Parlamentarismo

La reciente y abrupta modificaci¨®n de la Ley de Gobierno valenciana no ha merecido elogios de la oposici¨®n pero tampoco ha despertado cr¨ªticas m¨¢s all¨¢ de las de obligado cumplimiento. Los partidos parlamentarios han lamentado la utilizaci¨®n del procedimiento de lectura ¨²nica para la aprobaci¨®n de las modificaciones, lo que no deja de ser una denuncia del continuado proceso de achicamiento del espacio parlamentario frente al ejecutivo, y no han aceptado la justificaci¨®n de la reforma en el dato de que a mayores competencias, el organigrama gubernamental debe soslayar de alg¨²n modo la cl¨¢usula restrictiva de las diez consejer¨ªas ejecutivas que prescribe el Estatuto de Autonom¨ªa.

Sin que falte raz¨®n a quienes proponen ampliar por esta v¨ªa an¨®mala el n¨²mero de consejeros (sin cartera, se dice), o de vicepresidentes, resulta menos comprensible que se produzca la transformaci¨®n de los actuales subsecretarios en secretarios auton¨®micos (y, desde luego, al ponente de las modificaciones, se le pod¨ªa haber ocurrido alg¨²n t¨¦rmino menos obvio para estos consejeros bis) y se prevea para ellos la competencia de comparecer ante el Parlamento para convertirlos en suced¨¢neo propicio que evite la del consejero, y, por lo tanto, en material de desgaste para hurtar del control parlamentario a los titulares de las consejer¨ªas y al propio presidente, si viene al caso.

La necesidad de reestructurar el Consell en base al aumento de competencias es precisamente un argumento que har¨ªa comprensible una reforma del Estatuto, para, por ejemplo, ampliar el n¨²mero de consejer¨ªas ejecutivas, e incluso, para lo que Catalu?a ya tiene, el desdoblamiento de la Presidencia de la Generalitat, en presidente y conseller en cap. La realidad de lo actuado, no obstante, da a entender que el PP valenciano no est¨¢ por la labor de la reforma estatutaria ni en esa ni en otras materias. Incluso se hace evidente que, y de acuerdo con la opini¨®n de mi admirado colega y apreciado amigo el profesor Mart¨ªnez Sospedra -que, no obstante, el sabe que yo entiendo debe realizarse de un modo m¨¢s acorde con la realidad del r¨¦gimen parlamentario-, seg¨²n la cual pod¨ªa introducirse v¨ªa reforma de la Ley de Gobierno la facultad de disoluci¨®n anticipada del parlamento con efectos parciales (que no evitan la celebraci¨®n de elecciones en d¨ªa fijo, es decir, el ¨²ltimo domingo del mes de mayo del cuarto a?o de la legislatura), la reforma de la semana pasada ni siquiera se hab¨ªa propuesto ese asunto, denotando que la mayor¨ªa gobernante no est¨¢ por potenciar el parlamentarismo sino por adaptar este a sus propias necesidades.

A estas alturas queda bastante a la vista que no habr¨¢ reforma del Estatuto de Autonom¨ªa, que no habr¨¢ mejoramiento del tono parlamentario de nuestra autonom¨ªa, y que ni parcial, ni completa dispone la facultad de disoluci¨®n anticipada de las Cortes Valencianas del menor apoyo gubernamental.

El espect¨¢culo de un parlamento no disoluble en caso de ingobernabilidad (hip¨®tesis tan lejana hoy del ¨¢nimo de las mayor¨ªas como lo fue la posibilidad de que la barrera electoral del 5% acabase dejando fuera a quienes no vieron necesario reivindicar su supresi¨®n, CDS y UV) y donde los comparecientes al control sean los sparring de los consejeros degrada la calidad de nuestro r¨¦gimen parlamentario y coloca al autogobierno pol¨ªtico en consonancia con la falacia del poder valenciano.

Vicent.Franch@eresmas.net