Vor¨¢gine
Por si cupiese alguna duda, la incontenible escalada de sangre en Oriente Pr¨®ximo muestra lo ilusorio de una soluci¨®n militar, como pretende el primer ministro israel¨ª, a una crisis que no deja de agravarse desde que se iniciara hace casi a?o y medio. La espiral de venganza acaba de contabilizar 21 muertos israel¨ªes en menos de 24 horas y el Gobierno de Ariel Sharon anuncia una nueva exhibici¨®n de su poder¨ªo en Cisjordania y la franja de Gaza, esta ¨²ltima bloqueada anoche por completo. En este clima, el plan de paz saud¨ª, que adem¨¢s de las israel¨ªes ya suscita reservas sirias y el rechazo libio, puede quedar sepultado antes incluso de su presentaci¨®n formal en la cumbre ¨¢rabe de este mes.
La mortandad causada por las nuevas t¨¢cticas palestinas ha puesto a Sharon entre la espada y la pared en su pa¨ªs, acostumbrado a victorias fulgurantes y falto de cintura para las carnicer¨ªas de civiles en sus propias calles. La popularidad del primer ministro, de 74 a?os, no deja de bajar y amenaza su fr¨¢gil coalici¨®n de gobierno. Son el 53% los que creen, seg¨²n un sondeo reciente, que no ha cumplido ninguna de las dos promesas claves, paz y seguridad, que hiciera a su llegada al poder hace un a?o. Los m¨¢s radicales, y otros que no lo son, le acusan de inoperancia en el aplastamiento de la rebeli¨®n y en su lucha contra Arafat. Israel se divide sobre la salida a su batalla m¨¢s letal en una generaci¨®n.
Sharon sigue supliendo su falta de un proyecto coherente con la letan¨ªa de hacer responsable a Arafat de cada nuevo hecho sangriento. Pero la f¨®rmula resulta vac¨ªa por momentos. Virtualmente preso en Ramala desde hace tres meses y semidestruidas por Israel las palancas de su control sobre los servicios de seguridad y espionaje, rotos los contactos directos entre israel¨ªes y palestinos, resulta c¨ªnico pretender que el presidente de la ANP maneja a cada uno de los grupos extremistas o de los aspirantes a m¨¢rtires que hacen cola para devolver a Israel una parte del dolor que ocasiona. Por parte palestina, la revancha responde ya mucho m¨¢s al patr¨®n de un ajuste de cuentas desesperado que a un plan bajo control. Un ajuste de cuentas que Sharon se encarga de mantener engrasado con las desproporcionadas represalias de su Ej¨¦rcito, como las recientes incursiones a sangre y fuego en los campos cisjordanos de Jenin y Balata.
El grado actual de violencia hace impensable hablar de paz. Para salir del ojo del cicl¨®n se hace necesaria una inmediata y contundente iniciativa de Washington que vaya m¨¢s all¨¢ de los lamentos ante cada salvajada de uno u otro bando. La iniciativa esbozada por Arabia Saud¨ª, sobre la que van a hablar en la Casa Blanca Bush y el presidente egipcio, puede ser un punto de apoyo razonable para detener la tragedia.
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