La gente, la buena gente
Vivir en soledad es uno de los fen¨®menos sociol¨®gicos que abren este siglo XXI, fruto de nuevas pautas culturales que dan valor a lo propio. Y la gente mayor no es ajena a esa tendencia. Aunque, a mi entender, hay que saber distinguir dos tipos de soledades: las deseadas, libremente escogidas para seguir manteniendo la propia identidad y autonom¨ªa, y las sobrevenidas, forzadas si se quiere por causa de alg¨²n cambio en la situaci¨®n personal, sea de ¨ªndole familiar o de pareja, sea econ¨®mica o de residencia.
No obstante, la evoluci¨®n tanto de una situaci¨®n como de otra puede llegar a plantear en un momento de la vida de esa persona mayor que vive sola algunos problemas para poder mantener esa autonom¨ªa personal. As¨ª, surgen dificultades para participar en la vida social, cultural y vecinal o, simplemente, para resolver sus problemas cotidianos. Entonces es cuando se pasa de la soledad al aislamiento, y a la persona le puede sobrevenir un riesgo de exclusi¨®n.
Unos datos de Barcelona para la reflexi¨®n: el colectivo de la gente mayor de nuestra ciudad ya alcanza a ser la cuarta parte de la poblaci¨®n, y eso no es s¨®lo fruto de un incremento de la esperanza de vida, sino que la poblaci¨®n adulta no se va, sigue viviendo entre nosotros. Y otros m¨¢s: viven en soledad unas 66.000 personas de m¨¢s de 65 a?os (21%), y de ¨¦stas unas 20.000 tienen m¨¢s de 80 a?os. De los mayores de 80, un 15% necesita ayuda en cuidados personales y un 7% tendr¨ªa que ser atendido en su propio domicilio por falta de movilidad. Estos ¨²ltimos son los datos del riesgo, por tanto. Para muchos de los casos que se plantean, s¨®lo una peque?a ayuda solidaria de sus vecinos ya representar¨ªa una gran ayuda para resolver algunos de sus problemas cotidianos concretos.
Desde la responsabilidad del gobierno local, que es la administraci¨®n m¨¢s pr¨®xima a las personas, el objetivo es evitar que se consoliden situaciones de marginalidad y tratar de mejorar las condiciones de vida de estos colectivos. Cierto que tambi¨¦n act¨²a en ese ¨¢mbito un conjunto de asociaciones vecinales, de voluntariado social y dem¨¢s redes informales. Pero hay nuevos retos y hay que ser m¨¢s eficaces.
Por ello, si queremos lograr una mejor y efectiva atenci¨®n para disminuir los riesgos de exclusi¨®n social de la gente mayor que vive sola y, al mismo tiempo, garantizar su independencia y calidad de vida, es importante que la Administraci¨®n a¨²ne y coordine todos los esfuerzos y voluntades. Pero tambi¨¦n hay que encontrar nuevos modelos de intervenci¨®n. Hay que innovar.
Por ello me parece una magn¨ªfica noticia que la Uni¨®n Europea conceda una ayuda a Barcelona y a otras ciudades europeas para que, a trav¨¦s del gobierno local, impulsemos un novedoso programa de ayuda a personas mayores, en su propio domicilio y a partir de sus propios vecinos. Cosas tan simples como ir a comprar el pan, llevar un recibo al banco, poner gotas en los ojos, administrar medicinas, o visitarlas para comprobar el estado de salud. Esto no sustituye ninguno de los servicios de asistencia domiciliaria en curso ni anula la labor de entidades y voluntarios. Es un proyecto de cooperaci¨®n, de bajo coste pero de alta rentabilidad social, que permitir¨¢ vincular la acci¨®n solidaria de nuestros conciudadanos con las necesidades concretas de los mayores.
Es una apuesta por la buena vecindad, por la cooperaci¨®n entre vecinos de toda la vida, una cosa bastante habitual en pueblos peque?os y que ahora nos proponemos organizar en una gran ciudad que desea ser una ciudad de las personas.
N¨²ria Carrera i Comes es quinta teniente de alcalde de Bienestar Social en el Ayuntamiento de Barcelona.
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