El Rayo perdona al Depor
El conjunto madrile?o desaprovecha la ocasi¨®n de ganar al reciente campe¨®n de Copa, que jug¨® 75 minutos con uno menos
En el f¨²tbol de hoy cualquier estancia en el cielo es siempre fugaz. La del Deportivo, instalado en la gloria tras el hito hist¨®rico de Chamart¨ªn, se quebr¨® bruscamente al cuarto de hora del partido de anoche. Irureta sac¨® una alineaci¨®n radicalmente nueva, con s¨®lo tres protagonistas del centenariazo, y la revoluci¨®n parec¨ªa que iba a vivir una noche tranquila cuando Pandiani marc¨® nada m¨¢s comenzar. Pero un instante despu¨¦s el destino se puso burl¨®n: C¨¦sar fue expulsado por cortar una jugada de gol y all¨ª se termin¨® la felicidad del Depor. El grupo de Irureta se hundi¨® a una circunstancia inesperada y el batacazo no fue m¨¢s grave porque el Rayo se empe?¨® en actuar con benevolencia.
DEPORTIVO 1| RAYO VALLECANO 1
Deportivo: Molina; H¨¦ctor, C¨¦sar, Helder, Capdevila; Duscher, Mauro Silva; Makaay (Sergio m. 67), Djalminha (Emerson m. 83), Amavisca; y Pandiani (Trist¨¢n m 82). Rayo Vallecano: Etxeberria; Ferr¨®n, Corino, De Quintana, Graff; Helder; Perag¨®n, Quevedo, Vivar Dorado (Glaucio m. 51), M¨ªchel; y Bolic (Bolo m. 76). Goles: 1-0. M. 8. Pandiani pelea por un bal¨®n al borde del ¨¢rea, se lo acaba llevando entre dos defensas y encara a Etxeberria, a quien bate de tiro raso al primer palo. 1-1. M. 34. Centro de Perag¨®n desde la derecha que peina Bolic dej¨¢ndola para alg¨²n rematador, pero nadie a llega al bal¨®n y acaba entrando mansamente por el palo contrario. ?rbitro: L¨®pez Nieto. Expuls¨® a C¨¦sar (m. 14) y amonest¨® a Duscher, Capdevila, Bolic, Helder (Rayo), Corino y Helder (Deportivo). Unos 30.000 espectadores en Riazor.
Todo iba sobre ruedas en Riazor, donde la gente paladeaba su felicidad y los jugadores que no pudieron lucir en la pasarela de Chamart¨ªn intentaban reivindicarse para grandes acontecimientos futuros. Tan bien rodaban las cosas que el gol lleg¨® muy pronto, en el minuto 8, gracias a la tenacidad de Pandiani, quien rob¨® un bal¨®n y se abri¨® un pasillo donde parec¨ªa imposible. Antes y despu¨¦s del tanto, Djalminha pul¨ªa pases de relojero en los que se barruntaba que el marcador no tardar¨ªa en ensancharse. Hasta que C¨¦sar, un futbolista que ¨²ltimamente se estaba redimiendo a pasos agigantados, cometi¨® el desliz de empujar a Bolic cuando el delantero del Rayo se dispon¨ªa a ingresar en el ¨¢rea y enfilar en solitario a Molina. El ¨¢rbitro no dud¨®: tarjeta roja para C¨¦sar. Y el Depor pas¨® inst¨¢ntaneamente de la euforia al caos.
El saque de la falta cometida por C¨¦sar demostr¨® al momento que el Depor se hab¨ªa desmoronado en un visto y no visto. Lo que quedaba de la defensa dej¨® solo a Ferr¨®n, quien tuvo la gentileza de mandar fuera. En el cuarto de hora siguiente, M¨ªchel y Quevedo emularon la benevolencia de su compa?ero en un par de ocasiones m¨¢s. El Depor se hund¨ªa en la anarqu¨ªa mientras a Irureta le paralizaban las dudas. Su primer impulso fue reforzar la defensa con Naybet, a quien mand¨® calentar. Pero finalmente desisti¨® y opt¨® por la soluci¨®n pol¨ªtica.
Por l¨®gica, el sustituido deber¨ªa ser uno de los dos delanteros, y ah¨ª el entrenador se vio enfrentado a un dilema: Pandiani hab¨ªa marcado un gol y mostraba gran actividad, y Makaay... Con Makaay, dados los antecedentes, era m¨¢s que probable que hubiese bronca. E Irureta la evit¨® pese a que el holand¨¦s le dio razones para irse a la ducha, porque no se quiso enterar de que era el momento de coger la pala. Colocado como te¨®rico extremo derecho, Makaay se desentendi¨® de las nuevas circunstancias y sigui¨® tumbado en su hamaquita all¨¢ arriba, sin echar una mano al sufrido H¨¦ctor, al que se le acumul¨® el trabajo en el lateral. A Irureta no le qued¨® m¨¢s remedio que intercambiar las posiciones de Makaay y Pandiani. El uruguayo, al contrario que el holand¨¦s, cumpli¨® sus nuevas obligaciones escrupulosamente sin por ello dejar de batirse en el ¨¢rea. Un detalle que habla con elocuencia del grado de compromiso con el equipo de uno y otro jugador.
Hasta despu¨¦s del descanso, Irureta sigui¨® d¨¢ndole vueltas al equipo para frenar el creciente caos. Primero baj¨® a Amavisca al lateral izquierdo y situ¨® a Capdevila como central. En el intermedio se lo pens¨® mejor y envi¨® a Duscher al lateral derecho, lo que siti¨® a H¨¦ctor como central. Con esta soluci¨®n, el equipo pareci¨® mejorar, pero, para entonces, el Rayo ya hab¨ªa empatado. Despu¨¦s de dilapidar lo m¨¢s sencillo, al conjunto madrile?o le cay¨® del cielo uno de esos goles tontos: un bal¨®n sobre el ¨¢rea que nadie remat¨® ni despej¨® y acab¨® entrando a c¨¢mara lenta por el palo contrario. Manzano vio la posibilidad de la victoria y al poco de la reanudaci¨®n tambi¨¦n movi¨® pieza. Introdujo a Glaucio y pas¨® a jugar con dos puntas. El partido deriv¨® en un duelo de ida y vuelta, con el Rayo haciendo las veces de local y el Depor buscando tesoros al contragolpe. Hubo ocasiones por ambos lados, pero fue el Rayo el que m¨¢s empe?o puso en no arruinar al Depor el dulce sabor de su reciente gesta: Quevedo y Ferr¨®n volvieron a tirar al aire cuando lo que les sobraba era porter¨ªa. Irureta, mientras tanto, sigui¨® removiendo las piezas. Primero meti¨® a Sergio, luego sacrific¨® a Djalminha para intentarlo con el poder¨ªo de Emerson y finalmente trat¨® de agarrarse a Trist¨¢n. Pero el cielo ya hab¨ªa tomado su decisi¨®n: ense?ar al Depor la puerta de salida.
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