Conocer a un desconocido
Incluso quienes tengan debilidad por las personas contradictorias se ver¨¢n desbordadas por la lectura detenida de Vivanco (1907-1975). Claro que ¨¦ste era sobrino de Bergam¨ªn, y, por ¨¦l, su genoma cultural lleva la impronta parad¨®jica de Unamuno. ?Sus modelos? Claudel y Neruda, B¨¦cquer o Francis Jammes. En la muy buena introducci¨®n de estos vol¨²menes encontrar¨¢ el lector una pormenorizada biograf¨ªa, amena a fuerza de sorpresas. S¨®lo en alg¨²n pasaje se deja llevar Fern¨¢ndez Roca por la apolog¨ªa, innecesaria en un caso como ¨¦ste, adem¨¢s de in¨²til.
Franco nubla la recepci¨®n del primer libro que publica Vivanco (Cantos de primavera en 1936, a?o de su generaci¨®n literaria) y Franco eclipsa con su muerte la del poeta, el 21 de noviembre de 1975. Como se?ala Fern¨¢ndez Roca, si Vivanco hubiera publicado su primer libro, Memoria de la plata, en el momento en que lo escribi¨®, ser¨ªa un joven del 27, a¨²n m¨¢s precoz que Miguel Hern¨¢ndez. Alberti (antes de la guerra) y Gerardo Diego (despu¨¦s) se contaron entre sus mejores amigos. Una vez m¨¢s, hay que decir que la categor¨ªa aplicable no ha de ser la de generaci¨®n, sino la de grupo (el de los falangistas tempranamente desencantados: Rosales, Ridruejo, Panero, Torrente Ballester), y mejor a¨²n, la de individuo, si es que esto se consiguiera alguna vez en nuestra historia de la literatura, pues el poeta insisti¨® en su unicidad: 'Vuelvo a mi intensidad de universo infinito y de criatura ¨²nica'. Escribe como un burgu¨¦s ansioso de lo sublime, lo cual no es mala definici¨®n para un falangista: 'Mi condici¨®n burguesa, de hijo de familia y estudiante normal de arquitectura... hasta un nivel dom¨¦stico de redil y despensa y contra las posibles consecuencias de un noviazgo feliz con boda iluminada en la capilla seudog¨®tica...'.
POES?A 1 Y 2
Luis Felipe Vivanco Edici¨®n de Pilar Yag¨¹e y Jos¨¦ Antonio Fern¨¢ndez Roca Trotta. Madrid, 2002 495 y 460 p¨¢ginas 54,50 euros los dos tomos
El que lea a Vivanco podr¨¢ captar hasta qu¨¦ punto est¨¢ cerca -por genealog¨ªa o por analog¨ªa- de nuestro panorama. Situado en un cruce de caminos literarios de su momento, ahora puede verse que su idioma vanguardista lo asemeja a los nov¨ªsimos, su compromiso a los poetas sociales, su biografismo a los de la experiencia, su espiritualidad o su exigencia moral a ciertas l¨ªneas del silencio. Su heterodoxia, en fin, a los m¨¢s radicales. Los temas son los de los poetas de su grupo: amor, pol¨ªtica, familia, amigos, naturaleza (con una actitud pr¨¢cticamente ecologista, un reivindicativo que se define como 'feliz con encinas'). Sobra decir que su anhelo vanguardista genera im¨¢genes arrolladoras, sentencias ins¨®litas y a veces excesos fatigosos. Lo mismo que en los temas, su poes¨ªa exhibe una gran diversidad de g¨¦neros y de formas: l¨ªrica, narrativa (Lecciones para el hijo) dialogada, epistolar, y hasta de cr¨ªtica literaria: por las Prosas de amistad podemos asomarnos a otros poetas como Mu?oz Rojas, Juan Ruiz Pe?a o ?lvaro Pombo.
Por muchas razones deben leerse las s¨¢tiras ferozmente antifranquistas de este falangista, los ataques de este cat¨®lico contra los tecn¨®cratas: 'Obra de Dios rentable al 10%... aletarg¨¢is de esti¨¦rcol las iglesias / Tom¨¢is la comuni¨®n de ejecutivos... como supositorios o p¨ªldoras feroces'. Pocos son los vanguardistas que conectan con los cl¨¢sicos, como hace ¨¦l en su imitaci¨®n de Juvenal. El republicano que se pas¨® a los nacionales acaba profetizando la III Rep¨²blica. Las tensiones de su escritura son las de nuestra historia. Hay que aprovechar la posibilidad de leerlo como se merece: ¨ªntegramente y con distancia. ?l, que naci¨® ochomesino, tiene una hermosa l¨ªnea sobre la distancia: 'A este mes le llamo yo la distancia espiritual necesaria para la compenetraci¨®n con las cosas'. Tres d¨¦cadas despu¨¦s de su muerte, es posible por primera vez conocer a este desconocido y comprender a este incomprensible.
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