'La diversidad ling¨¹¨ªstica es un patrimonio, no un peligro'
El ling¨¹ista y profesor Claude Hag¨¨ge es un personaje conocido. Sus repetidas apariciones en las emisiones literarias televisivas de Bernard Pivot han hecho que todos los franceses sepan del talento de orador y del entusiasmo por las lenguas remotas de un hombre capaz de explicarse en chino, vasco, ruso, ¨¢rabe, hebreo y en varios idiomas europeos 'que cualquier persona culta debe manejar como propios'.
Su ¨²ltimo libro es No a la muerte de las lenguas, un texto que nace de una constataci¨®n: 'Cada a?o desaparecen unos 25 idiomas. Hoy, en el mundo, quedan unas 5.000 lenguas, pero a finales del XXI puede que s¨®lo sigan utiliz¨¢ndose menos de la mitad'. De las que actualmente se emplean, una octava parte, unas 600, lo son por m¨¢s de 100.000 personas, pero otras 500 lenguas son el veh¨ªculo de comunicaci¨®n de menos de 100 personas. 'El 90% de las lenguas del planeta son habladas por s¨®lo el 5% de la poblaci¨®n mundial'.
'La desaparici¨®n de una lengua equivale a la desaparici¨®n de una cierta manera de interpretar el mundo'
Para un ling¨¹ista, el valor de una lengua no est¨¢ en relaci¨®n con el n¨²mero de personas que la conocen. 'La noci¨®n de valor de una lengua no tiene sentido. Por definici¨®n, una lengua tiene valor para quienes la hablan, porque proporciona y produce identidad cultural y social, y en consecuencia su desaparici¨®n es importante para la comunidad o el individuo que la emplea. Claro, si nos situamos a una escala supratribal, supracomunitaria, si hablamos de valor de mercado, entonces si, entonces una lengua de difusi¨®n mundial, como el ingl¨¦s, el espa?ol o el franc¨¦s, tiene un valor superior a una lengua tribal de ?frica o Asia. Pero esa noci¨®n mercantil de valor es absurda para un ling¨¹ista. Para m¨ª, la desaparici¨®n de una lengua equivale a la desaparici¨®n de una cierta manera de interpretar el mundo, de la cultura que va aparejada a ese idioma. Todas las lenguas tienen la misma importancia y yo estoy loco por ellas, no me importa que digan de m¨ª que soy un loco de las lenguas'.
Para una persona que ha he
cho del idioma materia de estudio cient¨ªfico y que presta tanta atenci¨®n a los giros que emplean los vendedores del mercado en Libreville como a las sutilezas del verso shakesperiano es intolerable cualquier consideraci¨®n sobre el car¨¢cter imparable del expansionismo del ingl¨¦s. 'Decir eso, s¨®lo preguntar si el fen¨®meno se produce realmente, ya equivale a contribuir a ayudar a dicha a expansi¨®n, a declararse c¨®mplice de ella. La dominaci¨®n del ingl¨¦s no es ineluctable. De entrada, es el idioma materno para unos, pero no para los dem¨¢s y eso les pone o nos pone en situaci¨®n de inferioridad cuando en ciertas reuniones internacionales se opta por adoptarlo como idioma com¨²n. Existe un prejuicio absurdo que afirma que el auge internacional del ingl¨¦s va ligado a que es un idioma f¨¢cil. ?Es falso! Contrariamente a lo que se repite de manera terrorista, el l¨¦xico y la fon¨¦tica del ingl¨¦s, as¨ª como su gram¨¢tica -no s¨¦ por qu¨¦ tambi¨¦n se repite que no tiene gram¨¢tica- son complicadas. El ingl¨¦s es un idioma muy dif¨ªcil, cuya difusi¨®n responde tan s¨®lo a una l¨®gica politicoecon¨®mica, al poder¨ªo de Estados Unidos. Y hay muy pocos pa¨ªses que luchen contra ese imperialismo idiom¨¢tico. El papel de Francia es, en ese sentido, excepcional'.
