese proceso se han perdido el cap¨ªtulo de lo que se llama la frustraci¨®n ¨²til'. Y agrega: 'A los ni?os se les tapa la boca, se les da todo, llegan a decir que les dan dinero para que no roben...'.
Ferro comenta que en la familia se dan mensajes contradictorios: 'Hay amenazas que no se cumplen, y el adolescente lo sabe. Se les dice: 'pues no ves la tele o no sales', y luego se les deja'. Y contin¨²a: 'Los adolescentes necesitan saltarse la ley, pero para ello precisan un l¨ªmite, una norma que saltarse. Como no lo tienen y se les permite todo, se quejan de que se sienten muy abandonados'.
Emilia Mar¨ªa Mej¨ªas coincide en que los padres han hecho dejaci¨®n de sus responsabilidades a la hora de marcar los l¨ªmites: 'Hay que prohibir cuando es necesario. Es un deber de los padres y hay que decir 'no' todas las veces que sea preciso. Para evitar conflictos se les deja hacer hasta tal punto que me han llegado a decir 'Yo no puedo con mi hijo de ocho a?os', subraya Mej¨ªas.
Mej¨ªas compara esta situaci¨®n con la de las escuelas donde proliferan las quejas de los maestros, que no pueden con los alumnos. Y resalta que, 'si el adulto no est¨¢ convencido de que tiene que ejercer el control, el adolescente percibe esa inseguridad'. Mej¨ªas cree que los adolescentes son inmaduros y agradecen el control externo: 'Puede haber un 90% de di¨¢logo, pero en un 10% hay que imponerse'. Est¨¢ claro, dice, que 'es m¨¢s f¨¢cil ser permisivo que restrictivo'. Para esta psic¨®loga, el hecho de que los adolescentes salgan cada vez a una edad m¨¢s temprana complica los problemas derivados del botell¨®n, ya que es a medida que se hacen mayores cuando m¨¢s f¨¢cil es hacerles entender las cosas.
Gonzalo Cabello destaca la falta de roles diferenciados en la familia. Y lo resume en una frase: 'Hay madres y padres que quieren ser el colega de su hijo. Evidentemente hay que decirles: 'No, usted es la madre, no su colega'.
Mar¨ªa Antonia ?lvarez Monteser¨ªn, vicedecana del Colegio de Psic¨®logos de Madrid, se muestra m¨¢s optimista y cree que hay padres que s¨ª saben transmitir la responsabilidad a sus hijos y tienen confianza en ellos. 'No creo que sea verdad que los padres no se ocupan de sus hijos', asevera. ?lvarez Monteser¨ªn, que trabaja en el servicio municipal de M¨®stoles de Atenci¨®n Psicoeducativa a la Infancia y la Adolescencia, estima que a los padres les pilla por sorpresa la etapa de la adolescencia y esa necesidad de los chavales de querer salir con gente de su edad. 'Les autorizan porque creen que es bueno para ellos', se?ala, pero admite que 'quiz¨¢s no encuentran el punto de poner l¨ªmite en los horarios'.
FALTA DE PROYECTO VITAL. 'Los j¨®venes crecen actualmente sin un cometido, se est¨¢n preparando para hacer algo hasta los 20 o los 30 a?os, por ello los deberes no surgen de manera espont¨¢nea y las familias no saben c¨®mo inculcarlos', explica Fern¨¢ndez Enguita. 'Antes, en las comunidades campesinas empezaban a trabajar a edades tempranas, y eso ha ocurrido as¨ª durante a?os y siglos. Ahora es dif¨ªcil arbitrar cu¨¢ndo y c¨®mo los j¨®venes deben incorporarse al mundo adulto', agrega.
Diaz-Aguado incide en esa falta de perspectiva futura. 'Hay en los chavales una falta de capacidad de esforzarse debido a esa falta de sentido de proyecto a largo plazo para orientar su comportamiento y luchar por algo. No tienen un proyecto vital'.
