'Vecchia' Roma
Roma, 28 de febrero. En la tele del hotel, un hotel ro?oso de Via delle Quattro Fontane, invadido por una columna de espa?oles ebrios que no cesa de cantar el Asturias, patria querida..., contemplo, divertido, el debate final en Montecitorio en torno al proyecto de ley, la ley Frattini, sobre el conflicto de intereses, tambi¨¦n conocida como la causa 'Berlusconi contra Berlusconi'. Se trata de dilucidar si el due?o de media Italia (principalmente de la televisi¨®n privada) puede ser el mandam¨¢s de Italia y seguir siendo el due?o de media Italia. Al parecer puede seguir si¨¦ndolo (el due?o y el mandam¨¢s). La ley Frattini tan s¨®lo le obliga a retirarse de la presidencia del Milan. La izquierda (por llamarla de alg¨²n modo) se muestra indignada y abandona el Parlamento. As¨ª que, con 310 votantes, la ley es aprobada por 308 votos a favor y 2 abstenciones.
Roma. Un almuerzo en Savatini, un libro de Montanelli y una manifestaci¨®n multitudinaria contra Berlusconi
Al d¨ªa siguiente, Giovanni Sartori, el columnista del Corriere della Sera, nos cuenta el alcance de la nueva ley. 'Pongamos', escribe Sartori, 'que yo trabajo para Mediaset . Pongamos que il cavaliere no est¨¢ satisfecho de mi trabajo. Dado que tan s¨®lo se trata del propietario, el pobre cavaliere no puede hacerme nada. Pero puede telefonear a Confalonieri y decirle que me despida. Y puede hacer correr la voz de que quien me d¨¦ trabajo ser¨¢ debidamente castigado'. Y concluye Sartori: 'Io sono fritto; ma per la Frattini tutto ¨¨ in regola'.
El mismo d¨ªa en que se votaba en Montecitorio la ley Frattini, pr¨¢cticamente a la misma hora, en la Fontana di Trevi los romanos se desped¨ªan de la lira. Alberto Sordi (que cada vez se parece m¨¢s a Fraga Iribarne) y Valeria Marini fueron los encargados de lanzar el pu?ado de liras a la fuente, con gran regocijo de los turistas que llenaban la placita. Y casi a la misma hora, el Vaticano empezaba a distribuir los primeros euros papales, con la efigie de Juan Pablo II (los cuales, debido a lo limitado del tiraje, parece ser que van buscad¨ªsimos).
El viernes, despu¨¦s de entrevistar a una estrella del cine italiano de los a?os del fascismo y de la inmediata posguerra, almuerzo en Savatini, en el Trastevere. Puntarelle con anchoas y una spigola alla griglia (fresqu¨ªsima). Por la tarde, me voy a ver los Caravaggio de San Luigi y luego a echar un vistazo a la librer¨ªa Feltrinelli. Me compro Montanelli. Novant'anni controcorrente, de Marcello Staglieno (Montadori, 495 p¨¢ginas, 18,59 euros). Sentado frente al Pante¨®n, bebiendo un negroni (?8 euros! Una pasada: en el bar del Majestic, uno de los mejores de Barcelona, me cobran 6,43, y es infinitamente mejor que el romano), leo el cap¨ªtulo dedicado a Etiop¨ªa. Montanelli era entonces un joven fascista -un fascista controcorrente- que escrib¨ªa a diario, casi conradianamente, 'line by line rather than page by page', sus espl¨¦ndidas cr¨®nicas de guerra. 'A quei tempi non capivamo, non potevamo capire che l'epoca degli imperi volgeva al tramonto. Eravamo rimasti a Kipling', escribir¨¢ el propio Indro en 1979.
