La ciudad de ellos
Desde siempre las mujeres han reflexionado y han hecho propuestas sobre uno de sus espacios vitales: la ciudad. Uno de los primeros trabajos sobre movilidad, en el que se barajaban elementos sociales y territoriales, lo que ahora estamos descubriendo con gran alboroto, lo hizo Kate Liepmann en 1944 sobre la ciudad de Londres. Jane Jacobs en 1961 hizo un an¨¢lisis excelente de la desaparici¨®n de la ciudad tradicional bajo los preceptos de la modernidad y el funcionalismo, en el que a la vez que denunciaba la p¨¦rdida del espacio p¨²blico como lugar de encuentro, bajo la presi¨®n asfixiante del tr¨¢fico, reivindicaba la calle multifuncional. Lo que ahora conceptualizamos como ciudad mediterr¨¢nea o incluso como ciudad encontradiza. Dos mujeres que, alejadas en el espacio y en el tiempo, nos ofrecieron su inteligencia, no s¨®lo para legarnos excelentes trabajos, sino incluso pioneros en lo que hoy es lo m¨¢s innovador del an¨¢lisis urbano. Porque como dec¨ªa Marshall Berman (1988), buena parte de su autoridad intelectual parte de su perfecta comprensi¨®n de las estructuras y procesos de la vida cotidiana, ya que las mujeres saben qu¨¦ es vivir en la ciudad, calle a calle, d¨ªa a d¨ªa, mucho m¨¢s que los hombres, que s¨®lo la planifican y la construyen.
Las mujeres tienen una apreciaci¨®n de la ciudad diferente. Pero ellas no la planifican
Ahora y aqu¨ª hay muchas mujeres que desde distintas disciplinas, en muchos niveles de la Administraci¨®n (incluso en los m¨¢s elevados, aunque pocas), en empresas privadas, en consultor¨ªas, en c¨¢tedras universitarias, en despachos profesionales, en los foros parlamentarios o en los medios de comunicaci¨®n, est¨¢n elaborando ideas, proyectos, an¨¢lisis, iniciativas parlamentarias, tesis doctorales referentes a lo urbano. Las mujeres miramos la ciudad desde distintas perspectivas, desde distintas atalayas, desde ideolog¨ªas diversas. Y desde ah¨ª reflexionamos, escribimos, analizamos, dibujamos, proponemos hablamos e incluso (pocas veces) decidimos sobre el espacio p¨²blico, la vivienda, la movilidad, los equipamientos y los servicios, las actividades, las oportunidades, los conflictos, la multiculturalidad, la arquitectura, el urbanismo, la (in)seguridad, el tr¨¢nsito y los transportes. Y de esa suma de inteligencia y de energ¨ªa salen propuestas y miradas nuevas sobre la ciudad, porque nuestra perspectiva y nuestras miradas son distintas, ya que ¨¦stas no parten nunca s¨®lo de nuestros saberes intelectuales. Para todos, seamos hombres o mujeres, la experiencia vital es fundamental para elaborar categor¨ªas anal¨ªticas urbanas o para decidir c¨®mo tienen que ser la ciudad o los transportes urbanos.
Y porque estas experiencias son distintas entre hombres y mujeres, nuestras propuestas y reflexiones tambi¨¦n lo son. Porque no es lo mismo una calle de una ciudad a las dos de la tarde para un hombre que para una mujer, porque la hora de salida de los colegios para algunas marca un quehacer obligado y para otros no, porque no es lo mismo un autob¨²s con un beb¨¦ en brazos que sin ¨¦l, porque no es lo mismo vivir la ciudad con coche que sin ¨¦l, porque no es lo mismo tener que compatibilizar los horarios comerciales con los laborales y los escolares que no tener que hacerlo o porque no es lo mismo reciclar la basura dom¨¦stica cuando tienes que hacer la cena que cuando no tienes que hacerla, entre otros muchos porqu¨¦s.
Pero la ciudad sigue siendo de ellos, y as¨ª nos lo muestran las televisiones, cuando el tema del programa se refiere a lo urbano, al territorio o a los transportes ya que s¨®lo opinan ellos: a modo de ejemplo el programa Mil.lenium, de TV-3, dedicado al transporte p¨²blico o a las infraestructuras de la regi¨®n metropolitana de Barcelona. Y cuando los expertos hablan de temas urbanos, s¨®lo est¨¢n ellos. Y en infinidad de jornadas o mesas redondas sobre estos temas, s¨®lo est¨¢n ellos. En la mayor¨ªa de los espacios que crean opini¨®n colectiva, sean p¨²blicos o privados, s¨®lo est¨¢n ellos. Y as¨ª percibimos una ciudad a medias, amputada de otras miradas y de otras propuestas, a la vez que registramos una realidad desfigurada, porque no es completa, aunque es tan omnipresente que puede inducirnos a creer que ellas no existen. Y aunque ya se acepta que somos la mitad de la poblaci¨®n, que tenemos capacidad para votar y para ser elegidas, seguimos percibiendo que, aunque seamos ciudadanas, s¨®lo lo somos de forma pasiva, ya que ni o¨ªmos qu¨¦ opinan, ni percibimos qu¨¦ proponen, ni sabemos qu¨¦ reflexionan. Y aunque opinen, reflexionen y propongan, ?d¨®nde est¨¢n esas mujeres que trabajan en temas urbanos o territoriales, qui¨¦nes son, qu¨¦ piensan? ?Bajo qu¨¦ burkas las escondemos?.
Carme Miralles-Guasch es profesora de Geografia de la UAB y diputada por el PSC.
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