Mejor con Schumann
Tras la escasa resonancia que tuvo la actuaci¨®n de Eva Urbanova (s¨®lo explicable con su coincidencia con la de Rostrop¨®vich en el Principal), ser¨ªa deseable que no pasaran desapercibidas las restantes sesiones de este ciclo que el Palau dedica al lied. El cultivo de este g¨¦nero parece indispensable en una comunidad que alardea, y con raz¨®n, de j¨®venes promesas en el terreno del canto: la ¨®pera no tiene por qu¨¦ ser el ¨²nico campo a desarrollar.
Bo Svokhus exhibi¨® desde el primer momento un instrumento grato y potente, mejor timbrado en la zona grave que en los agudos, todav¨ªa joven y sin problemas de fiato. Una suav¨ªsima -casi imperceptible- ronquera, que parec¨ªa m¨¢s derivada de coordenadas de emisi¨®n que de alguna afecci¨®n respiratoria, le prestaba un toque natural y atractivo, y su voz cautiv¨® r¨¢pidamente a los oyentes.
Ciclo Lied en el Palau
Bo Skovhus, bar¨ªtono. Stefan Vladar, piano. Obras de Schumann, Schubert y Richard Strauss. Palau de la M¨²sica. Valencia, 24 de febrero.
En la primera parte del recital, dedicado a Robert Schumann (con los Doce poemas de Justinus Kerner), cantante y pianista se ci?eron, con bastante ¨¦xito, a las demandas del texto, aunque apuntaron ya tres problemas que adquirir¨ªan un calibre mayor tras el descanso: el exceso de uniformidad en el registro expresivo de la voz, la tendencia del piano a extremar el volumen y cierto atropellamiento en la digitaci¨®n y en el uso del pedal. Al otro lado de la balanza, sin embargo, cabr¨ªa situar el fraseo tenso, la compenetraci¨®n entre ambos m¨²sicos y la intencionalidad descriptiva del pianista. Pudo resultar forzado el falsete con que el bar¨ªtono dan¨¦s enunci¨® la segunda invocaci¨®n de la joven monja en Stirb, Lieb' und Licht!, pero, en general, la contenci¨®n expresiva estuvo presente en el recorrido a trav¨¦s del ciclo de Schumann.
Tras el descanso, el tremendo Einsamkeit (Soledad) de Schubert, donde ambos m¨²sicos trataron de subrayar las ant¨ªtesis presentes en el contenido de cada estrofa. Skovhus logr¨® momentos muy bellos en el casi parlato de la pen¨²ltima, pero el piano aparec¨ªa excesivamente emborronado cada vez que se aceleraba el tempo y aumentaba el dramatismo.
Lleg¨® Richard Strauss y Stefan Vladar pareci¨® empe?ado en derrochar potencia: si se trataba con ello de plasmar el cambio a una atm¨®sfera hedonista, bien representada por estos cinco lieder y bien distinta a los desesperanzados tonos de las obras anteriores, el intento result¨® fallido. Incluso una voz tan poderosa como la del dan¨¦s se resinti¨® ante un partenaire lanzado sin compasi¨®n contra ella. Por fortuna, el delicado bis de Schumann (Du bist wie eine Blume, de Mirtos) devolvi¨® al oyente hacia el clima que presidiera inicialmente la sesi¨®n, dej¨¢ndonos a todos con un excelente sabor de boca.
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