El s¨¢bado, por la ma?ana, voy a visitar a unos amigos que van a pasarme unos documentos sobre la estrella del cine que entrevist¨¦ ayer. Mis amigos, una pareja de ancianos simpatiqu¨ªsimos, habitan en Via Margutta, lo cual me permite acercarme a saludar al gato Orazio, un viejo conocido, uno de los gatos m¨¢s sabios de Roma -me pregunto si no ser¨¢ la reencarnaci¨®n de Mario Praz-, que reside en una de las galer¨ªas de la c¨¦lebre calle. Al salir a Via del Babuino, empiezo a ver las primeras brigadas del Ulivo. La izquierda y el centro-izquierda tienen previsto celebrar una gran manifestaci¨®n esta tarde en la Piazza San Giovanni (de Letr¨¢n) en protesta por el gobierno de Berlusconi.
Son muchos, much¨ªsimos: 500.000, seg¨²n los organizadores de la mani; de 200.000 a 300.000, seg¨²n las fuerzas del orden. Han llegado de toda Italia, en trenes, autobuses, autom¨®viles..., incluso ha llegado un barco de Cerde?a. En Piazza di Pietra, frente al Templo de Adriano converso con unos chicos de Caltanissetta que enarbolan una gran bandera roja con el retrato del Che. No son de ning¨²n partido, no sienten demasiada simpat¨ªa por los pol¨ªticos de la izquierda, pero tienen algo claro: les jode Berlusconi, as¨ª, sin m¨¢s. Est¨¢n euf¨®ricos: es la primera vez que visitan Roma. Me piden que les haga una foto, con la bandera, frente al retrato de Adriano. No saben qui¨¦n era Adriano, pero el tipo les cae simp¨¢tico. 'Adriano e Il Che', dice uno, sonriente.
No he podido ir a la mani; mi avi¨®n sal¨ªa a media tarde. Mis amigos de Via Margutta se muestran esc¨¦pticos ante estas manifestaciones masivas. 'Lo que ten¨ªa que haber hecho la izquierda, cuando estuvo en el poder, era legislar, evitar que la gente de Berlusconi pueda hoy aprobar esas leyes horribles en beneficio de su se?or', me dicen. Para ellos, demonizar a Berlusconi y a los suyos, como pretenden Nanni Moretti o Tabucchi, es un error. Es la manera de que Berlusconi se eternice, dicen.
Al parecer, la manifestaci¨®n fue un ¨¦xito, aunque algunos dirigentes de la izquierda se echaron los trastos, y el famoso Moretti se ausent¨®. 'Io ero ai Cesar. Sa, i Cesar, i premi, in Francia?', le dijo a una periodista de La Repubblica. Al d¨ªa siguiente, en Assago, en el congreso de la Lega, Silvio Berlusconi, Umberto Bossi y Gianfranco Fini se hac¨ªan caranto?as. Bossi, il Senatur, recib¨ªa a sus ilustres invitados con toda clase de piropos. Berlusconi, el anta?o 'mafioso d'Arcore', 'il massone piduista', 'il camorrista legato a Bettino Craxi, che glia ha dato le tv', era recibido como una bell¨ªsima persona y un gran hombre de gobierno. Y otro tanto ocurr¨ªa con el otrora 'fascista Fini'. Y Berlusconi, agradecido, ante aquella multitud de lombardos, independistas de la Padania, les hablaba de su madre (que de soltera se llamaba Bossi), la cual, al saber que il Senatur estaba dispuesto a pactar con su hijo, le hab¨ªa mandado un beso a Bossi. Y Berlusconi se exclama: 'Come potevamo andare contro la volont¨¤ della mamma?'. ?C¨®mo evitar el pacto? Y por si la mamma no fuese suficiente, il Senatur e il cavaliere hab¨ªan hablado despu¨¦s de la polenta, y hab¨ªan llegado a la conclusi¨®n de que la polenta era riqu¨ªsima. Eso, ?c¨®mo evitar el pacto!
La mamma, la polenta, el Che, Adriano, Moretti, los euros del Papa, el fascista Fini, D'Alema, que se va a dar conferencias a Am¨¦rica, Alberto Sordi y Valeria Marini... Vecchia Roma. Bella Italia.
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