La librer¨ªa Francesa
Leo en los papeles que va a cerrar la librer¨ªa Francesa del paseo de Gr¨¤cia. La noticia no me sorprende. Desde que se abri¨® en el mismo paseo la Casa del Llibre alguien ten¨ªa que encajar el golpe. La v¨ªctima pod¨ªa haber sido la librer¨ªa Jaimes, que se encuentra m¨¢s pr¨®xima a la Casa del Llibre, en la misma acera del paseo, y es m¨¢s chica que la Francesa, pero no, la que ha ca¨ªdo ha sido la Francesa, tal vez porque hace algunos a?os dej¨® de ser francesa, o lo que para una librer¨ªa -o una tienda de perfumes o de quesos- es a¨²n peor: porque dej¨® de parecerlo.
La librer¨ªa Francesa se instal¨® en el paseo de Gr¨¤cia en el a?o 1942, primero en el n¨²mero 87 y luego en el 91, que es donde se halla situada ahora. Pero la librer¨ªa es mucho m¨¢s antigua. La Librairie Fran?aise se inaugur¨® en la Rambla del Centre, en el n¨²mero 8, hoy 57, en 1845. Fue fundada por los hermanos Alphonse y Joseph Piaget, suizos de nacimiento pero de nacionalidad francesa. En 1914, la librer¨ªa fue adquirida por la firma Hachette. La librer¨ªa original se mantuvo en la Rambla hasta 1972. Su desaparici¨®n potenci¨® la del paseo de Gr¨¤cia, que fue remozada por aquellos a?os, as¨ª como una sucursal, m¨¢s chica, instalada en la esquina de la Diagonal con la calle de Muntaner, donde antes se hallaba la librer¨ªa Augusta, y que hoy ha desaparecido.
La librer¨ªa Francesa, en el paseo de Gr¨¤cia, cierra. Se llama 'francesa', pero no lo parece. Jaimes le lleva la delantera
La librer¨ªa Francesa, tanto la de la Rambla -rebautizada por un tiempo Librer¨ªa General Espa?ola, cumpliendo ¨®rdenes del gobernador Gonz¨¢lez Oliveros- como la del paseo de Gr¨¤cia, desempe?¨® un papel importante en la vida cultural de la sociedad barcelonesa y catalana. Eran, qu¨¦ duda cabe, una referencia cultural y, en cierto modo, una referencia de libertad. El franc¨¦s era la lengua de Montaigne y tambi¨¦n la de Hugo, as¨ª como m¨¢s tarde lo ser¨ªa de Malraux, de Sartre y de Camus (algunos de cuyos t¨ªtulos m¨¢s significativos estaban prohibidos en Espa?a). En torno de ambas librer¨ªas corren una serie de an¨¦cdotas que mi buen amigo Llu¨ªs Permanyer recoge en su libro Establiments i negocis que han fet hist¨°ria, editado por La Campana en 1990, que es de donde yo saco los datos sobre ambas librer¨ªas y adonde remito al lector que desee saber m¨¢s sobre las mismas. Por lo que a m¨ª respecta, dejo a un lado las an¨¦cdotas y me centro en la librer¨ªa del paseo de Gr¨¤cia, tal y como la encontr¨¦ el pasado martes por la ma?ana.
La librer¨ªa Francesa se llama as¨ª pero, como dec¨ªa antes, no lo parece. Con ello quiero decir que no figura en sus escaparates ning¨²n libro en franc¨¦s, contrariamente a a?os atr¨¢s, en que los galardonados con el Goncourt, el Femina, el M¨¦dicis o el Renaudot figuraban en un lugar destacado. Eso no quiere decir que no los tenga a la venta. Los tiene, si bien no todos. Los tiene en un altillo, en su lado derecho, al que se accede por una escalera. All¨ª se concentran los libros franceses de la librer¨ªa, clasificados por autores, de la A a la Z. En ese mismo altillo se exponen algunos libros que resultan ser novedades o revisten un inter¨¦s especial, como es el caso de las obras de V¨ªctor Hugo, cuyo bicentenario acabamos de celebrar. All¨ª, en el altillo, encontr¨¦, destacados, un ejemplar que conten¨ªa las cartas de Juliette Drouet a Hugo, un ejemplar de Choses vues (Gallimard) y un libro, preciosamente ilustrado, con textos de Hugo sobre B¨¦lgica y otros lugares. Unos a?os atr¨¢s, esos libros de Hugo hubiesen figurado, junto a otros del mismo autor (ediciones de bolsillo, que en el altillo hay bastantes, mezclados con alg¨²n que otro ejemplar de la Pl¨¦iade), en el escaparate de la librer¨ªa. Hoy ya no: la librer¨ªa Francesa ha dejado de parecer francesa.