CULTURA C?VICA. Todos los expertos coinciden en que no se hace bien 'la educaci¨®n en valores'. Fern¨¢ndez Enguita mantiene que los colegios no se preocupan de la conducta de los chavales fuera de sus recintos, se preocupan s¨®lo de que los problemas no les lleguen a ellos: 'Las instituciones escolares interpretan la ense?anza en sentido restrictivo, reducida ¨²nicamente a la instrucci¨®n'. Este soci¨®logo insiste en que tanto los colegios como las familias optan por la 'paz dentro, a costa de lo que hagan fuera'.
Fern¨¢ndez Enguita analiza una serie de factores que influyen en ese descontrol de los chavales: 'Antes, la religi¨®n hac¨ªa de eterna vigilancia, con el ojo que todo lo ve¨ªa; en el aprendizaje para incorporarse al trabajo hab¨ªa una preocupaci¨®n moral; se viv¨ªa en peque?as comunidades, pueblos o barrios donde todos se conoc¨ªan, y hab¨ªa un cierto control de las conductas'. A ello agrega los cambios en la estructura de la familia y la jornada escolar continua, que hace que est¨¦n m¨¢s descontrolados o llenos de actividades extraescolares y tiendan a concentrar todo su ocio en el fin de semana.
Para Fern¨¢ndez Enguita, impera la mentalidad de 'yo me divierto y t¨² pagas los platos rotos'. 'Dicen que el botell¨®n es barato porque eluden todos los costes y quieren que pague la comunidad; es un problema de cultura c¨ªvica, como lo de fumar en los ascensores o cortar el tubo de escape de las motos', sentencia.
PROGRAMAS EN MARCHA. Los psic¨®logos consultados reconocen que actualmente funcionan m¨²ltiples programas de prevenci¨®n e informaci¨®n para j¨®venes y adolescentes, pero todos coinciden en que hay que generalizarlos. Gonzalo Cabello cita como ejemplo la circular de la Polic¨ªa Municipal de Madrid recibida en el colegio en el que trabaja sobre la campa?a preventiva de consumo de alcohol para adolescentes dirigida a alumnos de educaci¨®n secundaria. Son planes reducidos, dice, a los que se dedican pocos recursos.
Mar¨ªa Antonia ?lvarez Monteser¨ªn explica que en los servicios municipales de la regi¨®n se trabaja con los adolescentes desde hace alrededor de 15 a?os. Se hace en distintos departamentos que en este tiempo han cambiado su nombre de psicopedag¨®gicos a psicoeducativos. Doce de ellos est¨¢n integrados en una coordinadora en la que intercambian experiencias. 'Hay una educaci¨®n reglada desde el Ministerio de Educaci¨®n y otra no reglada que llevan distintos equipos de ¨¢reas de Educaci¨®n, Juventud y Servicios Sociales de los ayuntamientos'. Existen adem¨¢s mesas de educaci¨®n y promoci¨®n de la salud en cada localidad, en las que participan los ayuntamientos, el Insalud, la Agencia Antidroga y los centros de apoyo al profesorado.
'En todos estos servicios', apunta, 'adem¨¢s de asesoramiento a los profesores en problemas espec¨ªficos y grupos de trabajo con los padres hay programas de prevenci¨®n de la violencia, grupos de desarrollo personal, de habilidades sociales (desarrollo de la autoestima, toma de decisiones...), en los que se da a los adolescentes herramientas para manejarse con los dem¨¢s'.
Mar¨ªa Jos¨¦ D¨ªaz-Aguado, catedr¨¢tica de Psicolog¨ªa Educativa, cuenta que acaban de terminar un estudio para prevenir desde las escuelas la violencia en el ocio, elaborado por la Universidad Complutense y el Instituto de la Juventud. 'Los adolescentes infravaloran el riesgo porque se sienten especiales e invulnerables, y hay que ayudarles', dice. 'El resultado de este programa, realizado en 12 institutos de la regi¨®n, ha sido muy positivo', se?ala. D¨ªaz-Aguado asegura que es mucho lo que la escuela puede hacer en este campo y que se podr¨ªa desarrollar un programa similar con el tema del botell¨®n.
