El futuro del nivel cero en Nueva York
Ma?ana se cumplen seis meses de los atentados del 11 de septiembre. En un tiempo r¨¦cord, la alcald¨ªa de Nueva York est¨¢ terminando de vaciar los escombros del nivel cero. Todo ha ido tan r¨¢pido que no hay nada pensado para remplazar las Torres Gemelas. El debate es ya intenso. Muchos tienen algo que decir: el Estado, la ciudad, Wall Street y, sobre todo, los familiares de los 2.830 desaparecidos.
'World Trade Center, ¨²ltima parada', sigue advirtiendo por el altavoz el conductor de la l¨ªnea E, pese a que nada corresponda ya a ese nombre. Por las escaleras del metro entra una luz que antes no hab¨ªa y los ¨²ltimos pelda?os de la salida llevan al estruendo de las obras, el asfaltado de la calle Church y una gigantesca ausencia.
El alcalde Bloomberg: 'Tendremos un monumento a los muertos, pero nadie volver¨¢ a construir rascacielos de 110 pisos, que nunca fueron un gran ¨¦xito'
El bajo Manhattan est¨¢ recobrando algo de la vida que perdi¨® el 11 de septiembre. Hace una semana, Century 21, meca de las gangas, reabri¨® sus puertas. Miles de clientes desbocados se abalanzaron de nuevo sobre los Guccis de saldo. La calle Broadway se ha vuelto a llenar de tr¨¢fico, los camareros latinos de Daikichi Sushi siguen dispensando su misma amabilidad carcelaria, la iglesia de San Pablo conserva intactos sus ventanales.
Pero son turistas y no fieles los que se agolpan ante sus verjas para ver las oraciones y los osos de peluche, ya marchitos, que los neoyorquinos dejaron en los primeros d¨ªas del siniestro. Wall Street est¨¢ cerrada a la circulaci¨®n, y la estatua de George Washington, que preside el centro financiero, mira hacia la descomunal bandera estadounidense del edificio de la Bolsa. El barrio siniestrado ha perdido m¨¢s de 100.000 empleos.
Desescombro
Los trabajos de desescombro han sido m¨¢s r¨¢pidos y m¨¢s baratos (unos 600 millones de d¨®lares) de lo previsto. Se calculaba un a?o, se deber¨ªa conseguir en ocho meses. En mayo se habr¨¢ vaciado el nivel cero: una amalgama de mill¨®n y medio de toneladas de acero y cemento y los restos de los 2.830 desaparecidos, de los que s¨®lo se ha recuperado una cuarta parte (unos 700 cuerpos). Poco despu¨¦s se reabrir¨¢ el ¨²ltimo t¨²nel cerrado entre Manhattan a Brooklyn; en noviembre, tres de las cuatro estaciones de metro todav¨ªa enterradas deber¨ªan estar listas.
Esto plantea antes de tiempo el espinoso y apremiante tema de la reconstrucci¨®n, y nadie parece estar listo. El gobernador del Estado, el republicano George Pataki, ha creado la Corporaci¨®n para el Desarrollo del Bajo Manhattan, que todav¨ªa no tiene ni oficinas. Pataki, en a?o electoral, no quiere tomar decisiones impopulares, aunque comparta la responsabilidad con el alcalde, Michael Bloomberg.
A partir del d¨ªa 15, la Corporaci¨®n empezar¨¢ a recabar las opiniones de los neoyorquinos y espera poder presentar un plan general dentro de dos meses. Los familiares de las v¨ªctimas piden todos los d¨ªas en la prensa local respeto por la memoria de los suyos. 'Todo el mundo tiene algo que decir y no haremos nada hasta llegar a un acuerdo', comentaba recientemente Bloomberg en un encuentro con periodistas extranjeros; 'tendremos un monumento a los muertos, rodeado de oficinas y viviendas, para dar esperanza a los que siguen vivos. Pero nadie volver¨¢ a construir rascacielos de 110 pisos, que adem¨¢s nunca fueron un gran ¨¦xito'.
El contrato del siglo
Larry Silverstein pens¨®, sin embargo, que hab¨ªa hecho el negocio del siglo cuando el pasado julio consigui¨® el contrato de arrendamiento del World Trade Center, un mill¨®n de metros cuadrados de oficinas, por 99 a?os y 3.200 millones de d¨®lares. Era la primera vez que los edificios gemelos, propiedad de Port Authority, el consorcio p¨²blico formado por las autoridades portuarias de Nueva York y Nueva Jersey, pasaban a manos privadas.