Hoy la librer¨ªa francesa del paseo de Gr¨¤cia es la librer¨ªa Jaimes, situada en el n¨²mero 64 de dicho paseo. No es de extra?ar que los libros franceses que pueden adquirirse despu¨¦s de determinados actos y presentaciones en el Instituto Franc¨¦s los sirva Jaimes y que en Jaimes figure la publicidad de los actos que se celebran en el instituto. De los dos escaparates de Jaimes, uno est¨¢ enteramente dedicado a los libros franceses y est¨¢ montado pensando en un p¨²blico determinado. Figuran los premios literarios franceses; alg¨²n best seller, como La vie sexuelle de Catherine M., de Catherine Millet, pero tambi¨¦n hay una Histoire de la Catalogne de Michel y Marie-Claire Zimmermann (Que sais-je) y Quand l'Europe parlait fran?ais, un ensayo de Marc Fumaroli de indudable actualidad. Y un libro de Jean-Claude Izzo, Les marins perdus (que me compr¨¦), lo cual constituye un gui?o al posible comprador, un gui?o no s¨®lo sobre los autores que agradan a las se?oras de la casa, sino tambi¨¦n por ese mimo con que los de Jaimes cuidan las literaturas de ambas m¨¢rgenes del Mediterr¨¢neo (Izzo, del que ya les habl¨¦ en otra horma, es un excelente escritor marsell¨¦s, fallecido no hace mucho, un autor de los que se hacen querer).
En Laie y en la Central tambi¨¦n hay una buena representaci¨®n de libros franceses, pero esas librer¨ªas, m¨¢s que el gusto personal, exhiben lo que hay que exhibir de acuerdo con unos determinados c¨¢nones cr¨ªtico-literarios. Un ejemplo: ambas librer¨ªas destacan el reciente volumen de Entretiens, de Gracq (Jos¨¦ Corti). Y en cuanto a la FNAC, que en teor¨ªa deber¨ªa ser el gran escaparate del libro franc¨¦s en Barcelona, hay que se?alar que los libros franceses se encuentran en minor¨ªa respecto a Jaimes y que su selecci¨®n es un tanto ca¨®tica: las memorias del general Aussaresses, Services Sp¨¦ciaux, 1955-1957, el general que reivindica la tortura durante la guerra de Argelia, se hallan junto a un ensayo de Henri Pe?a-Ruiz y Jean-Paul Scot sobre Hugo: Un po¨¨te en politique (Flammarion).
Hace ya algunos a?os que la librer¨ªa Francesa dej¨® de ser francesa o, si lo prefieren, dej¨® de parecerlo. La noticia de su pronta desaparici¨®n -al menos como tal Librer¨ªa Francesa- no por esperada me entristece menos. Me recuerda el Montaigne de la Pl¨¦iade, que compr¨¦ all¨ª, todav¨ªa con pantal¨®n corto, una vigilia de Reyes (y los tres vol¨²menes del Port Royal, de Sainte-Beuve, en la misma colecci¨®n, que les birl¨¦ un a?o despu¨¦s). El volumen de Koestler y Camus sobre la pena de muerte que me vendi¨®, bajo mano, Josep Zamora, que fue toda una instituci¨®n en aquella bendita librer¨ªa. La primera novela de la Sagan... En los a?os cuarenta y cincuenta, antes de que se abriera ?ncora y Delf¨ªn, con su apetitoso Infierno, la librer¨ªa Francesa del paseo de Gr¨¤cia, y, en menor medida, la de la Rambla fueron un refugio de libertad en medio de aquella Barcelona de subprefectura cultural -Pere Gimferrer dixit-; subprefectura franquista, que no republicana.
P. S. En mi anterior horma, Juan Villoro se convirti¨® en Juan Villatoro, y Julien Gracq en Julien Grack. Pido disculpas.
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