Claude Hag¨¨ge es profesor del Coll¨¨ge de France y miembro del llamado Consejo de la Francofon¨ªa, un organismo que 'no fue creado por iniciativa de las autoridades francesas, sino por la de pa¨ªses antiguamente colonizados por Francia, que una vez liberados, decidieron conservar el franc¨¦s como lengua veh¨ªculo de cultura'. El consejo se re¨²ne anualmente, siempre en un pa¨ªs distinto, y juega un papel en la lucha por la diversidad idiom¨¢tica del mundo, por preservar esa riqueza. 'El franc¨¦s, como el espa?ol en su momento, fue un idioma colonial, que se impuso por la fuerza, a veces brutalmente, a las poblaciones vencidas, pero luego ha sabido ser otra cosa, una lengua al servicio de la diversidad. Por ejemplo, en ?frica, los pa¨ªses que han guardado el franc¨¦s como idioma oficial junto con los propios del pa¨ªs, logran frenar el avance del swahili, que ahora puede ser tan imperialista como lo fue antes el franc¨¦s'. Para Hag¨¨ge el espa?ol sirve pues ahora de paraguas protector del quetchua o el guaran¨ª frente a la amenaza inglesa, aunque durante siglos ese paraguas fuera blandido como un arma puntiaguda. 'Ahora, para afirmarse ante el ingl¨¦s, el espa?ol, el franc¨¦s o el portugu¨¦s, son lenguas abiertas a la diversidad'.
Nacido en T¨²nez, en una 'hiperbabelizada familia jud¨ªa que tambi¨¦n hablaba ¨¢rabe', Hag¨¨ge dedica una buena parte de su libro-manifiesto en contra del 'linguicidio' a la glosa del hebreo, a reconstruir hist¨®ricamente el c¨®mo el hebreo ha conseguido lo que no pudo el esperanto. Por eso, porque cree en la voluntad pol¨ªtica, Hag¨¨ge aplaude la existencia de 'una Real Academia que reconoce tanto vos ten¨¦s como giro propio de Uruguay o vos ten¨¦is como formulaci¨®n propia de los rioplatenses, y eso no impide la existencia de una norma com¨²n, que todo el mundo hable espa?ol. Es otra f¨®rmula que la de la francofon¨ªa y es una f¨®rmula interesante. He visto c¨®mo el Rey Juan Carlos acud¨ªa a Uruguay o Argentina y se entrevistaba con los acad¨¦micos de aquellos pa¨ªses, como lo hace con los de Venezuela, M¨¦xico o Per¨²'.
Opina que 'el trato que reci
ben en Espa?a los distintos idiomas es mod¨¦lico, a¨²n y a pesar de esa tentativa absurda de querer convertir el valenciano en una lengua distinta del catal¨¢n. En Francia, el Estado, por tradici¨®n jacobina, por el peso de la historia, no sabe hacer lo que la monarqu¨ªa espa?ola s¨ª ha hecho por el catal¨¢n, el euskera o el gallego. En 1792, cuando la Revoluci¨®n Francesa lucha contra sus enemigos internos se encuentra con que ¨¦sos son los mon¨¢rquicos y la Iglesia, que en ese momento respaldan los llamados idiomas regionales como arma en contra de un nuevo Estado y de la unificaci¨®n. De ah¨ª que el franc¨¦s se convirtiera en ariete de la Revoluci¨®n'. Y Hag¨¨ge recuerda c¨®mo el presidente Mitterrand le reconoc¨ªa la necesidad de aprobar la carta de los derechos ling¨¹¨ªsticos para favorecer la ense?anza del vasco, catal¨¢n, bret¨®n, alsaciano, corso u occitano, 'que ya no representan ning¨²n peligro para la Rep¨²blica y s¨ª parte de un patrimonio que puede perderse', pero como el viejo presidente tambi¨¦n le confi¨® como no lograba vencer las resistencias conservadoras del Estado.
Como buen autoproclamado 'loco de las lenguas', Hag¨¨ge defiende aprender varios idiomas desde muy peque?o. 'Es importante que el segundo idioma extranjero figure en los planes de ense?anza desde los seis a?os. Jack Lang, el actual ministro de Educaci¨®n, est¨¢ de acuerdo y lo acelera todo para que eso sea posible el curso que viene. Es la mejor manera de luchar contra el predominio del ingl¨¦s. Y para las zonas fronterizas en las que existe un idioma digamos regional, propongo que sean tres los idiomas a aprender adem¨¢s del franc¨¦s'.
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