Tarde de medias tintas
Para qu¨¦ andarse con medias tintas; en corto y por derecho, debemos decir que la tarde de ayer fue de tr¨¢mite en Las Ventas, una de esas en las que no ocurre nada destacable, art¨ªsticamente hablando, aunque siempre sucedan cosas y haya momentos de inter¨¦s en la lidia, por aquello del peligro sordo -que dicen entre profesionales- desarrollado por alg¨²n burel. Y porque nunca faltan lances o muletazos conseguidos seg¨²n prescribe la ley taurina. A poco que se mire.
Los novillos de F¨¦lix Hern¨¢ndez hicieron todos una mala pelea en varas, y no propiciaron el llamado tercio de quites, del que en toda la tarde no hay nada que rese?ar. Y luego es verdad que no siempre se les hizo la suerte en buena consideraci¨®n y se les tapaba la salida, que sol¨ªa ser de franca huida, fruto de su mansedumbre en la mayor¨ªa de las ocasiones, distra¨ªda y amodorrada.
Hern¨¢ndez / Quintana, Jarocho, Rubias
Novillos de F¨¦lix Hern¨¢ndez, bien presentados, mansos en general, serios de estampa, que dieron poco juego. Mart¨ªn Quintana: estocada muy baja, estocada tendida, dos descabellos -aviso- y se echa el novillo (silencio); estocada ladeada -aviso- y estocada (silencio). Jarocho: estocada desprendida (palmas); estocada (ovaci¨®n). Luis Rubias: media arriba (silencio); media atravesada y tendida y dos descabellos (silencio). Plaza de Las Ventas, 10 de marzo. Menos de media entrada.
S¨®lo al cuarto se le pudo apreciar cierta casta, y Mart¨ªn Quintana no termin¨® de aprovecharlo, a pesar de que lo hab¨ªa recibido bien de capote, en lances donde luci¨® un buen juego de brazos. Se puso a torear sin ning¨²n pre¨¢mbulo, fuera de las rayas del tercio, la muleta por delante, y aunque le baj¨® la mano y tir¨® del novillo con br¨ªos y mando, lo hizo demasiado r¨¢pido, sin templarse lo necesario. La afici¨®n estaba con el novillo, al que jaleaba sus embestidas, y la faena se vivi¨® entre vaivenes y divisi¨®n de opiniones. En su primero, el novillero de Quintana de la Serena estuvo espeso. En su descargo vaya que el marrajillo apenas pasaba por los dos pitones.
Jarocho se mostr¨® sereno y lo que se dice puesto toda la tarde. Dej¨® que a su primero le dieran demasiado en el caballo y luego se le par¨®. Y en su segundo, que tuvo m¨¢s movilidad, consigui¨® alg¨²n derechazo estimable y ayudados y trincheras de buen corte. A sus dos novillos los mat¨® por arriba, dio el medio pecho y descubri¨® el morrillo del burel, seg¨²n ordenan los c¨¢nones. Una forma cabal de estoquear toreramente.
Luis Rubias aprovech¨® las primeras arrancadas de su primero y le peg¨® unos redondos enjundiosos, que no tuvieron continuidad, y hubo de renunciar enseguida a torear al sexto, que hizo cosas feas ya de salida y mont¨® un mitin en el tercio de banderillas, en donde protagoniz¨® varias pasadas en falso de los subalternos, avisados de las intenciones espurias de la mala prenda, de nombre Avispado, o sea, y al segundo muletazo Rubias se fue por la espada.
En la templada tarde marce?a el p¨²blico se puso de parte de Jarochito, rehiletero de poca estatura y coraz¨®n bien engrasado, que adem¨¢s tiene la virtud de estar bien colocado y pendiente de la lidia, como es menester en todo buen profesional.
Como se puede colegir, quien no se consuela es porque es un pesimista recalcitrante y sin remisi¨®n. Que su lugar tiene en el planeta taurino. Por supuesto.
Babelia
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