Dos meses despu¨¦s de entregar un primer pago de 616 millones de d¨®lares, sus sue?os saltaron literalmente por los aires. Ahora debe seguir abonando un alquiler mensual de diez millones de d¨®lares. Silverstein est¨¢ adem¨¢s en pleitos con su aseguradora, Swiss Reinsurance, para forzarla a considerar los ataques como dos incidentes separados (uno por cada avi¨®n) y le indemnice el doble de lo acordado: 7.200 millones de d¨®lares.
Es normal que el magnate inmobiliario se haya convertido en la voz m¨¢s en¨¦rgica a favor de una pronta reconstrucci¨®n. Ya ha anunciado que antes de finales de a?o quiere empezar a edificar el World Trade Center 7, tambi¨¦n de su propiedad. Proyecta un rascacielos de 50 pisos, similar a los otros cuatro que ha propuesto en lugar de las torres.
No tan r¨¢pido, contestan poderes p¨²blicos y familiares. Habr¨¢ que pensar primero en un monumento, que ocupar¨¢ alrededor de un tercio de la superficie total del nivel cero. El 11 de marzo se instalar¨¢ un homenaje temporal: la gigantesca bola de bronce de Fritz Koenig, rota y abollada, que antes presid¨ªa la placeta del World Trade Center, y dos gigantescos halos de luz que brillar¨¢n hasta mediados de abril.
Es un proyecto urban¨ªstico de tama?o descomunal. Larry Silvertein no puede tomar decisiones sin el consentimiento del organismo Port Authority. Su entusiasmo empieza a ser molesto para muchos. Hay que pensar en recuperar ciertas calles que quedaron cortadas en el proyecto inicial, crear una conexi¨®n entre las distintas l¨ªneas de metro, reconstruir el tren subterr¨¢neo hacia New Jersey. En suma, corregir los errores del pasado.
Pol¨¦mica, especulaci¨®n e intereses p¨²blicos
LA CONSTRUCCI?N de las Torres Gemelas fue cara, pol¨¦mica y tard¨® m¨¢s de lo previsto. Su reconstrucci¨®n ser¨¢, sin duda, parecida. Los mismos hados que bendijeron su nacimiento han vuelto a inclinarse sobre su cuna, ocho hect¨¢reas (unos quince campos de f¨²tbol) del terreno m¨¢s valioso del mundo. El a?adido de la tragedia complicar¨¢ a¨²n m¨¢s los dise?os del mayor proyecto urban¨ªstico de esta d¨¦cada. El World Trade Center naci¨® de una operaci¨®n inmobiliaria de los hermanos Rockefeller para revalorizar sus propiedades en el bajo Manhattan. En 1958, Nelson Rockefeller fue elegido gobernador del Estado. Dos a?os antes, su hermano, David Rockefeller, tras instalar la sede del Chase Manhattan en el distrito financiero, entonces una zona de hangares industriales, hab¨ªa creado la Asociaci¨®n del Bajo Manhattan (DLMA) para alentar nuevos proyectos. La DLMA alist¨® la ¨¦lite financiera de la ciudad: el presidente de la Bolsa, Robert Lehman, de los Lehman Brothers, y Henry Morgan, de Morgan Stanley, entre otros; una composici¨®n muy similar a la actual Corporaci¨®n para el Desarrollo del Bajo Manhattan, donde ahora se sientan el presidente de la Bolsa, el ex director de Goldam Sachs y el ex responsable del Nasdaq. David Rockefeller present¨® un proyecto de reforma que inclu¨ªa arrasar pr¨¢cticamente todo al sur de Canal Street, incluidos el Soho, Chinatown y Little Italy. Tras debates y modificaciones, los gobernadores de Nueva York y Nueva Jersey hicieron suyo el plan en 1961: edificar¨ªan un 'puerto vertical' en sus terrenos de la punta de Manhattan. Para construir sus 110 pisos eligieron a un arquitecto con mal de alturas, Minoru Yamasaki. Ide¨® dos estructuras tubulares para crear espacios di¨¢fanos, f¨¢cilmente alquilables, un dise?o que luego explic¨® que los edificios se desplomaran sobre s¨ª mismos en vez de romperse. Para compensar su v¨¦rtigo, Yamasaki redujo el espacio de las columnas exteriores a un ancho inferior al de sus hombros. Las torres tardaron siete a?os en construirse (1966-1973) y perdieron dinero durante otros veinte. Nadie quiere que esto se repita. Ya lo dec¨ªa Yamasaki: 'El World Trade Center deber¨ªa ser, por su importancia, una representaci¨®n de la fe en la humanidad y la dignidad individual, la cooperaci¨®n entre los hombres y su aspiraci¨®n a la grandeza'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.