Vallvey defiende que el placer no es medida de la felicidad
La ganadora del ¨²ltimo Nadal considera que este premio literario es 'el mejor de Espa?a'
La escritora ?ngela Vallvey (San Lorenzo, Ciudad Real, 1964) consigui¨® el ¨²ltimo Premio Nadal con su novela Los estados carenciales, una s¨¢tira sobre los libros de autoayuda, sostenida sobre personajes que buscan su camino hacia la felicidad. 'A veces hay que renunciar a algunos placeres para que no se conviertan en un dolor, no s¨®lo los carnales y sensoriales sino tambi¨¦n los espirituales', defendi¨® ayer en Bilbao. 'El placer no es la medida de la felicidad'.
Vallvey reconoci¨® que no ha tratado de lanzar un ataque demoledor contra los manuales de trucos para superar las dificultades de la vida. Recomienda, en cambio, a los usuarios de los libros de autoayuda que busquen las mismas soluciones en los libros de filosof¨ªa y literatura.
La escritora vive en Ginebra, hasta donde le llev¨® el trabajo de su marido, dedicada a la literatura, 'un trabajo duro y altamente cualificado'. Su primera novela publicada, A la caza del ¨²ltimo hombre salvaje (1999), ha sido distribuida en 11 pa¨ªses -entre otras por la prestigiosa editorial brit¨¢nica Penguin- y actualmente el guionista Rafael Azcona trabaja en su adaptaci¨®n al cine, en un proyecto que dirigir¨¢ el realizador de publicidad hispano franc¨¦s Sebastien Grousset.
Con el Nadal -'el m¨¢s antiguo y el mejor premio de Espa?a', en su opini¨®n 'por la lista de autores que lo han ganado'- ha llegado a la tercera novela que publica en el plazo de tres a?os.
Citas de obras de autores cl¨¢sicos (Cicer¨®n, Ovidio, Arist¨®teles) preceden a cada cap¨ªtulo de la primera parte de Los estados carenciales, una muestra de su devoci¨®n por escritores que 'han pasado varias rev¨¢lidas' a lo largo de la historia. 'Son citas que he ido coleccionado. Algunos cap¨ªtulos nacieron a consecuencia de las citas; otras se adaptaron al contenido', explic¨® la escritora. 'Son tan modernos como nosotros mismos'.
La autora de Los estados carenciales se siente ingeniosa, pero no quiere engrosar la lista de escritores devorados por su propio ingenio. 'Siempre pongo los ejemplos de Noel Claras¨® y Jardiel Poncela. Aparte del puro juego verbal, no trascienden de la an¨¦cdota, es un disparate encadenado en el que la estructura narrativa se pierde', a?adi¨®. 'Y puedes tener una gran novela sin ingenio, pero no sin estructura'. Vallvey convirti¨® el final abierto de su novela en un homenaje al Ulises de James Joyce. 'No hay un final porque las historias no lo tienen', concluy¨®.
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