Innecesaria beata
La Conferencia Episcopal espa?ola ha decidido, con el sensato voto en contra de una cuarta parte de sus miembros, promover la beatificaci¨®n de Isabel la Cat¨®lica, cuyo proceso, iniciado en 1958, mantiene congelado con buenos motivos la Santa Sede.
La Iglesia cat¨®lica tiene derecho a beatificar a quien le parezca oportuno. El que una u otra persona sea elevada a los altares no obliga a nadie a nada, al menos en la ¨®rbita occidental a la que pertenecemos. Pero hay decisiones de este tipo, basadas incluso rectamente en criterios de conducta personal, que producen determinados efectos sociales que pueden no tener nada de santos. Y ¨¦se es el caso de la beatificaci¨®n de Isabel I de Castilla y Le¨®n. Una personalidad hist¨®rica, por otra parte, rica y apasionante.
En la teor¨ªa eclesi¨¢stica, los santos se proponen como modelos a imitar por los fieles cat¨®licos, que en Espa?a son muchos. Desde esa vertiente religiosa, es dudoso aventurar que para la sensibilidad del siglo XXI la buena reina que autoriz¨® la expulsi¨®n de los jud¨ªos y la creaci¨®n de la Inquisici¨®n represente un paradigma de tolerancia y caridad. Con otra perspectiva, cabe preguntarse por el mensaje que env¨ªa hoy a la ciudadan¨ªa la reina que simboliza el monolitismo de la concepci¨®n castellana de Espa?a, aun considerando la improcedencia de extrapolar sin m¨¢s el siglo XV al presente. La propuesta episcopal no parece muy oportuna cuando nuestro pa¨ªs no ha acabado de encontrar el encaje definitivo de lo que se llama com¨²nmente nacionalidades con el conjunto del pueblo espa?ol.
Isabel la Cat¨®lica fue decisiva para la conquista y colonizaci¨®n de Am¨¦rica, lo que no parece poco m¨¦rito; pero tambi¨¦n en la expulsi¨®n de los jud¨ªos, y, con ello, la extensi¨®n de la Inquisici¨®n a nuestro pa¨ªs, as¨ª como de la conversi¨®n forzada de no pocos musulmanes. Los grandes desencuentros religiosos de nuestro tiempo ya aportan al santoral suficientes motivos de controversia. No se entiende por qu¨¦ los prelados espa?oles quieren a?adir innecesariamente uno m¨¢s en el inicio del siglo XXI. Y ¨¦se ser¨ªa el efecto de la beatificaci¨®n de Isabel I.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.