Alarma ante el rebrote del opio afgano
Las plantaciones resurgen pese a que el Gobierno proh¨ªbe los estupefacientes
'La producci¨®n y el tr¨¢fico de drogas forma parte intr¨ªnseca de la sociedad afgana desde hace tantos decenios que no creo que se pueda mantener la paz y la seguridad en la regi¨®n sin que este problema se arregle', dijo ayer en Viena Hamid Ghodse, presidente del ?rgano Internacional de Control de los Estupefacientes (OICE), durante la presentaci¨®n del informe anual de esta organizaci¨®n dependiente de Naciones Unidas.
El problema es sencillo: el ¨²nico cultivo rentable en Afganist¨¢n es el opio, y mientras la ayuda internacional no llegue hasta los granjeros y las presiones occidentales sobre los se?ores de la guerra, que ganan mucho dinero con la droga, no sean eficaces no hay nada que hacer. Eso es algo en lo que todos los expertos est¨¢n de acuerdo y por eso la preocupaci¨®n internacional se ha disparado ante el peligro de que Afganist¨¢n vuelva a convertirse en el gran proveedor de opio y hero¨ªna, ya que las plantaciones han renacido por doquier. Antes de que los talibanes prohibieran las plantaciones de opio, el 90% de la hero¨ªna que se distribu¨ªa en Europa proced¨ªa de este pa¨ªs asi¨¢tico.
El 90% de la hero¨ªna que se consum¨ªa en Europa antes del a?o 2000 proced¨ªa de Afganist¨¢n
Gul Mohamed, un cabeza de familia past¨²n con 12 hijos, que posee un peque?o terreno cultivable al norte de Jalalabad, cerca de la frontera con Pakist¨¢n, relataba a la BCC la otra cara del problema. 'No quiero cultivar amapolas', dec¨ªa, mientras mostraba su campo de opio. 'Quiero que el Gobierno nos ayude, nos d¨¦ dinero. Pero hasta ahora no hemos visto un c¨¦ntimo. A no ser que vengan los extranjeros, no tendremos nada. Si le dan el dinero a las autoridades, se lo meter¨¢n en el bolsillo. Mientras no llegue el dinero, los cultivos seguir¨¢n multiplic¨¢ndose', relataba. Gul Mohamed ganar¨¢ unos 5.000 d¨®lares (5.773 euros), que tendr¨¢ que compartir con el jefe militar de la zona.
En un gesto de buena voluntad, la Administraci¨®n Bush sac¨® esta semana a Afganist¨¢n de la lista negra de pa¨ªses que apoyan el tr¨¢fico de drogas en un claro apoyo al Gobierno provisional de Hamid Karzai, que ha prohibido el cultivo y el tr¨¢fico de estupefacientes. Pero los hechos son tozudos. El Ejecutivo de Karzai controla una parte muy peque?a del pa¨ªs. La mayor¨ªa de Afganist¨¢n est¨¢ en manos de se?ores de la guerra, pastunes en el sur, tayikos y uzbecos en el norte, cuyo entusiasmo por erradicar el cultivo de opio no es indescriptible.
Durante a?os, el r¨¦gimen de los talibanes gan¨® entre 40 y 45 millones de d¨®lares anuales como resultado de los porcentajes que cobraban a los cultivadores de opio. Sin embargo, en julio de 2000, el mul¨¢ Omar decidi¨® erradicar el cultivo de amapolas para intentar ganarse el reconocimiento de la comunidad internacional y su edicto se cumpli¨® con efectos devastadores sobre millones de campesinos empobrecidos por la guerra. Seg¨²n datos de la UNDCP (la oficina de Naciones Unidas que previene el tr¨¢fico de drogas), las hect¨¢reas cultivadas se redujeron desde 82.172 a 7.606 en 2001 (un 91%). Afganist¨¢n dej¨® de ser el principal productor de hero¨ªna del planeta (el 73% en 1999).
Sin embargo, s¨®lo en una regi¨®n se multiplicaron por tres: Badajshan, que estaba en manos de la Alianza del Norte, la oposici¨®n contra los talibanes, cuyos soldados controlan ahora gran parte del pa¨ªs.
El peligro de que el cultivo de opio vuelva a ser el gran negocio afgano hab¨ªa sido se?alado por Bernard Frahi, delegado de la UNDCP, a mediados de noviembre en Kabul, antes de la toma de posesi¨®n de Karzai. 'Soy pesimista con respecto a lo que pueda pasar en 2002', dijo Frahi, que hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que apoyase cultivos alternativos.
Leslie Oqvist, delegado de la ONU para el sur de Afganist¨¢n, confirm¨® ayer a Reuters en Kandahar su pesimismo, aunque asegur¨® que estaba dise?ando una estrategia para ayudar a los campesinos. 'No es demasiado tarde. El opio no ser¨¢ recogido antes de la primavera', asegur¨®. Pero el tiempo corre y, por ahora, no es f¨¢cil distribuir ning¨²n tipo de ayuda en Afganist¨¢n, un pa¨ªs que se encuentra al borde de una nueva guerra civil. 'La situaci¨®n ir¨¢ a peor', escribi¨® en el semanario brit¨¢nico The Observer Mark Galeotti, experto estadounidense en crimen organizado. 'El Gobierno postalib¨¢n ser¨¢ presionado para acabar con el cultivo; pero se encontrar¨¢ con una coalici¨®n de se?ores de la guerra que no querr¨¢n renunciar a sus beneficios', agreg¨®.
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