El pol¨¦mico regreso del viejo Giscard d'Estaing

El regreso del ex presidente Val¨¦ry Giscard d'Estaing a la primera l¨ªnea de la actualidad pol¨ªtica ha estado cargado de pol¨¦micas, cr¨ªticas y tensiones. A sus 76 a?os, el presidente de la Convenci¨®n sobre el futuro de Europa debe su puesto al jefe del Estado franc¨¦s, Jacques Chirac, y en estas semanas ha demostrado que s¨®lo se frena ante ¨¦l a la hora de marcar su territorio y de arrogarse unas prerrogativas que nadie le ha otorgado oficialmente.

Semejante actitud, en medio de las decenas de primeras espadas incluidos en ese foro o asamblea que ayer ech¨® a andar, le ha costado ya varios disgustos. Pero Giscard resiste. Por eso, no hay forma de pactar las reglas exactas de juego de la Convenci¨®n, donde el ex presidente franc¨¦s pugna por tener un poder que los dem¨¢s quieren rebajar. El Reglamento de la Convenci¨®n va ya por su s¨¦ptima versi¨®n y, aunque estaba previsto aprobarlo ayer, ser¨¢ analizado en la pr¨®xima reuni¨®n del foro, el 21 y 22 de marzo.

Su nombramiento, por acuerdo de los l¨ªderes europeos en la cumbre de Laeken de diciembre pasado, se hizo pese a la animadversi¨®n que despertaba entre algunos primeros ministros. Cuando se hizo p¨²blico, el jefe del Gobierno belga, Guy Verhofstadt, entonces presidente de turno de la UE, difundi¨® la noticia con gesto resignado, para a?adir de inmediato: 'Pero estar¨¢ muy bien rodeado'. Y es que Verhofsadt se hab¨ªa sacado un as de la manga y hab¨ªa convencido a sus colegas para nombrar dos vicepresidentes para la Convenci¨®n: el belga Jean-Luc Dehaene y el italiano Giuliano Amato, ambos ex primeros ministros. Contra quien a sus 36 a?os lleg¨® a ser el ministro m¨¢s joven de Francia, en Laeken se esgrimi¨® su avanzada edad para presidir un foro entre cuyos objetivos est¨¢ el de hacer atractivo a los j¨®venes el proyecto europeo.

S¨®lo unos d¨ªas despu¨¦s de su nombramiento, pidi¨® tener el mismo sueldo que el presidente de la Comisi¨®n, Romano Prodi, (20.000 euros al mes) y, tras el esc¨¢ndalo consiguiente, se le asignaron unas dietas de 1.000 euros por d¨ªa de trabajo, lo que puede reducir a la mitad sus iniciales pretensiones. La designaci¨®n de sus colaboradores -dispone de una secretar¨ªa general con una veintena de funcionarios, al mando del diplom¨¢tico brit¨¢nico John Kerr-, sus exigencias sobre sus alojamientos en Bruselas o las competencias que ha reclamado para dar o negar la palabra, decidir cu¨¢ndo hay o no hay consenso o incluso qu¨¦ documentos se traducen a m¨¢s lenguas han despertado m¨¢s que animadversi¨®n contra ¨¦l, especialmente entre los otros 11 miembros del Presidium, que no bureau como ¨¦l quiere llamarlo.

Pero lo que nadie discute de Giscard d'Estaing es la marcada vocaci¨®n europe¨ªsta de este liberal conservador, fundador del Partido Republicano y luego de la UDF, que en 1986 promovi¨®, junto al canciller Helmut Schmidt, el Comit¨¦ para la Uni¨®n Monetaria. Como se recuerda en su biograf¨ªa oficial, sufri¨® en sus propias carnes las viejas luchas sangrientas europeas cuando a los 18 a?os se alist¨® en la Resistencia Francesa y fue distinguido con la Cruz de Guerra. Es esa fe en Europa la que, pese a todos los inconvenientes personalistas, convierte a Val¨¦ry Giscard d'Estaing en un presidente de la Convenci¨®n que goza no s¨®lo del respeto, sino tambi¨¦n de la confianza de la gran mayor¨ªa de los 105 integrantes de la asamblea que ayer ech¨® a andar.