El Ayuntamiento tiene en marcha los programas La noche m¨¢s joven y La tarde m¨¢s joven, en los que el a?o pasado participaron 51.000 chavales de 12 a 24 a?os. Varios centros culturales y deportivos ofrecen actividades las noches del fin de semana como alternativa al botell¨®n. Programas similares funcionan en otros municipios de la regi¨®n.
El espect¨¢culo contra la palabra
De su experiencia de trabajo con los adolescentes, Gonzalo Cabello, psic¨®logo cl¨ªnico, deduce que en la familia no se habla: 'hay aislamiento entre los miembros'. Cabello considera que el fen¨®meno social del botell¨®n ayuda a los j¨®venes a paliar esa incomunicaci¨®n -'resuelve esa necesidad de estar en un grupo en el que plantean temas que les preocupan, como la muerte...'-, y asegura que hay un vac¨ªo en esta sociedad que vive en una adolescencia continua. La gente es m¨¢s apol¨ªtica, y para llenar ese hueco los chavales se lo montan como pueden. 'Hay un vac¨ªo social, no tienen modelos con los que identificarse', afirma Cabello. Y concluye: 'Vivimos en la sociedad de la comunicaci¨®n, pero no se habla. Es una sociedad muy agresiva donde prima el individualismo'. El problema del botell¨®n es complejo y afecta a la sociedad, la familia y el individuo, seg¨²n Norma Ferro, psiquiatra y psicoanalista. Ferro coincide en que la sociedad actual tiende a reducir las relaciones interpersonales. 'En las familias no se habla, por lo que el individuo se repliega sobre s¨ª mismo', afirma. Esta psiquiatra mantiene que ha habido un cambio con lo que llama la posmodernidad, 'hay una falta de profundizaci¨®n, se tiende a ver s¨®lo la superficie. Se ha cambiado el valor de uso por el valor de cambio'. 'Hay un predominio de la imagen, vivimos en la sociedad del espect¨¢culo, en la que no se habla, no se dialoga, no hay lugar para la historia, para la palabra', indica. Y a?ade: 'Los chavales cuentan que van de bar en bar, pero que no se puede hablar porque hay ruido'. Ferro prosigue: 'La palabra comunica, necesita del otro'. Por ello, en el siglo de la comunicaci¨®n la gente est¨¢ m¨¢s sola e incomunicada, alejados del mundo real. 'El uso del ordenador y de la televisi¨®n nos a¨ªslan cada vez m¨¢s. En los chats uno se imagina al otro... y as¨ª pasa lo que pasa'. Los chavales comenten muchas faltas de ortograf¨ªa, subraya Ferro. Y remarca: 'Se escribe mal en los mensajes de los tel¨¦fonos m¨®viles. A este paso no van a saber ni leer ni escribir'. Ferro presenta un cuadro pesimista: 'Hay un olvido de la historia, la mayor¨ªa de los j¨®venes no saben nada de la guerra civil, ni de los cuarenta a?os de dictadura en los que hab¨ªa censura, exiliados, emigrantes... Los padres no les cuentan nada, cosas como, por ejemplo, que estaba prohibido besarse en la calle'. Emilia Mar¨ªa Mej¨ªas, responsable del ¨¢rea de acogimiento de la Comunidad, considera que los padres no dedican tiempo a los chavales cuando son peque?os y luego no hay comunicaci¨®n entre padres e hijos. Y lanza un claro consejo: 'Hay que tener mucha paciencia para dedicarse a ellos desde peque?os. Si los dejamos solos luego no nos podemos quejar de que no hay comunicaci¨®n'. Mej¨ªas explica que es todo un proceso: 'Hay que establecer v¨ªnculos de proximidad desde peque?os para que cuenten con una figura a la que referirse cuando crecen'.
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