Los coches o el mar
Irse de la ciudad porque la ciudad est¨¢ muy lejos, ¨¦se es el primer sue?o de muchas personas. La ciudad est¨¢ lejos y es inalcanzable aunque est¨¦s en ella; la ciudad est¨¢ llena de gente pero es inhumana, con sus calles veloces, su aire hirviente, su falta de silencio. Los personajes de la ¨²ltima novela de Almudena Grandes, Los aires dif¨ªciles, huyen de Madrid y buscan junto al mar de Rota, en C¨¢diz, un viento que se lleve sus preocupaciones, una salida al laberinto de su pasado, un cielo con gaviotas que los salve de tanto infierno y un puente que los lleve al otro lado de la asfixia, la oscuridad, la traici¨®n y el crimen. Como ellos, como esos personajes de papel y arena que protagonizan la novela, muchas personas de carne y hueso quieren escapar cada d¨ªa de la ciudad, se van a vivir a la sierra o compran un apartamento en alguna playa; cada d¨ªa recorren kil¨®metros, se suben a trenes o autom¨®viles que les saquen, hasta la ma?ana siguiente o hasta el lunes pr¨®ximo, de ese caos lleno de normas que es la ciudad.
La otra opci¨®n a irse de la ciudad es cambiarla. Una noche de esta semana, al final de un martes opuesto a todos los dem¨¢s martes del a?o, la artista Susy G¨®mez mont¨® en la Puerta de Alcal¨¢ una bell¨ªsima instalaci¨®n, llamada -como una novela de Boris Vian- La espuma de los d¨ªas, que es una met¨¢fora perfecta, como aquella en la que el poeta Paul Val¨¦ry defin¨ªa el ruido solemne del mar como 'un tumulto an¨¢logo al silencio'. El montaje, una combinaci¨®n ejemplar de emoci¨®n e inteligencia, consisti¨® en vencer a lo que llamamos la realidad del ¨²nico modo que se la puede vencer, con imaginaci¨®n y valent¨ªa; consisti¨® en darle la vuelta a todo lo evidente y lo conocido, en traer el mar a la ciudad que no lo tiene, en lugar de irse a buscarlo. Susy G¨®mez llen¨® de arena la Plaza de la Independencia, tall¨® una barca de hielo, hizo que se proyectara un mar virtual sobre los muros y que los altavoces emitieran el ruido de las olas. Agua de mentira y arena de verdad: durante unas horas, Madrid estuvo a orillas del Mediterr¨¢neo, fue una de esas ciudades de mareas plateadas y atardeceres rojos que parecen un extremo visible del Para¨ªso, una ciudad de la que nadie querr¨ªa marcharse.
La historia de La espuma de los d¨ªas 'se invent¨® para que fuese completamente verdadera', seg¨²n dice Boris Vian en el pr¨®logo a su libro. El mar de Susy G¨®mez tambi¨¦n fue verdad, pero es imposible. Sin embargo, lo que importa no es la posibilidad o imposibilidad de esa playa que hubo en la Puerta de Alcal¨¢, sino su esp¨ªritu. Estos d¨ªas, que no olvidemos que son ya d¨ªas electorales, se ha hablado de una serie de proyectos que muy bien podr¨ªan ser parte de ese esp¨ªritu, sumarse a esa idea de la ciudad sometida a una metamorfosis y devuelta a los ciudadanos que ahora, en medio de este mare magnum sin mar que es Madrid, no son m¨¢s un tel¨®n de fondo a los coches, n¨¢ufragos rodeados de hamburgueser¨ªas y estruendo.
Uno de esos proyectos es la restauraci¨®n del paseo del Prado, y cuando uno escucha las explicaciones de los arquitectos que encabezan el plan, el portugu¨¦s ?lvaro Siza y el espa?ol Jos¨¦ Miguel Hern¨¢ndez de Le¨®n, resulta f¨¢cil imaginar un porvenir dorado para esa zona, que es uno de los corazones de Madrid. Resulta f¨¢cil y esperanzador imaginar que las obras ordinarias y los t¨²neles siniestros que han minado la credibilidad del alcalde Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano se puedan convertir en un segundo cap¨ªtulo de su mejor aportaci¨®n a la ciudad que gobierna, la obra por la que ser¨¢ recordado en el futuro y que es la remodelaci¨®n de la plaza de Oriente y la conversi¨®n de la carretera junto al Palacio Real en zona peatonal, llena de bancos y jardines. Cuando caminas por ese lugar, el resto de Madrid, tan contempor¨¢neo y agotador, parece mentira. Ojal¨¢ suceda lo mismo en un paseo del Prado con menos coches, donde se pueda andar sin prisa ni peligros de Neptuno al Thyssen, el Reina Sof¨ªa o el museo del Prado.
Son buenas noticias para la ciudad, como lo es el anuncio de un metronorte que ha hecho Ruiz Gallard¨®n y lo ser¨ªa la llegada del metro a los lugares que lo necesitan y no lo tienen. Ahora s¨®lo hace falta que todo sea verdad, no mera estratagema, y que los pol¨ªticos le devuelvan a la gente la ciudad que le han quitado. Que comprendan que las ¨²nicas opciones son ¨¦sas: los coches o el mar.
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