Pero... ?qu¨¦ hay entre Pinto y Valdemoro?
Un concejal de Cultura y un entrenador de f¨²tbol, cada uno de un pueblo, se dan cita en el punto donde naci¨® la famosa frase
Seg¨²n el diccionario, todo el mundo ha estado entre Pinto y Valdemoro. Basta con confesarse 'indeciso o vacilante'. Seg¨²n la geograf¨ªa, la cosa cambia: entre Pinto y Valdemoro, la verdad, hay un caminejo que serpentea a lo largo de 10 kil¨®metros entre unos trigales ahora secos, un pol¨ªgono industrial especializado en industrias c¨¢rnicas, la entrada de una c¨¢rcel, una gr¨²a y, hace unos d¨ªas, una lombriz muerta. La gr¨²a se encontraba por casualidad, debido a que en el pol¨ªgono est¨¢n en obras. Y la lombriz, pues hab¨ªa muerto all¨ª porque hab¨ªa muerto all¨ª, de sed o de calor, entre Pinto y Valdemoro.
Tambi¨¦n estaban el concejal de Cultura de Pinto, Jer¨®nimo Corrales, del PSOE, y un vecino de Valdemoro, Luis Ferreras, que es entrenador del Pinto, de Tercera Divisi¨®n 'pero que va muy bien este a?o'.
Llegar al remoto origen de la famosa frase requiere al menos un coche todoterreno, un gu¨ªa local y una buena dosis de amor a la filolog¨ªa. Corrales y Ferreras llegaron, se estrecharon la mano y despu¨¦s se largaron a otro sitio, pues entre Pinto y Valdemoro no hay ni una mala sombra. Accedieron por una trocha forestal llena de baches y cuando, subidos los dos a una loma, pisaron el punto tantas veces nombrado y o¨ªdo observaron el camino de tierra que sirve de linde y que se pierde por una cordillera de montecillos resecos y gastados. '?Nos vamos ya?', dijeron.
Los habitantes de Pinto y Valdemoro tienen claro el origen de la frase que les ha hecho famosos en toda Espa?a. 'Por el borracho del puente', aseguran. Hasta el concejal de Cultura de Pinto, Jer¨®nimo Corrales, daba al principio la versi¨®n m¨¢s conocida: 'Hace mucho tiempo, un borracho ven¨ªa desde Valdemoro hacia Pinto y en un riachuelo que divide los dos t¨¦rminos municipales, encima de un puentecillo, empez¨® a bailotear y a dar pasos para adelante y para atr¨¢s: 'Ahora estoy en Pinto, ahora en Valdemoro, ahora estoy en Pinto, ahora en Valdemoro', dec¨ªa. Tanto salt¨® que al final se cay¨® al r¨ªo. 'Ahora estoy entre Pinto y Valdemoro', dec¨ªa al final el t¨ªo'.
El concejal, como cualquier habitante de los dos pueblos, estaba convencido de que el borracho, el riachuelo y el puente exist¨ªan de verdad. Hasta que hace unos d¨ªas, despu¨¦s de haber quedado con Ferreras, empezaron ambos a tener problemas para encontrar el sitio exacto. Tras consultar con el guardia forestal, Federico Serrano, se dieron cuenta de que ni el riachuelo en cuesti¨®n ni el puente han existido jam¨¢s, ni, por supuesto, el borrach¨ªn del cuento.
El historiador local Gonzalo Arteaga argumenta, en su libro Pinto, ¨¦ste es mi pueblo y tras rechazar la leyenda del borracho del puente, que el origen de la frase se remonta al siglo XIII, cuando Madrid y Segovia pugnaban por las tierras de Valdemoro y Pinto. El enfrentamiento por los terrenos de cultivo lleg¨® a tanto que el mismo rey, Fernando III el Santo, tuvo que asignar, 'con car¨¢cter irrevocable', Pinto a Madrid y Valdemoro a Segovia. Para que no quedara ninguna duda, el monarca orden¨® colocar en los lindes 42 hitos que a partir de entonces delimitaron los territorios. Algunos de ellos persisten todav¨ªa. El rey presenci¨® durante bastantes d¨ªas la colocaci¨®n de los hitos, as¨ª que los cortesanos, cuando alguien preguntaba por Fernando III, respond¨ªan, 'est¨¢ entre Pinto y Valdemoro'.
Arteaga se cura en salud: 'Ninguna de las dos explicaciones cuenta con un apoyo hist¨®rico, pero particularmente acepto la m¨¢s l¨®gica'. La del rey y los hitos.
No es extra?o que en Pinto o en Valdemoro se siga creyendo en la leyenda del borrach¨ªn. Llegar al hipot¨¦tico lugar de la historia (para cerciorarse de que el puente en realidad no existe) es casi tan complicado como emprender un safari por el parque keniano del Serengueti. Tal vez el Serengueti est¨¦ incluso m¨¢s poblado, porque, siendo sinceros, entre Pinto y Valdemoro no suele haber nadie.
La direcci¨®n de la c¨¢rcel
De vez en cuando se pasea el guardia forestal, que con su todoterreno vigila los vertidos ilegales. Por lo general, circula sobre el camino que sirve de linde entre los t¨¦rminos municipales, as¨ª que, en puridad, este hombre es el que, por motivos laborales, m¨¢s tiempo pasa de Espa?a entre Pinto y Valdemoro.
Desde el montecillo que sirvi¨® de punto de encuentro para Ferreras y Corrales, este ¨²ltimo se?ala la c¨¢rcel de Valdemoro: 'Es verdad que est¨¢ entera en Valdemoro, pero hay que entrar por Pinto, as¨ª que tambi¨¦n se puede decir que la c¨¢rcel est¨¢ en medio', reflexiona.
La c¨¢rcel y el pol¨ªgono industrial de la carne, al este; al oeste, m¨¢s campos de cultivos; al norte, Pinto, con sus casas de s¨®lo cuatro alturas ('una norma impide que las viviendas midan m¨¢s que la torre de ?boli, el edificio m¨¢s antiguo y m¨¢s emblem¨¢tico del municipio', precisa el concejal); y al sur, Valdemoro, con una mancha de tierras removidas que indican el futuro crecimiento de la localidad.
El guardia forestal, amante del campo, chasquea la lengua al contemplar el volumen de tierra levantada: 'Todo esto va a cambiar muy pronto'. Corrales est¨¢ de acuerdo: 'Con el parque tem¨¢tico de la Warner en San Mart¨ªn de la Vega [cuya apertura est¨¢ prevista para abril], toda la zona va a pegar un subid¨®n de gente que para qu¨¦. Habr¨¢ que pensar en nuevos atractivos para los turistas'.
El rescate de la oveja 'Yoli'
Entre Pinto y Valdemoro ocurren cosas. Una de ellas ata?e al guardia forestal de Pinto, Federico Serrano, de 56 a?os, y a su oveja. Hace 15 d¨ªas la polic¨ªa le dio un aviso extra?o: 'En Arroyo Culebro hay una oveja atada a un ¨¢rbol'. Acudi¨® Serrano y descubri¨® al animal. Y a su cr¨ªa. La oveja acababa de dar a luz. 'Los bomberos rescataron a la oveja de un pozo y, creyendo que el pastor pasar¨ªa por ah¨ª, la ataron. Pero no pas¨®. Y el animal comenz¨® a dar vueltas al ¨¢rbol y se ahog¨® con la cuerda. Antes dio a luz. Cuando llegu¨¦, la madre estaba casi muerta, pero la cr¨ªa no', explica el guardia. 'Y la adopt¨¦'. Y tanto. Yoli, que as¨ª se llama, acompa?a desde entonces a Serrano en todas sus excursiones. Viaja en la parte de atr¨¢s del todoterreno, metida en una caja de cart¨®n. 'Cuando voy a pie la suelto y viene detr¨¢s de m¨ª. Como un perrito. Le doy leche en polvo en un biber¨®n y de noche la tengo en casa, en el tendedero. Se ha vuelto un poco mimada, porque hay que darle la leche caliente. Para eso llevo un termo', se?ala. No sabe qu¨¦ har¨¢ con ella cuando crezca. Y prefiere no saberlo. Por ahora, la ovejita, es cierto, sigue el corpach¨®n del guardia a todas partes: 'Normal. Para ella soy su madre'.
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